Política

Yolanda Díaz dimite como líder de Sumar tras su batacazo electoral pero no renuncia ni al escaño ni al Gobierno

La vicepresidenta segunda asegura que siente que no ha hecho las cosas que hubiera querido hacer y, por eso, asume el mensaje de la gente en primera persona

Un terremoto sacude a la izquierda. Yolanda Díaz ha presentado este lunes su dimisión como coordinadora de Sumar tras el batacazo de las europeas de este domingo. No obstante, seguirá en el Ejecutivo. La vicepresidenta segunda asegura que siente que no ha hecho las cosas que hubiera querido hacer y, por eso, asume el mensaje de la gente en las urnas en primera persona: "He decidido dejar mi cargo. Es mi responsabilidad", ha asegurado en una comparecencia telemática sin preguntas.

La renuncia de Yolanda Díaz a dirigir la izquierda a la izquierda del PSOE es consecuencia directa de las últimas cuatro derrotas electorales consecutivas que ha sufrido su formación. La vicepresidenta asegura haber tomado la decisión "personalmente". El golpe que ha supuesto lograr solo tres escaños y que Más Madrid e Izquierda Unida se quedaran fuera del Europarlamento abrió este domingo la caja de Pandora. Las críticas de los partidos que forman su coalición buscan la cabeza de un culpable por el batacazo.

Yolanda Díaz no ha sido capaz de unir a los partidos de Sumar y, además, los ha devuelto a los umbrales de voto que en su día tenía Izquierda Unida, una de las fuerzas más beligerantes con el devenir del partido de la vicepresidenta segunda, quien ha llamado a abrir un debate en su espacio para configurar un nuevo liderazgo. Díaz espera que ese debate se produzca con su salida de la dirección.

“Tenemos que estar para solucionar los problemas de la gente. No los problemas de los partidos o de los políticos”, ha reivindicado. “Es necesario dar un paso a un lado para dar un paso adelante en la política que importa a la gente, la que sirve a la gente trabajadora de este país que hace esfuerzos enormes cada día y se merece que estemos a su altura”, ha añadido. 

La vicepresidenta se ausentó del cuartel general donde los suyos siguieron el devenir de la noche electoral. Y delegó en los ministros Ernest Urtasun y Sira Rego el abrazo a la candidata, Estrella Galán. Díaz, que seguirá en Moncloa como vicepresidenta y ministra de Trabajo, se quedó muy lejos de sus expectativas este domingo. Los planes de su partido eran lograr hasta siete escaños, pero la campaña fue un duro golpe de realidad que certificaron los tres escaños que finalmente cosecharon, los mismos que el partido del activista Alvise.

Precisamente el enfado dentro de Izquierda Unida es monumental, ya que Manu Pineda -su candidato- se queda sin escaño en Estrasburgo. La histórica fuerza de la izquierda se queda fuera del Parlamento Europeo por primera vez desde su fundación 1986. Para el recuerdo queda la negociación de las listas para las elecciones europeas; la salida de la lista de Més Mallorca y la guerra abierta con Izquierda Unida por su cuarta posición, que llevó a la vicepresidenta a congelar la integración de los partidos en su dirección. Aquello fue todo un golpe al rumbo que Yolanda Díaz tenía marcado.

Sumar eligió el 23 de marzo, en su asamblea constituyente, al grueso de los miembros del grupo de coordinación —el máximo órgano de dirección—. Y este se dio un mes de plazo para que los partidos designaran a sus representantes: con varios asientos cada uno en ese órgano dependiendo de su peso y un máximo de dos en la ejecutiva. Además de IU, Más Madrid, Catalunya en Comú, Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Contigo Navarra participaron en el congreso.

Lo cierto es que pocas veces se ha visto en política algo igual. Sumar, un experimento ideado para unificar un espacio político disperso e impredecible, con menos de tres meses de vida oficial está en declive. Y en una posición de extraordinaria debilidad. El riesgo es que la amalgama de partidos de izquierda se fragmente aún más con el perjuicio que supone para la coalición con los socialistas. Todo puede saltar por los aires sin el único liderazgo que, a priori, era capaz de poner de acuerdo a todos los actores de la izquierda.

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