El PSOE se ha hartado de Irene Montero. La ministra de Igualdad pasó este miércoles en el Congreso de víctima, por los insultos que recibió de Vox la semana pasada, a provocadora. La 'número dos' de Podemos acusó al PP de "promover la cultura de la violación" por una campaña institucional de la Xunta de Galicia contra la violencia de género patrocinada con el eslogan 'no debería pasar, pero pasa'. Todo un agravio para Montero. Los populares pidieron su dimisión airadamente.
El problema es que a los socialistas les ha sentado fatal. "No han parecido las mejores palabras después de todo lo que hemos vivido en este Congreso. Y precisamente ella, que ha sufrido esa agresividad verbal, no debiera jugar con esto", zanjó el portavoz en la Cámara Baja, Patxi López. Poco antes, la ministra de Justicia, la socialista Pilar Llop, desautorizó el fondo y el tono, porque como firmante del Pacto contra la Violencia de Género, el PP "no fomenta ningún tipo de cultura contra las mujeres".
En el PSOE ven a Podemos haciendo ruido porque no quieren caer en la irrelevancia. El partido necesita ser visible a base de gresca. O bien porque la da o porque la recibe. Por eso, las fuentes consultadas en el grupo socialista lamentan que los morados estén empeñados en 'aliarse' con los de Santiago Abascal. "[Irene Montero] le hace el juego a Vox para hacer crecer a Podemos", sintetiza una de ellas. Ese es el juego. Los morados están empeñados en romper toda tendencia bipartidista.
Montero, catapultada
Lo cierto es que Podemos ha catapultado a Montero en su momento de mayor debilidad. Las rebajas de penas a los condenados por abuso sexual propiciadas por la entrada en vigor de la ley estrella de Igualdad la han dejado políticamente tocada. Cabe recordar que el PSOE también estalló de indignación tras el lío del 'sí es sí'. Pero la necesidad de Sánchez de mantener pegada la coalición frenó las hostilidades de Ferraz, cuyas feministas se lanzaron a la yugular de Montero al pedirle su dimisión.
En el PSOE asumen que Podemos está dispuesto a perjudicar al Gobierno para beneficiarse en su particular guerra con Yolanda Díaz. Por eso le piden que pare la campaña: El PP y sus socios de Vox quieren convertir en Congreso y el Senado en algo insoportable. Todos [incluida Irene Montero] debemos contribuir a evitar que lo logren". Y en Podemos asumen que ahora que hay presupuestos, Sánchez ha engrasado la bota para darles la patada.
El presidente dio orden de frenar la ley para la igualdad de las personas trans. Los socialistas no van a retirar sus enmiendas. No están dispuestos a renunciar a la autorización judicial para un cambio de sexo entre los 12 y los 16 años. Pero Sánchez también dio una larga patada a la ley de Familias, bandera que impulsa el Ministerio de Derechos Sociales capitaneado por la secretaria general de Podemos, Ione Belarra.
Además, la ley de Protección Animal, del mismo ministerio, también está varada en la arena parlamentaria con polémica con el PSOE por los perros de caza. Las elecciones municipales y autonómicas ponen difícil a los socialistas ceder. Y es que Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura, tradicionales feudos del PSOE, son también templos de caza. La ley de Vivienda es otro experimento legislativo puesto en el congelador mientras prosiguen las negociaciones para derogar la ley mordaza.
Nadie ni dentro del Gobierno ni de los partidos que lo conforman comenta abiertamente la opción de una ruptura de la coalición. Pero algunas fuentes en Podemos comienzan a ver movimientos que pueden conducir a ese fin. Y todo por una razón sencilla: estrategia política. El aparato electoral de Moncloa busca gravitar hacia el centro del tablero y arrinconar al PP en la derecha más derechista. Por eso, el lado socialista del Gobierno pretende apagar la maquinaria de novedades sociales. Ya está bien, porque ya están los presupuestos más sociales de la historia, según el Ejecutivo.
Crisis de Gobierno
Hasta ahora, en el búnker monclovita, solo el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se ha mantenido como gran partidario de la alianza con Podemos. Bolaños es consciente de que abrazando a la izquierda el PSOE puede movilizar a los votantes progresistas que les llevaron al poder y que el radar demoscópico de Moncloa, capitaneado por la ex del colectivo 'Politikon' María Ramos, detecta desesperanzados y dispuestos a quedarse en casa en una nueva cita electoral. Pero el contexto político ha cambiado. Y el director de gabinete, Óscar López, es quien más anhela soltar el 'lastre' de Podemos.
La candidatura de la ministra socialista de Industria, Reyes Maroto, a la alcaldía de Madrid abre la ventana de una crisis en el Ejecutivo que también pondrá la etiqueta de salida a la titular de Sanidad, Carolina Darias, para hacerse con las riendas de la lista en Las Palmas de Gran Canaria. Pero hay más candidatos para abandonar Moncloa.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, está en una posición política complicada tras la difusión de los vídeos que muestran el alcance de la tragedia en Melilla y que confirmaría al menos un muerto en suelo español que el ministro volvió a negar este jueves. Pintan bastos para el magistrado tras el varapalo del informe del Defensor del Pueblo negando la versión de Interior sobre la actuación de la Guardia Civil en el salto, que saldó con decenas de muertos. Los aliados del Gobierno, también Podemos, huele sangre. La cacería está de vuelta.
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