Es una de las agrupaciones con más solera en Madrid. La Casa del Pueblo de Chamberí es también una de las más numerosas, junto a la de la Latina, en la Comunidad de Madrid. De sus 461 afiliados, algo más de 200 habían ido a votar antes de las 14.00 horas. A esa hora, una veintena de personas hacían cola, sobre en mano, apretando el voto que después introducen en una de las 5.000 urnas que el PSOE ha repartido por todas sus federaciones.
Como se acordó después de que lo pidiera el equipo del ex secretario general Pedro Sánchez, la elección de la papeleta es un proceso secreto, que los militantes hacen uno a uno en un cuarto convertido en cabina, entre sillas apiladas, trastos, y bajo la mirada de los retratos de Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto y Juan Negrín. Solo en esa mesa se pueden coger una papeleta entre las cuatro para elegir: una por cada candidato y una cuarta en blanco.
Después, avanzan unos metros en la sala hasta la mesa de votación, en la que junto al presidente y los vocales están los interventores de las candidaturas. En Chamberí hay representantes de Pedro Sánchez y Susana Díaz, pero no de Patxi López.
Los antiguos sacan peso de la historia de su casa, que dicen que siempre fue la de Pablo Iglesias, "el auténtico". Libertad Vicario, de casi 86 años, se acuerda hoy así del fundador al lamentar la situación que vive el partido -"para echarse a llorar"- y cree que a todos se les "debería caer la cara de vergüenza" si no se arregla esta "ruptura tan terrible". La única receta, dice, es que, una vez se elija al nuevo líder, los otros dos candidatos "arrimen el hombro y lleven las mismas ideas" porque son por las que muchos han "luchado toda la vida".
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Los lamentos por la dura etapa que está viviendo el PSOE se escuchan en todos los corrillos de militantes que se forman dentro y fuera de la agrupación. Solo hace falta prestar atención unos minutos para entender a quién votará cada uno. Todos destacan que la movilización es muy alta, que el resultado se prevé ajustado y que ya no pueden permitirse seguir cayendo. Ahora, dicen, toca "buscar la unidad para resurgir y volver a ganar unas elecciones", como dice Daniel Esteban, un militante de 41 años, y dejar atrás estos tiempos "duros".
"No hemos sacado lo mejor de nosotros mismos", admite Emma López, miembro de Juventudes Socialistas desde los 16 años. Pero es optimista y confía en que todos puedan volver a trabajar juntos si entienden que no militan "en el partido de Susana Díaz, de Pedro Sánchez o de Patxi López". "Militamos en el PSOE", dice.
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Pero, pese a los buenos deseos, muchos reconocen que la fractura va a necesitar muchos puntos de sutura: han sido muchos meses, años, de división y de enfrentamientos. La bronca, admite otro afiliado, ahora ha ido más allá. Salones como en el que este domingo votan en Chamberí han sido escenario de muchos debates acalorados, porque así son los socialistas, dicen, pero luego salían juntos y se iban a tomar una caña. "Y ahora no", se lamenta este militante.
Pese a algunas miradas de reojo, este domingo se guardan las formas y la jornada parece tener el carácter festivo de unas elecciones. Sólo se ven nervios cuando, un error en la mesa, hace que una afiliada vote antes de comprobar que está en el censo, en el que no aparece. Mientras reciben instrucciones de Ferraz y se anota la incidencia, algunos hacen cábalas con las soluciones. No tendrá mayores consecuencias, auguran, salvo que el resultado se decida por un voto. ¿Estará tan ajustado?
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