Los barones del PSOE están alarmados. Los socialistas gobiernan en nueve autonomías y en cuatro de ellas lo hacen apoyados en Podemos y otros partidos regionalistas. Quedan poco más de siete meses para las elecciones autonómicas y municipales y la guerra entre Yolanda Díaz y Podemos amaga con dinamitar las opciones de mantenerse en el poder de los presidentes de Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana y La Rioja. Ningún barón sabe aún qué habrá a su izquierda cuando se abran las urnas.
Según ha sabido Vozpópuli, entre algunos barones socialistas está instalada la inquietud, porque el proyecto de Yolanda Díaz no llegará a tiempo para la primera gran cita electoral de 2023: "Nos jugamos los gobiernos". Y es que lo consideran la gran máquina capaz de movilizar a todos esos votantes de corte progresista que en estos momentos están más cerca de quedarse en casa de que bajar al colegio electoral. En el PSOE se asume que su marca moviliza el voto anti Sánchez y, por eso, necesitan una alternativa que genere ganas de votar y que tenga fuerza suficiente para garantizar con escaños los Ejecutivos en juego. Esa era la clave Yolanda, a quien ven más como aliada que como adversaria pese a los mordiscos socialdemócratas que está dando al electorado tradicional de los socialistas.
En verdad, no deja de ser llamativa la disputa entre los socialistas y Díaz por los mismos votantes. Y todo porque el traspaso de votos que más preocupa en la dirección del PSOE es el que se va de su partido hacia el PP. En el entorno de Yolanda Díaz, no obstante, ven al presidente desubicado en el espectro ideológico por atizar un día a los empresarios y estar junto a fondos de inversión al otro.
Un conflicto de tres
Pero el panorama no puede ser más desolador para las opciones del PSOE porque lo que hay a su izquierda es un conflicto enquistado entre Podemos, Izquierda Unida y los planes de Yolanda Díaz que amaga con quitar las ganas a la izquierda más pura de votar. Los morados, que ya han anunciado oficialmente su intención de no diluirse en la marca electoral que prepara la vicepresidenta segunda, pelearán también con Izquierda Unida para cerrar candidaturas conjuntas para las elecciones municipales. Aunque estas se atarán solo en aquellos lugares en los que tenga tirón. En plata: Unidas Podemos está poniendo fin a la marca que alumbró tras el pacto de los botellines entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
Lo que tienen claro los barones, según las fuentes consultadas por este diario, es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sigue siendo el gran activo político del Partido Socialista. Son conscientes de que no tienen nada mejor con lo que tirar por mucho que la imagen del líder socialista se haya deteriorado por el ejercicio del poder. Ninguno de los que se someterá al test de las urnas piensa en alternativas a Sánchez o en postularse como tal.
El "miedo" a las urnas
Por eso, los barones no dudan: se rodearán del presidente cuando llegue la campaña electoral. Poco importa que "polarice" -Moncloa dixit-, porque el Gobierno y el partido reman para trasladar a la opinión pública todas las medidas que están tomando para paliar el 8,9% de inflación que asola al país. En el PSOE se creen de verdad que pueden revertir la tendencia negativa de las encuestas, que les sitúan segundos tras el PP de Alberto Núñez Feijóo. Y los barones se apoyan en las políticas de Moncloa, que ven "en la buena dirección".
Pese a todo, el "miedo" ha invadido a los barones. Precisamente ese miedo llevó al Gobierno a seguir la senda fiscal del presidente valenciano, Ximo Puig, con rebajas impositivas a las rentas bajas y medias tras perder, según reconocen fuentes gubernamentales, el relato con el PP respecto a las bajadas de impuestos. En ese contexto de necesidad, comienza a emerger la idea de que el presidente haga coincidir los comicios autonómicos y municipales con las generales.
Aunque los barones del partido descartan por completo esta opción. Es más, son partidarios de que cada uno haga su guerra para mantener su jardín. Se juegan todos mucho, pero cada territorio es un mundo con sus propias dinámicas. Y es que el propio presidente perjura que no adelantará las elecciones generales. Moncloa quiere aprovechar el tirón del semestre de presidencia española de la Unión Europea por encima de todo.
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