Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en una musa de la que aprender por parte de las derechas europeas tras lograr la mayoría absoluta en Madrid el pasado 28-M. Así lo asegura The Telegraph en un artículo en el que alaba la gestión de la presidenta de la capital. "Si el PP hubiera tenido la sensatez de convertirla en líder nacional el año pasado, ahora estaría arrasando", cuenta el artículo.
El artículo cuenta que España, pese a tener "una mala pandemia", encontró en Ayuso una política que "mantuvo Madrid abierto, haciendo campaña bajo el eslogan de una sola palabra: libertad". El texto prosigue con los halagos: "Luego redujo los impuestos y le dio a la gente más opciones sobre qué escuelas y hospitales usar. Su campaña más reciente la lanzó en la plaza de toros". Los madrileños la devolvieron con mayoría absoluta".
The Telegraph afirma que lo único que la izquierda puede hacer para contrarrestarla "más allá de desatar el abuso personal que las mujeres conservadoras siempre parecen atraer, es acusarla de ser demasiado cercana a Vox y, por implicación, de extremista".
El medio inglés hace repaso de las últimas elecciones del país para demostrar como, también allí, la derecha está ganando ciudades. Traslada el ejemplo al caso de España, donde sentencia que todas las ciudades "habían visto avances para Vox", excepto el Madrid de Ayuso, donde "el tradicional partido conservador, el Partido Popular (PP), amplió su ya impresionante mayoría". Asegura que esta es la clave en la que deberían fijarse los tories.
Vuelve a referirse a la extrema derecha para destacar varios aspectos de sus políticas: "Vox siempre ha sido económicamente liberal, defendiendo la libre empresa y la libre competencia, así como la libertad de expresión y la libre asociación". También de la formación de Santiago Abascal, destaca su aversión hacia los movimientos separatistas y les reconoce una "política con un amplio disgusto por el wonry" y argumenta que "quieren restaurar la ciudadanía igualitaria como la base principal de la identidad".
El artículo trata de analizar "por qué la vieja izquierda ha visto colapsar su apoyo" a nivel europeo. Achaca este cambio a los nuevos patrones de trabajo. "No espero que mis hijos tengan un trabajo como entendíamos la palabra en el siglo XX", sentencia, "pasarán por la vida constantemente recapacitando, trabajando independientemente y adaptándose a medida que la tecnología se acelera". Aprovecha esta última afirmación para abordar uno de los temas más populares de la actualidad, la inteligencia artificial: "no nos hará redundantes; esa afirmación se ha hecho de cada avance en la mecanización desde la revolución industrial, sin embargo, el número de personas con trabajo sigue aumentando". Por ello, "los partidos vinculados a la mano de obra industrializada en masa no parecen tanto anticuados como cultos", "las estructuras, consignas y símbolos de la lucha sindicalista parecen pertenecer, literalmente, a otro siglo".
Traslada esto al Parlamento Europeo, en el que destaca como el bloque formado por los partidos socialdemócratas y laboristas habían mantenido una mayoría permanente hasta 1999. "Ese año, el año en que me convertí en eurodiputado, perdió, pasando del 34,2 por ciento de los escaños al 29,4", asegura el autor del artículo sobre su propia participación en la política europea.
"Tony Blair nunca se atrevió a pronunciar su nombre", continúa, haciendo referencia al propio término "socialista" que él prefería nombrar, incorrectamente, como "grupo laborista europeo". "Quizás por eso, de los ocho líderes por los que ha pasado el laborismo en los últimos 45 años, Blair es el único que ha ganado unas elecciones generales", sentencia.
Vuelve a España, país donde, según asegura, "los antiguos encantamientos aún guardaban un poco de su magia". Se refiere a Pedro Sánchez como "el apuesto y bien hablado" y recuerda que fue uno de los últimos socilaistas que se encontró en las cumbres de la UE. "Pero el PSOE acaba de perder las elecciones autonómicas españolas de tal forma que Sánchez se sintió impulsado a disolver las Cortes", explica en The Telegraph.
"Sus porristas lo aclaman como un movimiento audaz de un estratega inteligente, pero no lo creo", continúa en el mismo artículo. Además, achaca a Sánchez convertirse en el primer ministro que estaba dispuesto a hacer algo que ningún líder anterior del PSOE había considerado aceptable: "trabajar con los herederos del movimiento terrorista vasco para derrocar a un líder conservador", "luego presidió una coalición de separatistas y extremistas de izquierda; precisamente el tipo de alianza loca, de hecho, que Starmer podría terminar liderando aquí".
Repite que la estrategia de Sánchez de adelantar las elecciones no es una táctica inteligente, sino que lo ha hecho porque, de lo contrario, "sería golpeado por un partido que ha perdido el control de partes del país que había mantenido continuamente desde la muerte de Franco".
"No, nuestro Partido Laborista encontrará poco consuelo en lo que está pasando al otro lado de los Pirineos. Pero nuestro Partido Conservador podría aprender una o dos cosas", vuelve a repetir pidiendo a los tories que tomen nota.
El artículo recoge también una encuesta popular realizada en la ciudad de Madrid durante la semana electoral. Algunas cosas llaman la atención de inmediato al observador británico: "los jóvenes no son monolíticamente de izquierdas", de hecho", "muchos de ellos apoyan a Vox, el partido que los comentaristas extranjeros casi siempre describen como de extrema derecha".
También culpa a España de "no estar tan despierta como la sociedad anglosajona". "Tiene sus fallas", alega, "una de las cosas que la oposición sostuvo contra Sánchez fue su apoyo a una ley de autoidentificación de género como la que respaldó Nicola Sturgeon".
Hace un paralelismo entre las dos naciones: "el PSOE acusa a los derechistas de nostálgicos del franquismo", comienza, "pero, en un país donde se necesita tener más de 50 años para recordar al 'viejo bruto', esa acusación ya no tiene fuerza". Se traslada entonces a su propio país para sentenciar que: "del mismo modo que los únicos británicos que insisten en la nostalgia imperial son los conservadores, los únicos españoles que siguen refiriéndose a la dictadura son los izquierdistas".
"El argumento más fuerte a favor de la izquierda es la impopularidad del otro lado". Hace una retrospectiva a 2004, momento en el que José María Aznar dimitió. Afirma que desde ese momento el PP ha sido visto "como una alternativa de agua y leche a los socialistas, que hacían todo el trabajo" y justifica el nacimiento de Vox con este suceso.
Apunta una lección de las pasadas elecciones municipales y autonómicas: "a los votantes no les importan mucho las acusaciones de extremismo". Pero sí se preocupan por el aumento de los impuestos y el aumento de los precios". Finaliza asegurando que cuando el votante confía en un partido de derechas para estos temas,a la izquierda ya no le queda nada.
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