Pedro Sánchez sabe que no cae bien a Emiliano García-Page y Javier Lambán. Pero su maquinaria, según ha sabido este diario, ya les ha avisado de que se contengan de aquí a que se abran las urnas. Es más, en Ferraz les dan por "controladísimos". Pero su mala relación con los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón es recíproca. Políticamente, ninguno de los dos barones está alineado por completo con el presidente del Gobierno, con el que ambos son especialmente críticos.
El último escándalo de las listas electorales de Bildu para el 28-M con 44 candidatos etarras ha tensionado aún más si cabe el vínculo. Page y Lambán fueron muy duros con el asunto y dejaron claro que si por ellos fuera, el PSOE no solo rompería sus alianzas con la izquierda abertzale, sino que no irían con ellos "ni a la vuelta de la esquina". Todo un dardo al presidente Sánchez, quien eludió comprometerse este martes en el Senado ante el líder del PP a no pactar con la izquierda abertzale tras las elecciones.
Lo cierto es que no es ningún secreto que parte de la campaña de ambos barones se basa precisamente en desmarcarse lo máximo posible del presidente. Pero a Sánchez, en esta ocasión, no le ha gustado las críticas constantes que han hecho a los acuerdos con la izquierda abertzale. Y todo porque en estas elecciones, el presidente ha decidido jugárselo todo. Sánchez está protagonizando una campaña con está tiñendo de color nacional. Y ahora, el PSOE está molesto por la entrada en la agenda del asunto de Bildu. Porque va a contaminar a alcaldes y presidentes en cuyos territorios los abertzales no son opción posible.
Además, en el partido ya hubo enfado por la "tibieza" con la que el Ejecutivo reaccionó al principio. En Ferraz lamentan que el Gobierno no fuera más contundente. "Al final llegaron tarde y mal, con un vídeo grabado", concede una destacada fuente socialista. Otra fuente con peso se muestra contundente: "Lo de Bildu es impresentable y una provocación". Y así las cosas, los barones del partido a los que la relación de sus siglas con las del independentismo les destroza, salieron en tromba.
Los principales candidatos socialistas, en mayor o menor medida, han admitido el impacto que las listas de Bildu pueden tener en su campaña. Y eso es tanto como admitir que los electores han interiorizado que el partido abertzale es socio habitual del Gobierno. Todos reconocen, al menos en privado, el "daño" que les hace esta polémica. Y lamentan la incapacidad del Gobierno de articular un mensaje claro sobre este polémica.
El presidente del Gobierno, no obstante, suele defenderse de las críticas de los barones del PSOE que se muestran muy críticos con algunas concesiones de Moncloa al independentismo, a quienes recuerda que "su realidad es más compleja". Cabe recordar que en Ferraz no sentó nada bien la reforma ad hoc del código penal para rebajar las penas del delito de malversación.
Lo cierto es que el líder del PSOE entiende las posiciones de los presidentes de su partido que más se revuelven con los coqueteos con ERC, Bildu y el resto de fuerzas soberanistas que tienen representación en el Congreso y que sustentan al Gobierno. Pero el presidente se escuda en el juego de alianzas que tiene que seguir. En plata: la mayoría en la que los socialistas se apoyan es la que es y su socio morado, encima, trabaja por arrastrarles a ese "bloque de dirección de Estado", que persigue como última parada del viaje una república plurinacional.
En efecto, Sánchez es preso de sus socios. Y es plenamente consciente de que no tiene en la oposición alternativa posible en la que apoyarse para desprenderse de los independentistas. El razonamiento del líder socialista es que los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y de Aragón, Javier Lambán, no dependen en sus comunidades de partidos secesionistas. Y, por eso, tienen más fácil operar políticamente solo en el eje izquierda-derecha.
Mientras, Sánchez controla el PSOE con puño de hierro. Tan solo los citados barones, y el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, han criticado con cierta dureza al presidente. Pero poco más. Solo palabras, porque lo cierto es que en Ferraz saben que no pueden rebelarse contra el líder socialista. Él es el presente del partido por mucho que esté por ver que siga siendo su futuro. El 28-M se conocerá la primera respuesta de la bola de cristal.
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