El PSOE intentará que se registre en el Congreso la iniciativa que conduzca a una ley de amnistía antes de la investidura de Pedro Sánchez. Junts y ERC, los socios independentistas de Moncloa, presionan para que el trámite se inicie cuando antes. Aunque no ha trascendido si será iniciativa de ellos o conjunta de la mayoría que vote al líder socialista. Fuentes republicanas y socialistas confirman que ese es el plan y que está encima de la mesa. Ese es, además, uno de los motivos por los que la fecha del 'momento Sánchez' en el Congreso se retrasa casi cada día.
Para el jefe del Ejecutivo es bueno que los partidos presenten planes para encajar la amnistía en la Constitución y en el actual marco legal. Todo parece indicar que el pacto se quiere cerrar con todas las fuerzas de la investidura para dejar a sus detractores -PP y Vox fundamentalmente-, en evidencia y frente a un rodillo. El marco que quiere instalar Moncloa es que si la amnistía cuenta con el respaldo de la mayoría absoluta de la Cámara, tiene el respaldo absoluto de los españoles si, en efecto, se vota la ley sale adelante.
Solo la mera admisión a trámite de la iniciativa supondría acudir a la investidura reforzado. Es más, serviría como fianza para el independentismo. Es decir, un seguro de que han logrado su objetivo y así poder vender a su parroquia el voto a favor de Sánchez. Cabe recordar que Junts ya ha avisado de que no contempla una abstención y darán al candidato socialista un 'sí' o un 'no'.
La medalla que buscan Moncloa y los independentistas
La imagen del Ejecutivo ganando una votación más (tras la de la conformación de la Mesa de la Cámara y la del uso de las lenguas cooficiales) es, en definitiva, una medalla que también busca Moncloa en contraposición a PP y Vox. Más aún tras los pitos que recibirá el presidente este jueves, en la parada militar por la Fiesta Nacional, y que el PSOE ya ve como una burda instrumentalización de los populares de los "símbolos de todos". Aunque Génova no ha dicho una sola palabra del 12-O ni ha entrado a justificar los abucheos al jefe del Ejecutivo.
Sánchez se refirió la semana pasada a la amnistía. Y, por fin, dijo la palabra de marras que persigue desde las elecciones del 23 de julio. Y lo hizo para justificar los beneficios que, considera, producirá para destensar la crisis política en Cataluña: "Es una forma de tratar de superar las consecuencias judiciales a la situación que vivió España, con una de las peores crisis territoriales de la historia de la democracia, en el año 2017".
El presidente en funciones desvincula por completo la medida de gracia de su investidura pese a ser una exigencia inamovible de los partidos independentistas (Junts y ERC) que deben votarle en el Congreso para revalidar La Moncloa. Y pese a que él mismo haya negado la posibilidad de articular la amnistía de marras antes de las últimas elecciones generales.
Noviembre, la clave
Como ya contó este diario, Sánchez está decidido a llevar su investidura a noviembre pese a que su entorno ha repetido hasta la saciedad que la quiere "cuanto antes", a ser posible en la segunda mitad de octubre. Pero el camino se ha llenando de obstáculos. Primero fue la exigencia del independentismo al PSOE de iniciar el proceso que siente las bases de un futuro referéndum en Cataluña a cambio de apoyar al presidente del Gobierno en funciones para que siga en Moncloa. Aquello supuso un cambio de planes radical. Sánchez respondió alargando la fecha como amenaza de repetición electoral.
Pero Junts, claro está, también juega sus cartas. El partido de Carles Puigdemont tendrá que ver el resultado de la votación que organizará el llamado Consejo de la República, un ente apartidista pero manejado por el expresidente catalán. Ese órgano preguntará sobre un hipotético acuerdo con Sánchez. Y, aunque, no es vinculante para la dirección del partido independentista, sí será un elemento de presión. El presidente, además, deberá someter a consulta de la militancia socialista "los acuerdos" a los que llegue con los diferentes partidos con los que quiere contar para mantenerse cuatro años en Moncloa. Es más, el PSOE y Sumar se han dado este mes de octubre para cerrar un acuerdo de gobierno.
Lo que está claro es que será el propio Sánchez quien ponga la fecha de su prueba del algodón en la Carrera de San Jerónimo. Y así lo reconoció el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras su encuentro con el presidente en funciones. Sánchez, por ahora, sigue sin tener los apoyos para ganar la investidura. Se trata de una falta de respaldo buscada, porque el PSOE quiere, por un lado, llevar la negociación al límite. Y, por otro, rebajar el precio de la investidura en la medida de lo posible ante el temor de sus socios potenciales a una repetición electoral. Las expectativas electorales de Puigdemont, ERC y el propio PNV son ahora mismo alarmantes según sus propias encuestas. "Lo único que no quiere el PNV son elecciones", dicen estas fuentes.
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