Pedro Sánchez empieza a impacientarse porque no recibe respuesta, ni publica ni privada, de Pablo Iglesias a su oferta de entrar en los segundos niveles del Gobierno, aunque no acelerará su proceso de investidura: esperará para anunciar el pleno del Congreso hasta que vuelva a España de la cumbre del G-20 en Osaka (Japón) -miercoles y jueves- y de la Cumbre de la UE (Bruselas), el sábado 29 de junio.
Está siendo una negociación "complicada", llena de "recelos mútuos" y en donde "cada gesto y cada palabra" se observan con lupa por la otra parte, admiten fuentes socialistas consultadas por Vozpópuli. Y ese calendario internacional va a dar al presidente en funciones la excusa para ganar otra semana sin que lo parezca. "Seguimos esperando una respuesta de Podemos; de ahí no nos movemos", avisa una persona muy próxima a él.
Hay tiempo, dicen en La Moncloa. La presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, puede convocar a los diputados hasta 48 horas antes del pleno, y se sigue pensando que la mejor semana para poner en marcha el llamado reloj de la democracia es la que empieza el lunes 8 de julio. Incluso sin acuerdo previo entre los dos socios y a riesgo de que la primera investidura sea fallida.
Se analiza todo escenario, incluso el menos deseado, la repetición electoral; el domingo 3 de noviembre no gusta porque cae en 'puente' de Todos los Santos
En caso de repetición electoral -el Rey Felipe VI tendría que disolver las Cortes en la primera o segunda semana de septiembre-, ese calendario que se pondría en marcha esa semana de julio permitiría llamar de nuevo a los españoles a las urnas más allá del primer domingo de noviembre, el 3, "nada recomendable" para frenar la abstención porque es el puente de Todos los Santos, admiten en Ferraz.
Pedro Sánchez se está cuidando mucho de detallar su oferta de segundos niveles a Iglesias para no dejarle en evidencia; solo lo ha hecho la vicepresidenta, Carmen Calvo, al explicar que el líder de Unidas Podemos no estará en la mesa del Consejo de Ministros pero sí podrá nombrar los secretarios de Estado y subsecretarios que le correspondan por acuerdo.
El presidente en persona ni eso; en Bruselas, este viernes pasado, dijo que se trata de una propuesta a Unidas Podemos para que entre en "la administración"... que no es precisamente la mesa del Consejo de Ministros.
Diálogo vía Twitter
"Planteamos un Gobierno de cooperación -explicó en la capital comunitaria-, que sean socio preferente parlamentario. Un acuerdo programático para poner en marcha avances sociales; y cooperación institucional donde lógicamente Unidas Podemos tiene todo el derecho a verse representado en el ámbito de la administración pública. Es una propuesta razonable, ambiciosa, y espero contar con su apoyo para la investidura".
Mientras, en Podemos responden que acuerdo sí, pero así no; que quieren estar en la sala de toma de decisiones que es La Moncloa todos los viernes. A poder ser una vicepresidencia y la cartera de Trabajo. Fue muy significativa, en ese sentido, la respuesta que los morados dieron este domingo a las presiones de su interlocutor. Fue Juan Carlos Monedero el encargado... y no parecen muy por la labor de aceptar las condiciones de Pedro Sánchez:
Que dice @sanchezcastejon que le han dicho que @Pablo_Iglesias_ no puede jugar, que mete muchos goles. Que ponen a un portero más torpe o cambian la alineación. Pero que Iglesias no juegue no vaya a ser que tengan que pasar de las palabras a los hechos. https://t.co/SWRqzuYcln
— Juan Carlos Monedero (@MonederoJC) June 23, 2019
El problema, a ojos de las fuentes consultadas por este periódico, es que Iglesias está pagando a Sánchez "con la misma moneda" de la displicencia; y no solo porque tenga una oposición muy fuerte interna tanto en Podemos como en IU a entrar en un gobierno de coalición sin ministros, que la tiene. Es que ahora es él quien no tiene prisa en convocar la consulta a los inscritos en la formación morada, que deben ratificar esa decisión, porque ahora el tiempo corre a su favor a la hora de arrancar algo más en la negociación.
Mientras, en el PSOE empieza a cundir cierta desazón porque, sin ser el mismo escenario que en 2015 -entonces había una alternativa a Mariano Rajoy como luego se demostró en la moción de censura de hace un año-, empiezan a ver que tras una posible investidura fallida el 8/10 de julio empezará a cobrar fuerza el inquietante escenario de una repetición electoral que podría acabar con el arma más poderosa: en con esta aritmética no hay alternativa numérica a Sánchez; con otra quién sabe.
Pablo Casado está muy por la labor porque intuye que solo puede crecer -a costa, sobre todo de Vox- si hay otra convocatoria de los españoles a las urnas; y, en caso de una segunda investidura, Unidas Podemos tendrá aún más difícil entrar al Gobierno y crecerán los partidarios internamente de dejar caer a Sánchez por su tozudez en impedir que los morados entre en un gabinete de coalición.
La incógnita es si Ciudadanos se abstendría in extremis para evitar esa repetición electoral, pero Albert Rivera ha demostrado esta semana con su ruptura de Manuel Valls y sus pactos autonómicos con el PP en Castilla y León o en Madrid que no tiene intención de dar oxígeno a lo que viene denominando desde la pasada primavera "el PSOE de Pedro Sánchez". La única excepción será el socialista Javier Lambán en Aragón, y porque no hay alternativa sin el PAR; de hecho la Alcaldía de Zaragoza se la ha facilitado al PP.
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