España

El miedo a una debacle del PSC presiona a favor de recuperar la marca PSOE en Cataluña

Los socialistas pueden quedar como cuarta o quinta fuerza política en las elecciones del domingo, posibilidad que vuelve a despertar voces favorables a recuperar la marca propia en Cataluña.

“No hay alternativa a Miquel Iceta, incluso en el peor de los escenarios”, asegura una fuente del PSC que conoce bien por dentro el partido y que prioriza la sensatez y la valía política del hoy primer secretario de los socialistas catalanes sobre cualquier nuevo ensayo para cambiar de liderazgo en un momento tan convulso como el que se abrirá en Cataluña y en el resto de España a partir de las elecciones del domingo.

Las encuestas colocan al PSC como cuarta o quinta fuerza política, a pesar de que en las pasadas municipales se mantuvo en segunda posición reteniendo algunas alcaldías importantes. En las últimas elecciones autonómicas, celebradas en noviembre de 2012, los socialistas catalanes obtuvieron 20 escaños, con el 14% de los votos, y ahora los sondeos más fiables le dan 14 con un respaldo electoral cercano al 12%.

Los sondeos colocan al PSC como cuarta o quinta fuerza en las elecciones del domingo, sin margen de maniobra para influir

De la vieja guardia socialista, es el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra quien más ha sobresalido en la defensa de resucitar en Cataluña la marca PSOE con el objetivo de volver a aglutinar a todos los sectores sociales que en su día auparon al socialismo catalán a la primera posición, brindándole el acceso al Gobierno de la Generalitat. En realidad, reconocen fuentes de la ejecutiva federal, es lo que en esta campaña se ha intentado hacer con la marca PSC, aprovechando el tirón que casi siempre ha demostrado el expresidente Felipe González en Cataluña y paseando, incluso, a la presidenta andaluza, Susana Díaz, a sabiendas de que será uno de los principales diques de contención de cualquier cesión al nacionalismo cuando el PSOE empiece a definir de verdad lo que entiende por modelo de Estado federal y precise la reforma constitucional que desde hace años abandera como solución para resolver el problema catalán.

El peligro de convertirse en una formación marginal

Desde el socialismo andaluz, el extremeño y el castellano-manchego, sobre todo, las mismas voces críticas que en política económica y social defienden planteamientos muy parecidos a los de Podemos, en todo caso mucho más radicales de los que albergan importantes miembros de la actual ejecutiva, comparten la idea de prescindir de una vez por todas de las siglas PSC en Cataluña en el caso de que el domingo se demuestre que ha quedado reducida a una formación marginal y pierda cualquier margen de maniobra para influir en el nuevo mapa político que está a punto de estrenarse en esta comunidad.

Las críticas no van dirigidas contra Iceta, abanderado de una política conciliadora y pactista, sino contra quienes desde las sucesivas cúpulas del PSOE han aguantado en la última década carros y carretas sin responder a los desplantes de Pasqual Maragall, del tripartito que presidió José Montilla y, con posterioridad, a los vaivenes de Pere Navarro y sus apuestas a favor del llamado derecho a decidir, finalmente neutralizadas tras un acuerdo con Rubalcaba.

La federación andaluza es el principal dique de contención contra cualquier cesión al nacionalismo

“Hace años, el PSC nos era imprescindible para ganar unas elecciones generales, pero si el domingo sucede lo que muchos tememos, quedará demostrado que no solo no aporta nada sino que, incluso, nos perjudica. De ahí que haga falta valentía y coraje para plantearnos la urgencia de recuperar el distintivo del PSOE en Cataluña y de recobrar nuestras viejas esencias”, resume un veterano diputado socialista, convencido de que con el tiempo ésta será la solución, a poco que en el grupo parlamentario que se formará después de las legislativas, a partir de enero, el PSC vuelva a reclamar grupo propio o regrese con reivindicaciones que otras federaciones con mayor peso, la andaluza la primera, no estén dispuestas a tolerar.

En esta legislatura, los socialistas catalanes han hecho valer la influencia de sus 14 diputados en Madrid, más bien escasa teniendo en cuenta que la sangría que sufrió el PSOE en las últimas elecciones generales, en las que perdió tres millones y medio de votos, fue especialmente punzante en  Cataluña, donde se dejó más de 350.000 electores, quedándose en un porcentaje de apoyos del 14%, muy lejano del 36% conseguido cinco años antes cuando se aupó como el partido ganador.

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