Si Instituciones Penitenciarias adapta sus menús a las distintas confesiones religiosas en la cárcel, ¿por qué no beber vino en las comidas?. Basta con declararse discípulo del Dios Baco, el dios del fruto de la vid. Esa es la conclusión a la que llegó recientemente un preso de la cárcel alavesa de Zaballa. Tanto que remitió una carta al director de la prisión reclamando sus derechos como primer miembro de la Iglesia de Baco.“Teniendo en cuenta que en este centro los alimentos se reparten en función de las creencias religiosas de cada uno, solicito acogerme a ese derecho”, así arranca la carta de este recluso a la que ha tenido acceso Vozpópuli y sobre la que Instituciones Penitenciarias ha reconocido su autenticidad."Pongo en conocimiento del centro que soy discípulo del dios Baco (Dios del vino), por ello solicito por favor que se me de vino en las comidas para poder cumplir las normas de mi religión. Muchas gracias", concluye en un breve escrito fechado el pasado 6 de mayo.Este discípulo del Dios Baco, de apenas 25 años de edad lanzó así su solicitud, que no ha sido atendida por el centro, según las fuentes penitenciarias consultadas por este periódico. Tendrá que esperar a recuperar la libertad para poder retomar los oficios propios de su creencia.
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