El Gobierno tiene previstas sus respuestas para los posibles escenarios que emerjan del 1-O. En un marasmo de incertidumbres, hay tres alternativas que aparecen como las más probables. Todas ellas implican un drástico vuelco en el actual 'statu quo' y el ingreso en un territorio desconocido. A 48 horas del referéndum, el desconcierto y las dudas son la tónica dominante tanto en Moncloa como en la Generalitat. La calle y las urnas centran ahora toda la atención. La ANC y las CUP movilizan asus simpatizantes para ocupar colegios y agitar la jornada, para luego cargar las culpas de cualquier incidente a as fuerzas de seguridad.
'Balconazo' a lo Companys. Concluido el escrutinio, cualquier que haya sido el desarrollo de la jornada, pues se da por hecho que habrá urnas en numerosos puntos de la comunidad, Carles Puigdemont aparecería en el balcón del Palacio de la Generalitat para anunciar la victoria del 'sí' y la proclamación de la independencia. El artículo 4.4 de la ley de ruptura aprobada ilegalmente por el Parlament señala que "si el recuento de votos válidamente emitidos arroja como resultado más afirmativos que negativos, implica la independencia de Cataluña".
El 'balconazo' sería un gesto meramente simbólico, a lo Companys, sin trascendencia legal ni política alguna. Un golpe de efecto teatral y solemne con el que el actual 'president' sueña en privado desde hace meses, según confiesan en su entorno más próximo. Esta alternativa ha perdido fuelle y se da prácticamente por descartada. Caso de ocurrir, la jueza del Tribunal de Justicia de Cataluña actuaría contra él por rebelión. Podría ser detenido.
El Parlament proclama la independencia. La proclamación de la independencia no será en caliente. Al margen del espectáculo en el balcón, es al Parlament a quien le corresponde impulsar y aprobar este trámite. La ley de transitoriedad señala específicamente que, transcurridas 48 horas y una vez bendecidos los resultados de la consulta por parte de la Sindicatura Electoral (cuyos miembros dimitieron días atrás), la Cámara catalana celebrará un pleno para proceder a la proclamación de la independencia y a la puesta en marcha del proceso constituyente que elaborará la Constitución de la República de Cataluña. Esta opción es susceptible de concretarse. Incluso se habla de que la ceremonía se celebraría el día 6, aniversacio del golpe de Companys en el 34. Sería el momento en el que Rajoy, consultados el PSOE y Ciudadanos, pondría en marcha el mecanismo constitucional para aplicar el artículo 155.
La ley de transitoriedad señala específicamente que, transcurridas 48 horas y una vez bendecidos los resultados de la consulta por parte de la Sindicatura Electoral, la Cámara catalana celebrará un pleno para proceder a la proclamación de la independencia
Esta es la variante que defienden tanto la CUP y ERC y no tanto PDeCat, el partido del 'president', que no considera necesario abordar en forma urgente la secesión, como declaró su portavoz parlamentario Carles Campuzano esta semana en el Congreso. La antigua Convergencia argumenta, siempre en privado y en reuniones internas de su formación, que lo importante es echar a andar los preparativos para celebrar unas autonómicas antes de seis meses.
Elecciones sin secesión. La tercera opción es la más civilizada, según comentan en Moncloa. Y la más razonable. El pleno del Parlament no abordaría la secesión. Daría el visto bueno al referéndum y abordaría la celebración de unas elecciones autonómicas de las que saldría un Parlamento constituyente. El Gobierno central no descarta que pueda salir adelante esta posibilidad, aunque ahora mismo está en minoría dentro del bloque separatista.
En el periodo constituyente, el Gobierno central abriría una negociación a fondo con la Generalitat. No descarta siquiera, llegado el caso, a Puigdemont como interlocutor de Rajoy. Todo sería posible, incluso darle la vuelta a la financiación autonómica, con planteamientos muy próximos a lo que venían reclamando los nacionalistas catalanes hace tres años.
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