Quim Torra ha recorrido tres prisiones en su primera visita a Madrid como presidente de la Generalitat. El encuentro más político fue con los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull, a quienes ha incorporado a su Govern. Un paso fallido ya que Mariano Rajoy no ha dado el visto bueno para que esta designación se publique en el BOE catalán. Ambos presos trasladaron al visitante su deseo de asumir el cargo. La toma de posesión del nuevo Gabinete está prevista para este miércoles.
Apenas hizo Torra comentario alguno de su visita a Junqueras y Romeva, los dos dirigentes de ERC, muy críticos con la actual dirección del separatismo. La reunión entre rejas fue 'emotiva', según algunas versiones. ?Tensión emotiva', comentan otros. El 'president', a su salida, evitó siquiera mencionarlos. Optó por centrarse en explicar la situación de los exconsejeros de su partido. Y, por la tarde habló de los Jordis, Sánchez y Cuixat, de quienes se deshizo en elogios. "Es gente de paz y cultura", explicó Torra, que en su día fue dirigente de Òmnium. También se encontró en Alcalá Meco con Carme Forcadell y Dolors Bassa, la dos mujeres del 'procés', quienes, según trascendió, le reprocharon que en el nuevo equipo de Gobierno haya tan sólo tres mujeres de 13 miembros.
Desconfianza mutua
El encuentro con Oriol Junqueras tuvo un contenido humano y político. El líder republicano le reclamó la formación de un Gobierno efectivo, algo que permita desbloquear la actual situación y levantar el 155, comentan en su entorno. También insistió en su particular empeño de ampliar la base del independentismo, y ser más "abiertos y plurales". Una frase salió de esta conversación: "Hay que hacer una república para todo el mundo", dijo Junqueras, según las mencionadas fuentes.
Torra, a quien su fama de sectario y supremacista le precede, no se alinea en esa dirección. Nada quiere saber de los catalanes que se expresan en castellano. O que ni siquiera han nacido en la región, según ha desmenuzado en cientos de artículos. Junqueras se mantuvo firme en su postura de que los presos de ERC no entran en el Govern, aunque, eso sí, le transmitió que puede confiar sin problemas en los consejeros de ERC, siete en total. Las diferencias entre los republicanos y la gente de Puigemont son más que evidentes.
Hasta que no se forme un Gabinete viable, el 155 no caerá en desuso. Torra ha forzado la situación, en seguimiento de las órdenes de Carles Puigdemont, quien prometió que los presos ingresarían de nuevo en el Ejecutivo. Si hay presos no hay Govern, es lo que subrayó Junqueras, nada entusiasta con el nombramiento de Torra como 'president'. Rull y Turull le comunicaron su disposición absoluta a volver a sus puestos, pese a que sus abogados no lo aconsejan. "Puede afectar a la estrategia de defensa", dijeron.
En el seno del PDeCat este empeño por forzar la situación también chirría. Lo ven como una obcecación del prófugo de Berlín. Torra no hace más que seguir sus indicaciones. También en JxCat hay voces discrepantes. Algunas de ellas comentan que Elsa Artadi, nombrada consejera de Empresa y portavoz del Govern, tampoco estaría a favor de que los presos intenten volver a sus cargos. Artadi ya se veía al frente del departamento de Presidencia, ahora nominalmente entregado a Turull. "Es cosa de horas", comentan en estos círculos, donde se da por hecho que Torra, una vez dado el paso simbólico de designar a los presos, retirará su iniciativa en aras de que el 155 se evapore.
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