España

El PSOE se lanza contra Pablo Iglesias: "Vive mejor de activista que en las instituciones"

Los socialistas están preocupados por la guerra entre Yolanda Díaz y Podemos y, por eso, se lanzan contra el exlíder morado. Ferraz necesita que Sumar se asiente y está dispuesto a ayudar

Hace tiempo que el PSOE se hartó de Pablo Iglesias. El historial de agravios entre el exvicepresidente del Gobierno y los socialistas es largo, aunque si hay uno que soliviantó especialmente a Ferraz fue la referencia a la "cal viva", cuando interpeló en el Congreso al expresidente Felipe González; una referencia a los GAL que se clavó como un puñal en el orgullo de los diputados socialistas. Ahora, con el exjefe morado fuera de la primera línea, lo que cansa en Ferraz es la guerra abierta que mantiene con Yolanda Díaz. Pero no solo, también las críticas que vierte desde los medios que le sirven de altavoz (muchas contra el PSOE). Por eso, el convencimiento de destacados dirigentes socialistas preguntados por este diario es que Iglesias "vive mejor de activista que en las instituciones".

En el PSOE creen que el exlíder morado puede arrepentirse de haber entrado en el Gobierno. Pese a que él mismo olió las contradicciones a las que se enfrentaría su espacio político si llegaba a Moncloa, el análisis que hacen destacados miembros de la cúpula de Ferraz es que Iglesias se siente más cómodo como agitador que sentado en un despacho intentando cambiar las cosas desde la política institucional. En plata: que a Podemos no le ha compensado su estancia en el Ejecutivo, porque ahora tiene difícil rentabilizar el clima de descontento.

Lo cierto es que ese fue uno de los grandes debates dentro de Unidas Podemos y generó roces que terminaron deshilachando el partido. Sin ir más lejos, Alberto Garzón, de Izquierda Unida, era partidario de dejar gobernar al PSOE en solitario prestándole apoyo con un acuerdo programático. Y los anticapitalistas, liderados por la andalucista Teresa Rodríguez, también rompieron con Podemos por dormir en el mismo colchón que el PSOE. Los socialistas achacan todo el histrionismo de Iglesias a su necesidad de separarse mediáticamente del poder que tocó.

El jaque a Podemos

No obstante, por mucho que intenten negarlo, Podemos está en jaque y muy cabreado con la ayuda que Moncloa presta a la vicepresidenta segunda. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz orquestaron la semana pasada, durante la moción de censura impulsada por Vox, la 'investidura' de la líder de Sumar como presidenciable. Y quedan 48 horas para que anuncie en Madrid su intención de concurrir como cabeza.

Lo cierto es que la incomodidad de Podemos no existe porque no quieran que Yolanda Díaz adquiera ese perfil, sino porque destroza la negociación interna y los equilibrios que intentan fijar con ella para encajar sus rostros en el proyecto y en la lista de la ministra de Trabajo. Podemos reitera que no hay novedades desde hace semanas, mientras que el entorno de Díaz asegura que las conversaciones son constantes. Eso sí, nadie en el espacio de Unidas Podemos salvo los morados tolera que haya reuniones bilaterales entre Díaz y los partidos. Ni las habrá. La jugada de Moncloa en la moción buscaba descolocar las piezas de Podemos. El presidente ayudó a Yolanda Díaz a impulsar su poder. Y lo volvió a hacer este martes, cuando vetó a Ione Belarra de la sala de prensa tras el Consejo de Ministros para que no presentara la ley de Familias, impulsada por su departamento.

En Ferraz llevan semanas lamentando el "problema de liderazgo" de la vicepresidenta segunda dentro de su espacio político, por ser incapaz de imponerse al núcleo duro que conforman Ione Belarra e Irene Montero. El lío del 'sí es si' ha sido un frío baño de realismo. De hecho Podemos lo usó para catapultar la figura de la ministra de Igualdad como candidatable. Por eso, Sánchez ungió a Diaz en público para formar un tándem electoral visible y reconocible.

El "problema de liderazgo" de Díaz

Mientras, el cielo de la izquierda se está pintando de negro. Las nubes amenazan una gran tormenta, porque Yolanda Díaz y Podemos, como contó este diario, no llegarán a un acuerdo antes de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. "Ambos esperan el reparto de cartas. Es una cuestión de poder. Si Podemos se despeña, Yolanda [Díaz] se reforzará. Si no, podrán seguir lanzando el órdago a todos los partidos con los que deben repartirse la tarta de Sumar", sintetizó una fuente relevante de Unidas Podemos. Así las cosas, el acuerdo para celebrar unas primarias conjuntas está lejos. Por mucho que Díaz esté presionando en público a Podemos para que vayan e intentar retratarles como los únicos que van contra la unidad de la izquierda.

Para más inri, Pablo Iglesias, consciente de su papel de activista -el que le achaca el PSOE-, aprovecha sus huecos mediáticos para bombardear a su sucesora. El exlíder de Podemos, según varias fuentes consultadas por este diario, está dispuesto a dinamitar el proyecto de la ministra de Trabajo si no logra puestos para los suyos en Sumar. Eso es lo que se está dirimiendo. Esta guerra no deja ser una cruenta contienda por el poder. Cada familia de la izquierda quiere que los suyos estén bien situados para lograr cargos públicos desde los que operar políticamente.

El desafío que enfrenta Podemos es que el resto de partidos le han dejado claro que no van a aceptar tratos de favor a los morados. Poco importa que Iglesias se desgañite recordando que gracias a él y a quienes le siguen al frente orgánicamente del partido, la izquierda del PSOE haya entrado en el Gobierno por primera vez y haya podido cocinar el liderazgo de Yolanda Díaz. Pese a que Podemos se siente fundador del liderazgo de la vicepresidenta segunda, el núcleo del partido no tiene intención de enviar ningún primer espada al acto del domingo hasta que no se cierre un acuerdo con Sumar sobre las primarias que exigen los morados.

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