El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero redobló su papel de representante 'oficioso' del PSOE ante el chavismo tras comprobar que el empresario Víctor de Aldama, principal comisionista de la trama Koldo y artífice del rescate de Globalia, tenía una interlocución fluida con el Gobierno venezolano, particularmente con su vicepresidenta, Delcy Rodríguez.
Según fuentes conocedoras de los detalles que rodearon el desplazamiento, la noche del 19 de enero de 2020, del hoy exministro José Luis Ábalos al aeropuerto de Barajas por orden de Pedro Sánchez con el pretendido objetivo de impedir que Delcy Rodríguez accediera a territorio nacional, Aldama, que también se desplazó por su cuenta a Barajas esa noche, "no fue informado de la llegada de la vicepresidenta de Maduro por nadie del Ejecutivo español; no lo necesitaba: tenía hilo directo con los gobernantes venezolanos para saberlo".
El creciente protagonismo de Aldama en cuanto a su papel de 'conseguidor' de la empresa de los Hidalgo llevó a estos a prescindir de las labores de mediación desplegadas por Rodríguez Zapatero, quien si bien logró que Nicolás Maduro recibiera al presidente de Globalia, fracasó en su intento de que la empresa cobrara de Venezuela por la imposibilidad de sortear las sanciones impuestas al país por Estados Unidos, así como por la proclamación de Juan Guaidó como presidente en enero de 2019, circunstancias que desembocaron en la paralización del compromiso venezolano de liquidar la deuda a cambio de una alianza estratégica con Air Europa.
Los intereses de Delcy en Madrid
De hecho, en fuentes conocedoras de lo sucedido en Barajas aquella noche se explica el empeño de la vicepresidenta de Venezuela de acceder a territorio español en su interés en reunirse con el expresidente socialista, así como en llevar a término algunas actividades en Madrid de índole personal, entre ellas una visita médica.
De acuerdo con lo asegurado por Globalia, Zapatero no percibió ningún pago por estas gestiones, al contrario que su sucesor en el encargo, que cobró cinco millones de euros, pero no asumió este 'cambio de caballo' de buen grado: a partir de entonces, intensificó sus relaciones en Venezuela para presentarse ante el PSOE y su propio secretario general como el interlocutor principal del partido y de Moncloa ante el chavismo y en entidades en la órbita de la izquierda populista iberoamericana, como el Grupo de Puebla.
Asimismo, Zapatero empleó esta creciente red de influencias que lo consolidaron como 'embajador' del sanchismo ante Caracas y las terminales políticas de la izquierda populista en otros países latinoamericanos para recuperar también su cuota de liderazgo en el partido que controló durante doce años, entre 2000 y 2012.
El nexo originario entre Koldo y Aldama
Las relaciones de Aldama con el PSOE se retrotraen a mucho antes de la etapa de Ábalos como ministro de Transportes y secretario de Organización de la formación. De hecho, este vínculo comenzó originariamente por el contacto entablado entre Koldo García y el empresario y abogado hace años, cuando ambos trabajaron para el empresario Alberto Cortina, según ha podido saber Vozpópuli, en una época en la que Zapatero ya descollaba en las filas socialistas hasta hacerse con el control del partido.
Sectores críticos del PSOE asumen esta progresiva 'zapateromanía' impulsada por el propio Sánchez entre la perplejidad y la resignación, convencidos de que "el hecho de que la referencia del actual partido sea alguien ligado al pasado es un síntoma de que el proyecto no tiene futuro". Sin embargo, el ala oficial de Ferraz, naturalmente con el plácet de Sánchez, está estirando como un chicle el presunto ascendiente del expresidente sobre la ciudadanía. Como ejemplo más reciente, ha sido protagonista del cierre de campaña de las europeas que se celebran este domingo y escogido para enviar un mensaje telefónico del PSOE a los electores.
Una pieza clave en la estrategia sanchista
Más allá de que su nombre fue barajado seriamente para encabezar la candidatura socialista al Europarlamento, se ha erigido también como pieza imprescindible en la estrategia del PSOE en este largo ciclo electoral, y utilizado para reforzar el ardid sanchista con el que pretende azuzar el miedo a la ultraderecha, poner sordina al 'caso Begoña Gómez' y hacer pedagogía en torno a las supuestas bonanzas de la ley de amnistía, entre otros servicios prestados por alguien que ha llegado a ser definido en fuentes socialistas críticas con la actual dirección como "guía moral, vicepresidente sin cartera y principal asesor áulico de Pedro Sánchez".
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