Casi seis meses después de perder las primarias por la Secretaría General del PSOE, Susana Díaz asistió muy sonriente al primer Comité Federal de la nueva era de Pedro Sánchez en Ferraz. Con gesto relajado, pero frialdad evidente hacia la nueva dirección en la que no hay ni rastro del 'susanismo' que ella dio por muerto nada más perder la batalla orgánica, confirmó al llegar a Alcalá de Henares que no quiere saber nada de "controversias orgánicas", ni aun cuando el fondo del asunto sea algo tan trascendente como la crisis territorial. La presidenta mantiene el hacha enterrada, pero, aunque evita marcar distancias en las citas internas, aprovecha la política andaluza para lanzar mensajes que fijan una posición que quedará más clara todavía cuando se acerque la fecha del 4D, cuando se conmemorarán los 40 años de la gran manifestación por la autonomía plena de Andalucía en pie de igualdad.
Lo que Susana Díaz no quiere hacer es convertirse en ariete contra Ferraz, que nadie espere que se erija en la voz crítica ante los órganos federales. El mismo día en que se celebró el Comité Federal, habló, como el resto de 'barones', en la reunión previa del Consejo de Política Federal, pero su intervención no se separó de lo que previamente había adelantado en declaraciones a los medios de comunicación: que está "contenta" porque, en Cataluña, "el PSOE está donde debe estar". Si tiene algún pero, o alguna advertencia, no se la dijo a los periodistas y después tampoco a sus compañeros, a puerta cerrada.
Y para algunos socialistas andaluces es triste y grave que la dirigente socialista con más poder institucional del país -gobierna a ocho millones de españoles- "no pueda hablar" con confianza y sinceridad en su partido. La presidenta no se desmarcó ante sus compañeros y después no se escuchó ninguna voz oficial del socialismo andaluz en el Comité Federal, del que algunos andaluces salieron preocupados, lamentando unas intervenciones que veían de "bajo nivel".
La derrota está asumida, pero escuece. Y les cuesta ver al alcalde de Dos Hermanas, Quico Toscano, enemigo histórico de Susana Díaz, al frente del máximo órgano del partido entre congresos
La derrota está asumida, pero escuece. Y les cuesta ver al alcalde de Dos Hermanas, Quico Toscano, enemigo histórico de Susana Díaz, al frente del máximo órgano del partido entre congresos, en el puesto que en la primera etapa de Sánchez tuvo la secretaria general del PSOE en Sevilla, Verónica Pérez, o escuchar a la que portavoz de las plataformas de militantes que agitaron el 'no es no' en la campaña, la sevillana Nieves Hernández. Echan de menos otras voces que ya no forman parte de este órgano.
Así que Susana Díaz cumplió el programa y, como ya hizo en otras ocasiones durante la primera etapa de Sánchez, cuando ya la hostilidad entre ambos era manifiesta, se marchó antes de que terminara. La presidenta escuchó la intervención íntegra del secretario general y, cuando el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, llevaba unos minutos de intervención, se marchó, alegando que tenía agenda institucional en su tierra.
Previamente, había llegado al edificio desmarcándose de la comitiva de 'barones' que acompañaron a Sánchez desde la reunión del Consejo de Política Federal a la segunda cita. Y allí se sentó donde la mandaron, porque la nueva dirección federal ha retirado de la primera fila a los dirigentes territoriales y ha reorganizado a su Comité Federal por territorios.
Gestos de unos y otros que dan muestra de que la animadversión es mutua y la relación, irrecuperable. Y así se ve en Madrid y en Andalucía. El pasado jueves, Pedro Sánchez tenía previsto viajar a Granada para reunirse con representantes de la Universidad y del mundo de la cultura. La visita se canceló, por un problema en el avión en el que iba a viajar, pero allí no le esperaba ningún dirigente del PSOE andaluz.
El secretario general eligió para su visita la primera jornada del Debate sobre el Estado de la Comunidad y todos estaban pendientes de Díaz en el Parlamento andaluz. Por mucho que lo haya intentado, el 'pedrismo' no logró debilitarla en su territorio y los ocho secretarios provinciales le son fieles.
Y con Andalucía, Sánchez no ha tratado siquiera de tender los puentes que sí ha conseguido levantar con otros dirigentes que también fueron muy críticos con su primer mandato y que apoyaron muy activamente a Susana Díaz en las primarias, y que ahora no escatiman elogios con la gestión del secretario general en la crisis catalana, que ha servido de cicatrizante. Todos cierran filas y la andaluza no se desmarca.
Mientras, ella mantiene buena relación con el resto de 'barones', pero no queda ni rastro del frente común que hicieron en la primera etapa y que pervivió hasta las primarias
Mientras, ella mantiene buena relación con el resto de 'barones', pero no queda ni rastro del frente común que hicieron en la primera etapa y que pervivió hasta las primarias. Ni tiene disposición de volver a ahormarlo para plantar batalla a Sánchez: ahora, que cada palo aguante su vela.
Y en Andalucía tienen claro que si hay un debate que no van a dejar escapar es el del modelo territorial. Pese a las fuertes discrepancias que tenían con el proyecto de Pedro Sánchez y su España plurinacional, los socialistas andaluces no dieron la batalla en el Congreso federal, pero eso no quiere decir que no vayan a dejar claras sus posiciones.
El "disparate" de las cuatro naciones
Díaz no lo hizo ante el Consejo de Política Federal, pero pocos días después, en el Debate sobre el Estado de la comunidad, en el Parlamento andaluz, lanzó mensajes claros sobre cuál es su posición y por dónde no quiere pasar. Respondiendo a la líder de Podemos en su comunidad, Teresa Rodríguez, la presidenta cargó contra el proyecto territorial de este partido y tildó de "disparate" la propuesta plurinacional de Pablo Iglesias, para una España con cuatro naciones en la que incluye a la española, la catalana, la gallega y la vasca. Y que, por tanto, excluye como nacionalidad histórica a Andalucía.
No lo mencionó, pero a Pedro Sánchez, que en algún momento ha citado a esos tres territorios como los que "históricamente han manifestado su vocación de ser nación", pudieron pitarle los oídos. "Estoy en absoluto desacuerdo con lo que ayer dijo Iglesias y estaré en descuerdo lo diga quien lo diga”, añadió la presidenta, además.
Este debate está vivo en Andalucía y lo seguirá estando conforme se acerque la celebración de los 40 años del 4D, una conmemoración que el PSOE andaluz aprovechará para dejar bien definido el papel que creen que debe tener su comunidad en el mapa de España. En plena campaña catalana, recordarán el proceso por el que Andalucía llegó a su autonomía plena y seguirán defendiendo su lugar en condiciones de igualdad con el resto de territorios.
Y esto, más allá del reconocimiento nominativo, tiene que ver con asuntos prácticos como la financiación, el reparto de competencias o el acceso a los servicios públicos. De hecho, algunos socialistas andaluces temen que bajo el gran debate identitario, en el que siempre parece agitarse el PSOE, se esconda lo que, para ellos, es mucho más relevante.
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