Si el año que acaba de terminar se ha escuchado una expresión en la sede socialista de Ferraz es la del 'efecto Feijóo'. Ya sabe, el 'sorpasso en las encuestas del PP al PSOE gracias al desembarco en Génova, en abril, del expresidente gallego Alberto Núñez Feijóo. Desde entonces, no hay ni una sola empresa demoscópica que sitúe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con más posibilidades de ganar las próximas elecciones generales que su némesis popular. Hasta el CIS de José Félix Tezanos detecta una caída de los socialistas, por mucho que se haya frenado el descenso en los últimos meses. Y eso, claro está, obsesiona al PSOE de Sánchez.
No hay herramienta mejor para calibrar la amenaza que se cierne sobre Moncloa y Ferraz como la intensidad de los ataques que Sánchez lanza contra el PP. Y es que este 2022 volvió la confrontación bipartidista como hacía tiempo que no se recordaba en el Congreso. Con Ciudadanos a un paso de entrar en el anatómico forense y con Podemos a punto de mutilarse por su guerra cainita con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, lo cierto es que la gran batalla política basada en el código de confrontación entre Gobierno y oposición tiene de nuevo a los grandes partidos como protagonistas indiscutibles.
El PSOE de Sánchez trata de desacreditar por tierra, mar y aire la 'solvencia' de Feijóo, esa etiqueta con la que el presidente del PP aterrizó en Madrid tras 13 años a los mandos de la Xunta de Galicia, aupado por mayorías absolutas. En verdad, el presidente del Gobierno disfruta sus cara a cara con el gallego en el Senado, los únicos momentos de pelea directa entre ambos, ya que Feijóo carece de la condición de diputado. Aunque sí es senador por designación autonómica.
'Efecto' superado
Así, en el PSOE dan por superado el 'efecto' de marras tras 9 meses de Feijóoismo en el PP. Y sobre todo, después de que el jefe de Génova se levantara de la mesa a última hora y se negara a firmar con Sánchez el acuerdo para desbloquear la renovación del Poder Judicial, que estaba ya cerrado. Algo que tanto en Ferraz como en Moncloa se considera un error de calado del 'supuesto hombre de Estado' que llegó para propiciar pactos y destensar la política del insulto en la que está sumida España. Todo un dardo a Feijóo.
Pero el líder del PSOE tiene otro problema. Y es que Pedro Sánchez no tiene la mejor imagen de la política española. No es ningún secreto. Sin ir más lejos, los últimos barómetros del CIS sitúan al líder socialista tras Feijóo y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. El núcleo duro de Moncloa y de Ferraz, todo uno tras los cambios de este verano, reconoce que Sánchez "polariza". Pero no les preocupa en exceso, ya que creen que se trata de algo inherente a todo líder político con mayúsculas. Quizá por eso, Sánchez mira hacia la Puerta del Sol de Madrid, donde ve a la auténtica mandamás del PP.
Lo cierto es que Sánchez recurre a una vieja estratagema para derrumbar al líder de la oposición. Como ya hiciera durante la etapa de Pablo Casado al frente del PP, el jefe de los socialistas ha dado orden de atacar en tromba a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Y, en ese empeño, Sánchez usa a sus ministras y a su partido, el PSOE. Todo para que presidenta de la Comunidad entre en el cuerpo a cuerpo y opaque a su jefe. Es más, en Ferraz gusta decir que Feijóo es un líder tutelado no solo por Ayuso, sino por la derecha mediática del país.
El raca, raca
Desde que el líder del PP se echó atrás y dinamitó el pacto con Moncloa, los socialistas descorchan cava casi a diario. Ven a Feijóo atrapado. El presidente del Gobierno se siente un incomprendido. Sánchez se queja en privado agriamente de que el PP le niega la legitimidad de origen y de ejercicio para llevar las riendas del país. Por eso, según razona el líder del Ejecutivo, Feijóo ha cedido a la presión de los sectores más reaccionarios.
Moncloa celebra que la economía esté soportando mejor de lo previsto el vendaval de la crisis desatada de por la guerra en Ucrania. La inflación se volvió a moderar este mes de diciembre hasta el 5,8%, su menor dato en todo el año. Y creen que las medidas para hacer frente a las necesidades de los españoles están surtiendo efecto. Por eso, el núcleo duro del presidente está encantado con que el PP haya vuelto "al raca raca" de siempre, que España se rompe por las alianzas del Gobierno con los independendistas.
Pero Sánchez no debería olvidar que la reforma ad hoc del código penal para beneficiar a los condenados y a los aún pendientes de juicio del procés sentó a cuerno quemado a los suyos. Y ha espantado a los barones del PSOE que se someten el próximo mes de mayo al test de las urnas en las municipales y autonómicas. Casi nadie se acerca a un presidente que quema. En Ferraz asumen que cada uno hace la guerra por su cuenta. Sánchez también. La obsesión se llama Feijóo.