No es la primera vez en casi cuatro años de coalición que el PSOE ve posible que Podemos rompa el cristal de emergencia de Moncloa y salte del Gobierno. La guerra abierta entre los morados y Sumar, la agrupación con la que Yolanda Díaz concurrirá en las próximas elecciones generales, tiene a todos nerviosos en Ferraz. La cerrazón de Podemos a sellar un pacto antes de las elecciones del 28-M para esperar al reparto de cartas y comprobar su poder frente a la vicepresidenta segunda ha enquistado tanto las posiciones que fuentes gubernamentales socialistas prevén que las ministras Irene Montero e Ione Belarra se vayan en caso de que no logren el apretón de manos.
En verdad, el presidente, Pedro Sánchez, no quiere romper la coalición, pero entiende que los morados vean incentivos. En estos momentos en Moncloa cohabitan tres fuerzas políticas diferenciadas. Y algunos ministros socialistas, en privado, no dudan en reconocer que las titulares moradas "van por libre" frente a los intentos de Yolanda Díaz de separarse todo lo posible de ellas.
Que Yolanda Díaz iba a anunciar su candidatura a la presidencia del Gobierno era una obviedad y, sin embargo, todo ha cambiado. Lo que se vio en el polideportivo Antonio Magariños de Madrid, donde Pedro Sánchez cocinó jugadas de baloncesto, fue un proyectil a Podemos. Los morados fueron los grandes ausentes. Solo ellos impidieron la foto de la unidad tan ansiada y que hasta ha pedido Iglesias este fin de semana. Por eso, tienen encima toda la presión. Están contra las cuerdas.
El pulso suicida
El electorado de izquierda es muy sensible a los conflictos fratricidas. Las batallas de sus líderes por el poder dejan a la gente en casa a la hora de votar. Ese es el gran riesgo de Sumar, que no seduzca, que mate la ilusión. Podemos hace la lectura inversa. Puesto que ellos son el partido hegemónico de ese espacio -al menos por el momento-, consideran que sin ellos no hay posibilidad alguna de que la izquierda a la izquierda del PSOE tenga éxito y sea competitiva en las urnas.
Los morados se ven con la fuerza suficiente para plantear un pulso suicida a Yolanda Díaz, quien dejó claro que no quiere tutelas, porque ella no es de nadie por mucho que el exlíder de Podemos Pablo Iglesias le ofreciera la cartera de ministra de Trabajo que ha utilizado para catapultar su liderazgo. Tanto Yolanda Díaz como Podemos esperan el resultado del 28 de mayo.
Las cuentas que arrojen las urnas serán la prueba definitiva para calibrar el devenir del experimento de unidad que desarrolla la vicepresidenta en el laboratorio de Moncloa. Si Unidas Podemos, la coalición de Izquierda Unida y Podemos que concurre en los comicios municipales y autonómicos, sufre el duro revés que anticipan la mayoría de casas de encuestas, la posición negociadora de Ione Belarra y, por ende, de Pablo Iglesias, estará anulada. Si, por el contrario, el resultado es acepable y puede venderse como un éxito, será Yolanda Díaz quien sienta aún más la presión de los morados.
Los dolores del PSOE
El gran dolor de cabeza de Pedro Sánchez es la guerra a su izquierda. Él ha tomado partido. El líder del PSOE apoya a Yolanda Díaz, consciente de que solo si a ella le va bien podrá estar en Moncloa cuatro años más. Pero Sánchez no puede doblar el pulso a Podemos. Tan solo puede aliarse con la 'dama roja' para neutralizarles. O sea, intentar hundirles. Y lo hace. Tanto la moción de censura como la reciente presentación de la ley de Familias, de la que Moncloa apartó la semana pasada a la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, dan cuenta de ello. El problema es que cabrear a Podemos es jugar con fuego, porque los morados, conducidos por Pablo Iglesias, han demostrado una tenacidad a prueba de bombas.
Pero será Podemos quien sufra, sí o sí. Tanto si su marca termina confluyendo con Yolanda Díaz como si no, lo cierto es que la vicepresidenta segunda ya ha enterrado el ímpetu con el que nacieron los morados. Ahora es ella la que ha nacido. Ella ya es la sucesora de ese espacio, el poder lo tiene Yolanda Díaz, no Podemos. A los morados les corresponde aceptar su final. Lo que surgió del 15-M, hace 12 años, está agotado. Entraron al Gobierno y se institucionalizaron. Llegaron lejos. Hasta el mismo Consejo de Ministros, pero su tiempo pasó. Ya no hay casta. No hay nuevo y viejo. Toca empezar de cero.
En el PSOE, además, hay quien teme que Sumar busque enterrarles, como en su día intentó Podemos. En los altos círculos morados se especula con esa hipótesis, en previsión de que una derrota electoral de Sánchez abra el partido en canal. La tesis que manejan los morados y comparten fuentes socialistas es que el presidente ha sido una suerte de "rara avis" en la historia socialista y que sin él, las dos almas del partido -la centrista y la izquierdista- pelearán de nuevo. Y, claro está, Yolanda Díaz ve en esa hipotética disputa una ventana de oportunidad para engordar su proyecto político.
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