Javier Solana, de 77 años de edad, salió ayer el Hospital Ramón y Cajal tras vencer al coronavirus. Estuvo ingresado "cuatro semanas y media", según explicó él mismo en su mensaje en las redes, tras agradecer la "gran profesionalidad" de médicos, enfermeras y celadores que le han atendido durante este tiempo. Un equipo de sanitarios que ha dado "una gran lección de responsabilidad y entrega" al que fuera secretario general de la OTAN y jefe de la diplomacia de la UE.
Vozpópuli fue el único medio al que Solana concedió una entrevista durante su ingreso hospitalario y el primero tras recibir el alta. Cuando habló con este periódico en marzo había pasado una semana desde su entrada por Urgencias y tenía la moral alta al ver cómo iba ganando la "guerra" al virus. Pero luego empeoró y fue llevado a la UCI, donde pasó varios días.
El exministro socialista conoce por experiencia propia y por lo que ha visto en el hospital cómo actúa este patógeno. "Todos han pasado por una fase que va in crescendo, suave, y de repente das un subidón en el que te pones malísimo. Ese punto es en el día 6, 7 u 8, y es el más difícil de todos", recuerda.
En su caso se siguió el mismo patrón. Solana ingresó en el hospital el 10 de marzo. En la víspera fue "en perfecto estado" a un desayuno informativo de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, aunque él cree que se contagió en la semana de antes cuando asistió a varios encuentros sociales del Museo del Prado -del que es presidente del real patronato- e, incluso, a un funeral.
Primero pasó dos días atendido en "un box" y luego le subieron a una habitación del Ramón y Cajal. A los pocos días se complicó su estado. "Estando allí, un sábado me dio el golpe... de repente me fui ahogando. Me tuvieron que bajar a la UCI y ahí es donde te la juegas", rememora Solana, quien no recuerda si llegó a tener fiebre en aquellos momentos.
Oxígeno "por todos los lados"
"En la UCI me metieron oxígeno por todos los lados y me quedé un par de días allí. Tenía baja la cantidad de oxígeno en la sangre, lo que llaman la saturación. Al volver a la habitación seguí con oxígeno, pero si eso lo pasas, aunque vayas más despacio a la hora de recuperar bien la respiración, entonces vas en la buena dirección", hace hincapié.
De nuevo en planta, Solana tuvo que ver cómo Juan Carlos, su compañero de habitación y mayor que él, tenía mareos que le hacían caerse de la cama y complicaciones respiratorias. "Apenas congeniamos pero le ví sufrir", recuerda con pesar. En un momento dado, su vecino se puso "nerviosísimo" gritando que no podía respirar y se lo llevaron a la UCI. Ya no le volvió a ver. Días después supo del fatal desenlace.
Con enorme tristeza despido a Juan Carlos. Compañero de habitación. Batalló como un valiente. Descansa en Paz.
— Javier Solana (@javiersolana) March 25, 2020
El que fuera 'Mister Pesc' seguirá ahora confinado en su domicilio como cualquier español, escuchando música clásica como en el hospital gracias a la aplicación de la Filarmónica de Berlín a la que está suscrito y que tanto le ha ayudado. "Tuve la rapidez mental de traerme el Ipad" al centro hospitalario, subraya Solana, quien reconoce que las sinfonías de Gustav Mahler le han reconfortado en los peores momentos. "Por las tardes, me ponía una de ella y me lo pasaba estupendamente".
Estaba en todas estadísticas para acabar mal: tengo más de 75 años y alguna cosa más, pero no hay que venir pensando que te vas, sino ser consciente de que se sale"
Solana ha dejado el hospital más delgado que cuando llegó, quedándose "como un alfeñique". Tampoco se ha afeitado, algo que no hacía desde los tiempos de la Transición y los primeros gobiernos de Felipe González. "He vuelto a la barba de los años ochenta pero blanca", dice entre risas.
Tras la experiencia hospitalaria, recomienda vivamente la Sanidad pública, de la que ha sido "gran cliente" a lo largo de su vida con seis operaciones, "desde las rodillas a la espina dorsal", y a la que sigue acudiendo cuando le tiene que ver su médico de cabecera.
"De esta enfermedad se sale. Es lo más importante. No pensar que vas directo al más allá", afirma tajante. "Los números dicen que salen muchos adelante y yo soy una muestra. Estaba en todas estadísticas para acabar mal: tengo más de 75 años y alguna cosa más, pero no hay que venir (al hospital) pensando que te vas, sino ser consciente de que se sale", concluye.
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