El PSOE culminó esta semana la puesta en marcha de su maquinaria electoral. Y este viernes apostó fuerte por su involucrar a los ministros sin carné del partido en la campaña del 28-M. Los titulares de Seguridad Social, José Luis Escrivá; de Interior, Fernando Grande-Marlaska; de Defensa, Margarita Robles; de Justicia, Pilar Llop y de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, posaron sonrientes en la foto de familia de la Ejecutiva socialista bajo el puño y la rosa. Toda una significación ordenada por Sánchez.
Y es que toca reivindicar la gestión del gabinete en busca del voto moderado de la mano de los ministros más centrados, los que entraron como independientes. Lo cierto es que Calviño tendrá mucho peso en la campaña socialista. En Moncloa y en Ferraz se sienten cómodos por primera vez disputándole al PP la economía como elemento central de disputa. Por primera vez, el PSOE cree que puede sacar rédito del asunto tras los años de la crisis de 2008 y de los recortes propiciados por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Hay una cosa obvia: Calviño, que en las últimas elecciones generales eludió integrarse en las listas del partido para mantener un perfil apartidista, parece una militante más por los pasillos de Ferraz. El equipo de marketing del Gobierno gustan las intervenciones de la ministra de Asuntos Económicos, a quien ven con potencial para desarmar el discurso catastrofista del PP y con capacidad para reivindicar su gestión en estos tres años de sucesivas crisis -pandemia y guerra-. Y ella está dispuesta a entrar y abandonar su perfil técnico de burócrata de Bruselas para vestirse con un traje político y bajar al barro.
Los socialistas aprobaron este lunes el comité electoral para hacer la guerra de cara a los comicios municipales y autonómicos. El núcleo duro de Moncloa no tiene asiento en él, pero la dirección de gabinete de la presidencia, que ostenta Óscar López, tendrá canales "obvios" de comunicación con Ferraz, según señalan fuentes socialistas. Sánchez ha designado a 15 personas. Pero es el secretario de organización, Santos Cerdán, quien tiene más peso, ya que es el responsable de campaña. La coordinadora del comité de estrategia es la vicesecretaria general y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el de acción electoral, Javier Izquierdo y el de organización, Juan Francisco Serrano. Esos hombres de la casa son la apuesta continuista de Sánchez frente a un PP que ha tirado de 'sorayistas' como Borja Sémper.
El PSOE celebrará en abril una gran convención municipal que aún no tiene fecha ni lugar, pero que intentará impulsar a sus candidatos en pueblos y ciudades. El propio Sánchez les arropará, aunque el primer gran acto será este mismo sábado en Sevilla, la ciudad más importante que gobiernan los socialistas. El plan de Ferraz es dar a conocer al candidato, que compite por primera vez tras la salida de Juan Espadas para liderar el PSOE de Andalucía. Al acto de la capital andaluza le seguirán otros en Valladolid (21 de enero) y Las Palmas (27 de enero), donde concurrirá la ministra de Sanidad, Carolina Darias.
Lo cierto es que desde enero hasta el día que arranque la campaña electoral, el PSOE va a desplegar actos en casi todas las comunidades. Este año, no obstante, Ferraz ha decidido no convocar la gran convención autonómica en la que el partido, tradicionalmente, arropaba a los candidatos, para alinearlos con Moncloa. Esta vez serán los territorios que lo pidan los que convoquen una convención propiamente regional a la que Ferraz asistirá en todo lo que requieran: desde la presencia del presidente del Gobierno hasta la promoción de sus candidatos. La última se celebró en 2015. En 2019, el agitado escenario electoral, lo impidió. Fuentes socialistas niegan que se trate de un cordón sanitario entre los barones y el presidente, cuya marca desgasta tras las concesiones del Gobierno a ERC con la reforma de la malversación y la eliminación del delito de sedición.
Una campaña netamente local
En estas elecciones municipales y autonómicas, la dirección federal de Ferraz controlará la línea política de los candidatos locales. Les dirán qué decir, cómo cuándo y por qué. El PSOE es una máquina muy grande y necesita el motor de Ferraz para llegar a todos los pueblos de España. Pero las directrices políticas de las campañas autonómicas se dejan al criterio de las direcciones federaciones. Sánchez no quiere meterse en los mensajes que lancen sus barones. En especial los críticos, que saben que su imagen en estos momentos desgasta.
Lo cierto es que el líder del PSOE entiende las posiciones de los presidentes de su partido que más se revolvieron con los coqueteos con ERC y el resto de fuerzas soberanistas que tienen representación en el Congreso y que sustentan al Gobierno. Pero el presidente se escuda en el juego de alianzas que tiene que seguir. En plata: la mayoría en la que los socialistas se apoyan es la que es y su socio, encima, trabaja por arrastrarles a ese "bloque de dirección de Estado", que persigue como última parada del viaje una república plurinacional.
En efecto, Sánchez es preso de sus socios. Y es plenamente consciente de que no tiene en la oposición alternativa posible en la que apoyarse para desprenderse de los independentistas. El razonamiento del líder socialista es que los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y de Aragón, Javier Lambán, no dependen en sus comunidades de partidos secesionistas. Y, por eso, tienen más fácil operar políticamente solo en el eje izquierda-derecha. Pero en mayo se examinan todos. También el presidente.
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