Corría el año 2011. El movimiento de los indignados ocupaba las plazas de las principales capitales españolas debido a la incipiente crisis económica. Y empezaron también los primeros recortes presupuestarios de la mano de Artur Mas, en Cataluña, recién llegado a la Generalitat. Esas nuevas políticas de austeridad generaron una ola de protestas, con su punto más álgido en el asedio al Parlamento catalán organizado por el movimiento Democracia Real Ya en el que el mandatario catalán tuvo que entrar en helicóptero a la Cámara regional. A partir de allí, el Govern abrazó la causa de la independencia.
Entre estos dos episodios hay un nexo que ahora, a las puertas de la sentencia en el Tribunal Supremo a los líderes del procés, retruena con más fuerza. El exconsejero de Presidencia de la Generalitat y ahora procesado, Jordi Turull, vio en aquella protesta “un golpe de Estado encubierto”. El Ejecutivo catalán llevó ante la justicia esa protesta en la que Turull consideró que los manifestantes “cruzaron la línea de la violencia”. Se trató de una concentración muy similar a la que se produjo por parte de los independentistas el 20 y 21 de septiembre en la Consejería de Economía y que puede sentar jurisprudencia a la hora de calificar el grado de violencia.
Recurso ante el Supremo
La Audiencia Nacional, sin embargo, decidió absolver a los ocho procesados por los altercados en la manifestación Aturem el Parlament, del 15 de junio de 2011. El Govern, descontento con la absolución, recurrió ante el Tribunal Supremo, que acabó revocando el fallo de la Audiencia Nacional y les condenó a tres años de cárcel “por un delito contra las instituciones del Estado de los previstos en el artículo 498 del Código Penal”.
Uno de los testigos más vehementes contra los procesados fue Turull. Su testimonio en el juicio que también presidía Manuel Marchena fue clave para condenarlos. En una entrevista en RNE, que recupera este domingo Vozpópuli, llegó a decir que los indignados habían intentado un “golpe de Estado encubierto” y que la jornada fue “un festín de los violentos”.
Celebra la condena de Marchena
El exportavoz del Govern Francesc Homs, que ahora formaba parte de la Defensa en el juicio del procés en el Supremo, celebró la condena rubricada por Marchena a los ocho de los 20 procesados al afirmar que “concordaba con el sentimiento del pueblo de Cataluña”. “Hubo expresiones violentas y de intimidación”, apostilló el hombre de confianza de Mas.
Turull, por su parte, llegó a decir que la absolución en la Audiencia Nacional fue un “despropósito” y puso todo su empeño como testigo para avalar la posterior condena del Supremo, como explicaron fuentes del sindicato de la CNT. Eso fue, además, uno de los motivos por las que la CUP no le otorgó los votos para investirle presidente en el pleno celebrado el día antes de que tuviera la vista oral en el que se le aplicó la prisión preventiva.
El concepto de violencia
Uno de los puntos claves del juicio al procés ha sido el episodio del 20 y 21 de septiembre a las puertas del Departamento de Economía, que lideraba Oriol Junqueras. Las entidades independentistas, ANC y Òmnium Cultural, congregaron allí a la masa independentista con el fin de obstaculizar el registro que realizaban las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado al ente público por orden de un juez.
Esa noche tres coches de la Guardia Civil fueron completamente destrozados, la secretaria judicial tuvo que salir por la terraza del edificio y se vivió una situación de violencia e intimidación que se contempla como rebelión o sedición. Ese episodio alberga muchos paralelismos con la protesta ante el Parlament de 2011. Turull y el resto de consejeros reflejaron un “clima de violencia” ante Marchena que fue clave para aplicar penas de cárcel a los principales promotores de la protesta.
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