"Puede ser que sean personas peligrosas", aseveró el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, en relación con los tres buzos españoles sorprendidos en medio de la tormenta, de madrugada, en Gdansk; un enclave estratégico por la proximidad de instalaciones militares y energéticas. Aunque los submarinistas alegaron que estaban buscando ámbar marino, la coartada pareció no convencer a las autoridades ni a la prensa polaca, que recordaban la dificultad -y el riesgo- que supondría esta labor bajo aguas agitadas. ¿Cuál era el verdadero motivo que empujó a los tres españoles a desarrollar esta actividad? Se especuló con el espionaje o alguna actividad ilícita, pero Polonia zanja el episodio sin ofrecer una respuesta clara, con la única decisión administrativa del abono de una multa... que aún no se ha pagado.
El episodio tuvo lugar a principios de este año. Rondaban las dos de la madrugada cuando los servicios de búsqueda y salvamento marítimo de Gdansk se desplegaron en las inmediaciones de la desembocadura del río Wisła Śmiała tras recibir un aviso de una incidencia en un barco en medio de una tormenta. Al llegar se encontraron con una embarcación que amenazaba hundimiento y que no cumplía con los requisitos marcados para la navegación, al carecer de la señalización reglamentaria, imprescindible para ser visto en mitad de la noche por otros barcos.
A bordo viajaban tres hombres que se identificaron como ciudadanos españoles. Contaban con equipo de buceo de primer nivel, incluido un scooter submarino que permite bucear a grandes profundidades dotando al submarinista de un sistema de propulsión. Los buzos alegaron que estaban buscando ámbar marino -que alcanza un elevado valor en el mercado internacional-, una actividad habitual en la región, pero no en esas condiciones meteorológicas ni en esa época del año. Tampoco contaban con permiso para hacerlo.
Los tres submarinistas fueron trasladados a dependencias policiales, donde insistieron en su coartada. Pese a que sólo uno de ellos tenía pasaporte, las autoridades únicamente tomaron declaración a los individuos y les dejaron en libertad.
Polémica en Polonia
El episodio suscitó una profunda polémica entre la prensa polaca, que no entendía la decisión de las autoridades, teniendo en cuenta que los buzos españoles fueron sorprendidos en una zona próxima a infraestructuras críticas, protegida ante amenazas de sabotaje o espionaje; una amenaza que ha cobrado aún más relevancia en el contexto de la influencia proyectada por Rusia en todo el flanco este de Europa a partir de la guerra de Ucrania.
También se especuló con la posibilidad de que se tratase de contrabandistas, colaboradores de alguna organización criminal dedicada al tráfico de estupefacientes, encargados de recoger la droga trasladada hasta esa zona próxima a Gdansk a bordo de otra embarcación. No fue fácil seguir el rastro de los tres individuos, teniendo en cuenta que facilitaron números de teléfono falsos o con una numeración errónea. Con todo, la prensa nacional polaca siguió su pista y logró determinar el lugar en el que los buzos alquilaron la embarcación y dónde se alojaron. Todos los indicios hacían sospechar que abandonaron el país poco después del incidente.
La polémica alcanzó las principales cotas políticas de Polonia, con la oposición reprochando al Gobierno la decisión de dejar en libertad a los tres buzos españoles. Lo cierto es que el primer ministro, Mateusz Morawiecki, admitió que había encargado a los servicios secretos polacos que investigasen lo sucedido, con el ánimo de aclarar las verdaderas intenciones de los submarinistas.
El pago de una multa
Uno de los principales periódicos del país, Rzeczpospolita ['República', en polaco], cita fuentes de seguridad del país y descarta el espionaje como hipótesis destacada en la investigación, si bien mantiene sobre la mesa la teoría del contrabando. Con todo, el episodio aún mantiene más preguntas que certezas, sin llegar a aclarar la verdadera identidad de los buzos ni sus intenciones en las inmediaciones de Gdansk.
Pese a ello, las últimas informaciones apuntan que las autoridades polacas zanjan el misterioso episodio con la imposición de una multa de 3.000 zlotys (poco más de 650 euros, al cambio) para el conductor de la embarcación, atendiendo a una sanción administrativa por incumplir con las normas de navegación establecidas. La prensa nacional manifiesta su sorpresa por la decisión, considerando que a los tres sospechosos les ha salido "gratis" la actuación ilícita: por el momento, el individuo requerido para el pago de la multa no ha contestado a los requerimientos ni abonado la cantidad requerida.
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