"¿Qué coño es eso del TFM?", preguntaba un dirigente regional del PP, atónito ante el escándalo organizado en torno al famoso máster de Cristina Cifuentes. Apenas hubo reacción en las bases y mandos intermedios del partido al saltar la noticia. Demasiados sobresaltos en los últimos tiempos. En Génova, sin embargo, se encendieron las alarmas. Falsificar o falsear un currículum puede ser causa de ruptura del acuerdo con Ciudadanos, el partido que sostiene a Cifuentes al frente de la Comunidad. Y estamos a un año de una crucial cita electoral.
Doce horas se demoró la presidenta en responder públicamente a las informaciones. En contra de su costumbre, guardó silencio a lo largo de todo el día. Doce horas sin noticias de Sol. Tan sólo apareció, ya de noche, en Onda Cero, con David del Cura. La entrevista arrancó una vez que el equipo de la presidenta había difundido unos documentos que desmentían la versión aparecida en 'Eldiario.es'. No hubo ni trampas, ni manipulación, según los datos aportados desde el equipo de la presidenta. Cifuentes aprobó la asignatura en cuestión en la fecha precisa. Un error administrativo, un fallo técnico dio origen a la confusión. Cifuentes presentó el TFM en tiempo y plazo correspondiente.
Así lo subrayó ella misma en la radio, y aseguró también desconocer dónde estaba el famoso trabajo de fin del máster. Es decir, el famoso TFM. "Cuando le escuché sus explicaciones, cuando dijo desconocer dónde se encuentra el trabajo, cuando aseveró que lo tendrá la universidad y todo eso, es cuando supe que algo huele muy mal. Que nada sonaba a cierto. Y que este es un asunto grave". Las palabras de un muy alto dirigente del PP resumen en parte el sentimiento de un sector de la formación.
La dirección del PP, también durante horas, optó por el silencio. Algunos altos responsables del partido, no la creen y consideran que tiene que irse, que 'Mariano no puede ir a las urnas con esta candidata'. Otros se pasean por el escepticismo. El resto, opta por no mojarse, aunque piensan que ha patinazo en un asunto menor. Que la ha pifiado 'en una chorrada de las que se pueden pagar caro'.
En el Gobierno tampoco se habla del asunto. Hay ministros, eso sí, que ni siquiera se esfuerzan en creerla. "Es Cifuentes, ya sabemos", comentaba en privado un miembro del Gabinete esta semana. Dolores Cospedal, la secretaria general del partido, fue la estruendosa excepción. Salió en tromba: "Parece que algunos pretenden conseguir lo que no logró un accidente de tráfico mortal", escribió en un tuit vehemente, tajante, frontal. Rajoy no ha abierto la boca. Ni la abrirá. Muchos se preguntan si sigue confiando en la presidenta como futura candidata. Los sondeos, llegado el momento de las listas, ayudarán a despejar las dudas.
Tormenta en Lavapiés
Cuando al fin llegaron las explicaciones de la 'lideresa' madrileña, las reacciones internas fueron tibias. Sólo Pablo Casado se mostró comprensivo con la afectada. Fernando Maíllo, el coordinador general, eludió pronunciarse. El portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, esgrimió una distancia gélida: "Parece que las explicaciones están dadas", comentó displicente.
Nadie habla de ceses. Nadie habla de renuncias. En el partido consideran que si cae ahora Cifuentes, se viene abajo todo el PP de Madrid, a unos meses tan sólo del arranque de la precampaña municipal y autonómica. Dan las explicaciones por buenas y a otra cosa. En Ciudadanos, Ignacio Aguado reclama explicaciones, pero fuentes de la formación naranja no parecen muy empeñadas en 'embestir'. No es el momento, señalan. El resto de la oposición se emplea a fondo.
En especial Podemos, donde se pretende tapar con este escándalo los episodios de Lavapiés. Varios concejales morados se alinearon con el bulo del inmigrante fallecido al huir de la policía. La propia alcaldesa Carmena evitó salir en defensa de sus municipales, en una actitud que provocó reacciones de escándalo y reproche. Mintió la alcaldesa al afirmar que 'las declaraciones de su equipo no merecen reproche'. Al menos dos sindicatos policiales se han querellado y han exigido ceses inmediatos.
"Tolerancia cero"
Cifuentes atraviesa los momentos más difíciles de su carrera. Involucrada en otros escándalos como Lezo o Púnica, de los que, hasta el momento, se está defendiendo con brío y soltura, ha reaccionado con su habitual firmeza frente a este nuevo 'affaire'. En esta ocasión, se sospecha tanto del 'fuego amigo' como de las 'vendettas' descontroladas. Se mira a la Universidad, a la Rey Juan Carlos, un foco de escándalos e irregularidades sin freno. Y se menciona una posible venganza-filtración desde dentro mismo del recinto académico.
Ha pisado mucho callos Cifuentes en su partido. Se erigió en abanderada de la lucha contra la corrupción en los momentos más complicados para el PP. "Tolerancia cero" fue su norma. Expulsó a los corruptos, a los sospechosos. Levantó un muro con la era de Esperanza Aguirre y con su equipo. Algunos de sus 'odiadores' han pisado la cárcel. Muchos la estaban esperando. "Después de ésta, vendrá otra, y otra, ya lo sabemos", declaraba la propia interesada ante los medios.
"¿Pero qué coño es un TFM?", insistía ese veterano dirigente popular. "Con la de cosas que nos han pasado, con la de barbaridades que hemos sufrido, padecido y propiciado, ahora se lía con esta coña". Y añadía: "Con que presentara el dichoso trabajito, ya estaba todo resuelto". Ahí está el asunto. En que el TFM de las narices no aparece. Ni rastro.
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