El curso 2019-2020 suspendieron muchos menos alumnos que en etapas anteriores. Y no precisamente porque así lo quisieran sus profesores. A mediados de marzo, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma y el inicio del confinamiento a causa de la pandemia, más de ocho millones de estudiantes se quedaron sin clases presenciales. Ante la dificultad de valorar el progreso de los jóvenes con situaciones sociales tan diversas, el Ministerio de Educación -entonces capitaneado por Isabel Celaá- acordó con las comunidades autónomas que todos los alumnos pasaran de curso como norma general. Independientemente del número de asignaturas que les queden pendientes. La medida despertó muchas críticas entre los docentes.
La repetición se consideró una medida "de carácter excepcional" y dependía de la decisión de todo el equipo docente. Esto se tradujo en un volumen de suspensos mucho menor o, lo que es lo mismo: muchos estudiantes pasaron de curso cuando en otras circunstancias no lo hubieran conseguido.
Ahora, un profesor de Secundaria y Bachillerato ha denunciado a través de las redes sociales las consecuencias de aquella apuesta y la falta de preparación con la que llegan a determinados cursos. Su mensaje ha generado un amplio debate y muchos otros le han secundado. Vozpópuli se ha puesto en contacto con docentes de los sindicatos ANPE y CSIF para conocer la situación. "Ahora llegan a los últimos cursos de la etapa obligatoria con muchísimas lagunas", lamentan.
"Voy a plantear una muy impopular opinión, pero la situación que tengo en cursos altos de ESO y Bachiller es terrible. Los dos años escolares Covid han llevado a los alumnos a la insostenible situación de encontrarse en cursos para los que no están preparados en absoluto", arranca la publicación de este profesor que cuenta con más de 30.000 seguidores en Twitter.
Y continúa: "Alumnos que no han tenido oportunidad de desarrollar conocimientos y aptitudes debido a la falta de presencialidad, que se ha demostrado vital, y a la normativa de 'aprobado general' que planteó Educación el curso que estuvimos en cuarentena. Alumnos que han subido ¡hasta dos cursos! sin que su aprendizaje real haya sido tenido en cuenta, afrontando actualmente unos niveles de trabajo y de exigencia que están totalmente fuera de su capacidad".
"¿Y qué hacemos? ¿Cómo asume un alumno que debió repetir 4º de la ESO la exigencia que pide un 2º de Bachillerato? ¿Cómo puede un alumno aprobado en Selectividad con un examen regalado adecuar su nivel académico sobrevalorado con el trabajo que requiere un grado universitario?", se pregunta. "Es terrible", concluye este profesor.
"Aquellos que se encontraron con el aprobado en 4º de ESO, ahora en 2º de Bachillerato están con una angustia que parece que se la estamos creando los profesores. No se habla del esfuerzo ni del trabajo. Fue muy fácil el aprobado general. Han hecho un daño terrible", opina otra.
"Yo me veo obligado por primera vez a cambiar el modelo de examen de Filosofía de 2º de Bachillerato. La mayoría son incapaces de comprender los textos. No me había pasado nunca", reconoce un tercero.
Otro profesor, en este caso universitario, se suma a la conversación: "Pues imagina qué está pasando ahora mismo en los primeros cursos de carrera. Podrías decir 'Es la Universidad, que espabilen...', pero no funciona. Las deficiencias son abismales. Tengo compañeros en la Facultad y evaluadores de Selectividad que se plantean plantarse... Escandaloso".
Profesores contra el 'café para todos'
Julio Díaz, presidente del sindicato ANPE en Galicia, explica a Vozpópuli que, durante la pandemia, detectaron grandes diferencias entre los alumnos que tenían mala conexión a Internet y menos apoyo en sus casas y los que tenían recursos. "El que tenía medios pudo seguir las clases online y tuvo refuerzo en academias. Pero otros, muchos de ellos con familias desestructuradas, ni se conectaban. Nos vimos negros para que estudiasen, les perseguíamos... Quedaron prácticamente desamparados durante el confinamiento", señala.
"Luego llegó el Ministerio de Educación con el 'café para todos'. Los más desprotegidos pasaron de curso sin haber tenido apoyo ni refuerzo y ahora no saben superar las pruebas. Si te van dejando pasar sin que hayas adquirido los conocimientos oportunos, vas a tropezar cada vez que tengas que conseguir los títulos", opina.
Mario Gutiérrez, responsable de Educación del sindicato CSIF, opina que el llamado 'aprobado general' "con excepciones" que tuvo lugar el curso 2019/2020 podría tener "cierta justificación" por la pandemia. Sin embargo, destaca que la nueva ley de Educación, la Lomloe, supone una relajación en cuanto a los criterios para promocionar "dejando a los pies de los caballos a los profesores".
No hay un criterio global que sustente jurídicamente a los profesores. Los alumnos pueden recurrir lo que consideren
En aras de reducir al máximo la repetición y el abandono escolar temprano, la llamada 'ley Celaá' implica, entre otras novedades, obtener el título en ESO sin límite de suspensos. A diferencia de la anterior normativa, no existe una cifra concreta de materias no superadas que impida graduarse. La decisión depende del equipo de profesores que dan clase al estudiante.
"No hay un criterio global que sustente jurídicamente a los profesores. Los alumnos pueden recurrir lo que consideren. Algunos políticos y medios de comunicación están instaurando la idea de que repetir es un problema cuando realmente es solo el síntoma del problema. Hay niños que no han tenido recursos suficientes ni apoyos y por eso repiten. Si un grupo de profesores decide que hay que dar refuerzo a un alumno para que pueda pasar de curso, la administración debería facilitárselo", sostiene Gutiérrez.
En este sentido, apunta, las ratios son demasiado altas. "En España hay 25 alumnos por clase desde los años 90, lo cual no facilita la atención a los alumnos y la calidad de la enseñanza. Se dan falsas esperanzas a los alumnos y luego llegan los fracasos. Han pasado sin tener que pasar y se ven frustrados y con problemas en los cursos posteriores", insiste.
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