Todos ahora son 'pablistas'. Pero hace un par de semanas, algunos militaban en el equipo contrario o incluso ocultaban su tendencia. Pablo Casado da por culminado el proceso de 'integración' sin haber conseguido incorporar a sus filas a Soraya Sáenz de Santamaría. La ex número dos de Moncloa ha rechazado toda oferta de cargos para incorporarse a la estructura del nuevo PP. Alguno de sus fieles, como Fátima Báñez o José Luís Ayllón, tampoco se han sumado a la nueva dirección. "No hay corrientes internas", se responde en la cúpula de Génova cuando sale este asunto, cada vez más lejano.
La maquinaria del nuevo PP se ha puesto en marcha para engrasar equipos de cara al año electoral en ciernes. Casado ha dado instrucciones a sus 'capitanes' para que empiecen a preparar las listas, una labor que antes estaba encomendada a Fernando Maíllo, excoordinador general. El propio Casado envía mensajes contemporizadores. De momento ya ha confirmado en sus puestos a dos candidatos autonómicos del bando de Santamaría. Juan Manuel Moreno fue el primero.
A la vera de Arenas
El presidente del PP andaluz, posiblemente uno de los dirigentes autonómicos más fieles a Santamaría, recibió las 'bendiciones' de Casado el día después del la clausura del Congreso Extraordinario. El recién elegido presidente aterrizó en Córdoba, donde se celebraba la Junta autonómica de su formación, y allí le mostró su 'apoyo incondicional' y la proclamó formalmente candidato. Poco importa el pasado de Moreno Bonilla como activo militante de las filas de Santamaría y de Javier Arenas. No hay tiempo para cambios. Ya huele a elecciones en Andalucía y Casado no se arriesga a experimentos. Moreno mostró su lealtad y fidelidad al nuevo líder y pasó página de sus lazos anteriores.
Sus perspectivas electorales distan mucho de ser optimistas, ya que los sondeos le son adversos. Ciudadanos puede arrebatarle el segundo puesto en una comunidad en la que el PP nunca ha logrado gobernar. En ese caso, Moreno sería relevado por alguien más próximo a Casado o a Zoido, su hombre en Andalucía. Juan José Nieto, ex número dos de Interior, posiblemente sería el elegido.
Mañueco, confirmado
En Ávila, su territorio electoral, confirmó Casado a Alfonso Fernández Mañueco como candidato a la presidencia de Castilla y León. Mañueco se había impuesto en las primarias regionales a Antonio Silván, alcalde de León, y hombre de Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta. Una curiosa bicefalia se ha vivido estos meses en la comunidad. Herrera, de salida y Mañueco, a la espera.
Las primarias del PP forzaron a Mañueco a un juego de equilibrios muy complicado. En principio se alineó con Núñez Feijóo, una opción natural. La mayoría de los dirigentes regionales del PP optaron por esta línea. Tras la tocata y fuga del delfín gallego, Mañueco no disimuló sus simpatías hacia la lista de Santamaría, quien se impuso con enorme ventaja en la primera vuelta electoral.
El actual alcalde de Salamanca moduló luego su postura e intentó mostrar su aspecto firmemente neutral. Mañueco alentaba una candidatura de unidad, tal y como hicieron muchos de los dirigentes del PP que respaldaban a la exvicepresidenta. Finalmente, en la tarde misma del triunfo de Casado, Mañueco protagonizó una serie de encendidas declaraciones en favor del nuevo dirigente de su formación. Casado, poco menos, era el deseado.
Éste le respondió en Ávila, unos días después, asegurando que "es el mejor candidato" e impulsando su carrera hacia la presidencia en las autonómicas de mayo. Tampoco tenía más opciones. Casado es palentino y diputado por Ávila. Conoce la región y sabe lo que hay. El PP está dividido en esta zona y no se trataba de avivar las brasas. Herrera pasará a situación de retiro y es muy posible que Mañueco se imponga en unas autonómicas en una comunidad que es tradicional reducto del PP.
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