El escenario que dibujó las elecciones del pasado 12 de mayo en Cataluña dejó tocado a las fuerzas independentistas de Cataluña. Los 42 escaños que obtuvo el PSC, con Salvador Illa a la cabeza, desbancaron por completo los anhelos del separatismo más radical, que veía en Carles Puigdemont el caballo ganador para devolver a la región al estado de histeria anticonstitucional que tanto rédito les ha dado.
Aunque Junts consiguió ser la segunda fuerza más votada, el descalabro de ERC cerró las puertas por completo a un gobierno separatista en el Parlament. Por ello, el pacto PSC-ERC era la opción más lógica para los republicanos, pues los números no daban con Junts y el fantasma de una repetición electoral puede dar al traste con la escasa influencia que han podido aglutinar tras los últimos tropiezos en las urnas.
La decisión del Tribunal Supremo, que conocimos el pasado lunes, de no aplicar la ley de amnistía en relación con la malversación del 1-O, ha encendido la mecha en las fuerzas vivas del independentismo, que han cargado contra el Estado, los jueces y todo cuanto no sea favorable a sus intereses.
En mitad de ese fango, y desde la distancia que otorga Waterloo, Carles Puigdemont ha vuelto a llamar a las huestes para empujar una última vez contra el constitucionalismo. Se niega a entregar la cuchara, y quiere mantener vivas las opciones de ser investido President de la Generalitat, retornando victorioso a su Cataluña natal.
Pero ese triunfo pasa, sí o sí, por repetir elecciones el próximo domingo 13 de octubre. De otra forma, las suman no cuadra. Por ello, la maquinaria separatista lleva días preparando el caldo de cultivo para tratar de convencer al sector más dubitativo de ERC de que no facilite la investidura de Salvador Illa y el PSC.
El separatismo radical presiona a ERC
Ayer, la Asamblea Nacional Catalana (ANC) exigió a los partidos independentistas que no den "apoyo activo o pasivo" a la investidura del partido socialista, avisando de que, si logra ser presidente, la ANC contestará a dicha afrenta "intensificando el plan de movilizaciones".
En el comunicado emitido, la ANC confirmó que "está preparada para recibir y acompañar" al expresidente catalán Carles Puigdemont cuando regrese a Cataluña.
La entidad avisó a las fuerzas separatistas que "no pueden votar un candidato que en el conflicto con el Estado español dio apoyo a la aplicación del artículo 155 y que defiende las posiciones de las instituciones españolas y sus tribunales".
"Los partidos de obediencia catalana no pueden hacer presidente de la Generalitat a un candidato que utiliza sistemáticamente la lengua castellana en sus actos públicos y que castellaniza topónimos y ciudades. Un presidente de la Generalitat con esta práctica degradará el prestigio y uso social del catalán", incidieron desde la Asamblea Nacional Catalana.
Por otra parte, ante la posibilidad de que el fugado Puigdemont regrese a Cataluña, la ANC sostiene que el expresidente "merece el reconocimiento del pueblo catalán por sus años de exilio y por la labor de proyección internacional del conflicto entre Cataluña y España".
"Un reconocimiento que se convertirá en defensa popular de su integridad si el poder judicial español intenta arrestarlo. En este sentido, la ANC estará lista y preparada para recibir y acompañar a Puigdemont en un regreso sin cualquier sombra de partidismo", finalizó la entidad.
Todo esto se sitúa en ese marco de presión para que ERC no ceda al pacto con el PSC y que no haga presidente a Salvador Illa. Hay una creencia en el seno separatista de que unas nuevas elecciones en Cataluña, uniendo fuerzas entre republicanos y Junts, podría ser la clave para gobernar de nuevo la Generalitat, llevando de nuevo al pueblo a la vía unilateral de la independencia.
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