La investidura de Pedro Sánchez está en el alero. Así lo creen sectores del PSOE que ahora mismo ven más cerca la repetición electoral que un nuevo Gobierno de coalición. La clave sigue estando en Junts per Catalunya. El PSOE cree tener atado el acuerdo de amnistía, que se ha negociado con el ala convergente del partido, según explican diversas fuentes a Vozpópuli.
Pero de nada sirve esa amnistía pactada sin el visto bueno del líder de Junts, Carles Puigdemont, que amenaza con volar todo por los aires en su empeño por bien apalabrar un referéndum de autodeterminación, bien exigir un reconocimiento al Estado de la legitimidad de la consulta ilegal del 1 de octubre del 2017.
La firma del acuerdo de coalición entre Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz ha sido más un "teatro" que un verdadero paso hacia delante. Todo, hasta la sala del Museo Reina Sofía de Madrid elegida para la puesta en escena, ha transmitido "improvisación". Así lo temen diversas fuentes socialistas, que consideran que el tiempo de la negociación básicamente ha terminado. "Todo lo que no se ha pactado ya es imposible resolverlo ahora deprisa y corriendo", dicen estas fuentes. "Han pasado más de tres meses desde las elecciones".
El PSOE y el ala convergente de Junts
El pacto PSOE-Sumar era necesario para la investidura, pero falta el acuerdo imprescindible. Sánchez necesita los siete diputados de Puigdemont para conservar La Moncloa, porque el partido separatista acordó al inicio de este proceso que su voto sería 'sí' o 'no' y que no mercadearía con la abstención. Fuentes consultadas por este diario explican que los negociadores del PSOE, liderados por Félix Bolaños, tienen atada la amnistía que era una condición sine qua non de Puigdemont.
Pero dicho acuerdo se ha gestado fundamentalmente con la parte convergente de Junts, Jordi Turull al frente. Mientras Puigdemont, dicen`, está centrado en que el acuerdo de investidura incluya algún tipo de promesa concreta de referéndum de autodeterminación que pueda vender a su parroquia. El referéndum en Cataluña, que incluye demandas como la del relator/mediador nacional o internacional, es la que más preocupaba al Gobierno en los últimos días. La amnistía para Puigdemont y los líderes del procés del 2017 ya se daba por descontada.
No es un secreto a voces que la confianza entre Ferraz y ex president de de la Generalitat es escasa y que el PSOE cree que Puigdemont es impredecible. La prueba de esas dudas, dicen estas fuentes, está en que la coalición PSOE-Sumar no ha dedicado una sola línea a Cataluña en su acuerdo. Y también en el resultado de la consulta a los miembros de ese órgano unipersonal de Puigdemont llamado Consejo de la República, que ha votado a la búlgara -un 75%- por "bloquear" la investidura de Sánchez.
"Viven mejor contra el PP"
Así las cosas, el PSOE duda. El entorno de Sánchez y Ferraz -o sea el oficialismo- piden calma. Dicen que hay margen y que el acuerdo con Sumar pone la pelota ahora en el tejado de Puigdemont y les da margen para negociar. La fecha límite es el 27 de noviembre y la investidura sigue sin fecha. Pero hay quien empieza a perder la fe. Son cargos medios -próximos y antónimos de Sánchez- que se resignan a volver a las urnas en enero.
En su opinión, el separatismo ha demostrado ser "insaciable". "Siempre van a pedir algo más", dicen. Y lo que interpretan de lo ocurrido en los últimos días es que los partidos independentistas y, en especial, Puigdemont están pensando en clave catalana.
Los acuerdos con Sánchez la pasada legislatura solo han reportada beneficios al PSC. Y existe un verdadero temor en las filas de ERC y Junts por perder las riendas de la Generalitat. Si esta negociación fracasa, explican estas fuentes, pueden recuperar el discurso victimista y enfrentarse a un posible Gobierno PP-Vox.
"Contra el PP viven mejor y ellos están pensando en las elecciones autonómicas (previstas para 2025)", explican estas fuentes. "¿Qué sentido puede tener para ellos esperar un referéndum que seguramente no se convoque?"
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