No habrá sorpresas pero sí puede haber más sobresaltos, porque el PSOE inicia este viernes en Sevilla, entre escándalos de corrupción, el 41 Congreso Federal que reelegirá a Pedro Sánchez como secretario general. Los socialistas, que acuden a la capital andaluza en mitad de una profunda crisis política, se someterán de nuevo a la línea que marque el presidente del Gobierno. Se trata del tercer cuarto cónclave consecutivo que aúpa a Sánchez a los mandos del partido. En esta ocasión, como hace tres años, el jefe renovará su cargo sin oposición. Su dominio parece incontestable.
Pero lo cierto es que tras 9 años y 4 meses como secretario general, entre julio de 2014 y octubre de 2016, primero, y desde mayo de 2017, después, el desgaste se empieza a hacer evidente. Los más de 3.000 cargos del partido se verán las caras con decenas de informaciones en los medios sobre los casos que tienen al Gobierno de Pedro Sánchez bajo sospecha: el caso 'Koldo', el caso que afecta a la su mujer. Begoña Gómez, el caso que afecta a su hermano, David Sánchez -imputado esta semana-, y también el que amenaza con manchar a su equipo próximo y tumbar a su fiscal general, el de la filtración del documento secreto en el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
El goteo es incensante. Y poco a poco va mermando el estado de ánimo del partido, porque afecta directamente a otros dirigentes. Esta semana, sin ir más lejos, dimitió el ya ex secretario general del PSOE-M Juan Lobato, tras trascender que decidió protegerse firmando ante notario unas conversaciones de Whatsapp con una fontanera de Moncloa que le habría presionado para utilizar políticamente la filtración de la Fiscalía contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Él se negó por tratarse de una irregularidad, pero en verdad apunta que el equipo del presidente pudo tener ese documento antes de que lo tuvieran los medios, lo que aviva la sospecha de una cacería planificada en el complejo presidencial de la avenida de Puerta de Hierro. El Supremo, donde acude este viernes Lobato a declarar como testigo, sigue indagando.
También se ha visto afectado el secretario general del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo. quien ha sido llamado a declarar formalmente como investigado junto al hermano de Sánchez. La Justicia investiga si la Diputación de Badajoz creó irregularmente en 2017 un puesto ad hoc para el hermano del presidente, compositor musical bajo el nombre de David Azagra. A todo esto hay que sumar si la mujer de Sánchez se benefició de su condición en sus negocios personales. Por los pasillos del Palacio de Congresos y Exposiciones de la capital andaluza se escuchan ya, como una cacofonía premonitoria, las conversaciones sobre la situación en la que queda el PSOE tras las "insinuaciones", como las calificó el propio presidente del Gobierno, vertidas por el empresario Víctor de Aldama en sede judicial.
El secretario general del PSOE está decidido a convertir el Congreso Federal en un revulsivo para el partido en mitad de una tormenta perfecta. Y, aunque los cambios se dan por hecho, lo cierto es que se dará un baño de masas, porque pondrá en pie a todos, que saldrán a defenderle con una larga ovación. Y eso que Sánchez vive su peor momento desde que llegó al Palacio de la Moncloa hace más de seis años. El presidente del Gobierno prosigue su huida pese a los obstáculos, cada vez mayores, que se le ponen en un camino de incierto final.
Pero por difícil que lo tenga, por mucho que la ética de la asunción de responsabilidades le demande volver a reflexionar sobre su dimisión -como le pide la oposición-, está obcecado y dispuesto a agotar los mil días de legislatura. La situación es insostenible. El estallido del 'caso Koldo', a principios de año, abrió la caja de Pandora. Desde entonces todos los males se han propagado por Moncloa y por Ferraz. La supuesta trama de cobro de mordidas en la compra de mascarillas está detrás de casi todo, porque de Koldo García -exasesor de José Luis Ábalos en el ministerio- se saltó a Begoña Gómez y de ahí a Víctor de Aldama.
El temor del núcleo duro de Moncloa es que la Legislatura -lo que quede de ella- ya solo gire alrededor de estos asuntos. Moncloa intenta marcar la agenda a golpe de Consejo de Ministros. Pero entre los titulares la tensión es evidente. No se detecta por sus declaraciones públicas, más bien por su exagerada reacción de tranquilidad. Ninguno, empezando por el presidente Sánchez, da un ápice de credibilidad a todo lo que contó Aldama ante el juez durante dos horas. Pero el líder socialista admite la mancha de la corrupción que, asegura, cortó de raíz en cuanto tuvo constancia de ella.
Lo cierto es que tanto Moncloa como Ferraz se han 'bunkerizado'. La respuesta a los ataques de Aldama, que lanzó sin pruebas ante el juez de la Audiencia Nacional es negarle toda credibilidad. "Presunto delincuente, personaje". De momento, los socialistas no quieren creer nada de lo que cuenta el comisionista, que ya ha dicho que presentará material para demostrarlo. En Ferraz creen que en los próximos días podrán aparecer grabaciones, según ha sabido este diario. Pero el grueso de la militancia y de los cargos consultados mantiene un resquicio de duda, consciente de que puede terminar siendo víctima de un engaño. El socialista Eduardo Madina, exrival de Sánchez en las primarias de hace una década, puso hace una semana a esa sensación que le provoca el "personaje" Aldama, de la calaña, dijo, de Bárcenas y tantos otros, a los que el PSOE, en su día, sí dio credibilidad.
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