La primera y principal exigencia de Bildu al Gobierno de PSOE y Podemos para aprobar los Presupuestos Generales del Estado es el final de la dispersión de los presos de ETA. Esto es, el traslado masivo de 200 reclusos etarras a cárceles del País Vasco y Navarra. Pero esa reclamación, cuya puesta en marcha íntegra se antoja complicada, no es la única. Los bildutarras, empeñados desde hace tiempo en reforzar su imagen de partido de izquierdas, también reclaman al Ejecutivo de Pedro Sánchez diversas políticas laborales y fiscales que, por otra parte, chocan de frente con las propuestas del otro socio vasco del Gobierno, el PNV.
Que Bildu exija al Ejecutivo de coalición el final de la dispersión de los presos de ETA no puede sorprender a nadie. Porque está es la principal reclamación que hacen las diversas marcas de la izquierda abertzale desde hace varias décadas. Lo novedoso sería que el Gobierno accediera a dicho cambio en la política penitenciaria. Hasta ahora ningún gobierno se ha llegado a plantear esa opción, si bien ahora, con la banda terrorista disuelta y con un Gabinete con necesidades aritméticas, parece más factible que antes. Los acercamientos de etarras de las últimas semanas, así como su salida de las celdas de aislamiento abonan esta posibilidad.
Sabedores de que el cumplimiento íntegro de esa exigencia es complicado, los bildutarras han admitido públicamente que se lo piden al Gobierno, sí, pero han añadido que no están en una estrategia de "presupuestos por presos". Sólo el coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi, y el líder de Podemos y vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, conocen el alcance real de su acuerdo. El tiempo dirá si el tema de los reos es o no una contrapartida por el respaldo a las cuentas públicas. Pero lo seguro es que los partidos del Ejecutivo de coalición alcanzan cada vez más acuerdos con los bildutarras, como demuestra el pacto presupuestario en Navarra.
Los otros asuntos
En todo caso, Bildu quiere más cosas a cambio de sus votos. Cuando anunció su sorprendente voto favorable a las cuentas "si nada se tuerce", el propio Otegi hizo hincapié en que el Ejecutivo debe cumplir una "agenda social" que se traduce en diversas políticas de izquierda. Como viene informando este diario, hace meses que en Bildu están empeñados en reforzar su imagen de izquierdas para ubicarse como única alternativa real al PNV en Euskadi. Estrategia que, por cierto, les funcionó en las elecciones autonómicas del pasado verano, cuando lograron recabar más votos precisamente en detrimento de Podemos.
Sánchez e Iglesias tienen que hacer encaje de bolillos si quieren contentar a mismo tiempo a sus dos socios vascos. Porque las exigencias de Bildu son exactamente opuestas a las del PNV
La prueba del nueve para Bildu es la derogación de la reforma laboral. Después del famoso acuerdo entre PSOE, Podemos y Bildu que incluía dicha derogación, lo cierto es que todavía no ha habido avances en esa materia. Por ello el diputado bildutarra Óskar Matute ya dejó claro en el pleno del Congreso de esta semana que esa reclamación es innegociable.
Un impuesto a la riqueza
El otro asunto que para Matute y compañía de antoja irrenunciable es un cambio en materia fiscal. Bildu aboga por una subida de impuestos "a los más ricos y no solo a los superrricos". Es decir, un aumento impositivo bastante similar al que ya incluye el borrador de Presupuestos que en su día presentó el Gobierno de PSOE y Podemos. Pero yendo más allá. En palabras de Matute, es necesario un impuesto a la riqueza. Defiende, en concreto, "un modelo fiscal capaz de hacer real que quien más tenga más pague, que subir impuestos a quien más tiene no solo sea una posibilidad sino una obligación, un imperativo ético".
Sánchez e Iglesias tienen que hacer encaje de bolillos si quieren contentar a mismo tiempo a sus dos socios vascos. Porque las exigencias de Bildu son exactamente opuestas a las del PNV. Un ejemplo es lo que ocurre con el ya célebre impuesto al diésel. El Ejecutivo tuvo que anunciar su retirada para complacer a los peneuvistas (y a Ciudadanos) pero los bildutarras sí son partidarios de ese nuevo gravamen.
Durante el pleno de esta semana ya se evidencio que esas diferencias son difícilmente compatibles. La titular de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, defendió como algo positivo para Euskadi la fuerte inversión incluida en las cuentas para construir el Tren de Alta Velocidad (TAV). Una infraestructura que Bildu rechaza de plano frente a la posición del PNV, que solo hace unos días se vanagloriaba de haber conseguido el aumento de la inversión para esas obras.
Pese a tantas diferencias y a tantas exigencias cruzadas, también es posible que Bildu renuncie a algunas de sus exigencias porque con el movimiento de esta semana ya ha conseguido uno de sus objetivos que además comparte con Podemos: alejar a Ciudadanos del Gobierno. Eso, para Otegi y los suyos, ya es bastante botín. Pero tal vez haya otros compromisos ocultos. Ya dijo Iglesias esta semana que la política es "el arte de lo que no se ve".
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