El experimento doctrinario de José Luis Rodríguez Zapatero con la amnistía no salió bien. Por eso, Ferraz ha decidido frenar las intervenciones del expresidente para justificar la medida de gracia. En el PSOE, según varias fuentes consultadas por este diario, vieron "desafortunada" la defensa que hizo este lunes en una entrevista en Ondacero. Fuentes de la planta noble de Ferraz zanjan: "No [seguirá explicando]. El proceso para explicar los acuerdos llegará cuando haya acuerdos". Lo cierto es que la intervención reventó la orden de discreción que dio Pedro Sánchez en aras de lograr un acuerdo que le permita ser investido con el apoyo de los independentistas catalanes.
El expresidente Zapatero se metió en un lío cuando dijo que la amnistía era constitucional, porque pronto le tumbaron con el escrito del exministro socialista de Justicia Juan Carlos Campo, quien firmó en los decretos de los indultos a los líderes del procés que la medida de gracia es "claramente inconstitucional". "No hay ningún país occidental, democrático, europeo, que haya renunciado a la amnistía. Unas figuran en la Constitución, otras no", añadió Zapatero, declarándose a favor porque la situación es "excepcional" y favorece el interés general.
En Ferraz y en Moncloa no calcularon bien el riesgo de que Zapatero no lograra el 'efecto Herrera', cuando su vehemencia en la COPE levantó el ánimo de los socialistas en la campaña del 23-J. Este verano, en plena campaña electoral de las elecciones generales, el expresidente fue el revulsivo que inyectó un chute de ilusión y ánimo a la por entonces maltrecha familia socialista. Ferraz tenía el ánimo por los suelos tras el tsunami azul que barrió España en los comicios municipales y autonómicos de mayo y Zapatero, con tan solo dos entrevistas, mostró el camino que debía seguir el equipo de estrategia de Sánchez. Fue la cita en la COPE, que se viralizó entre los simpatizantes socialistas, la que convenció al equipo de persuasión de Moncloa de que debía sacar al presidente a los medios menos afines a la línea gubernamental. Ahí nacieron los encuentros de Sánchez con Ana Rosa Quintana, con Pablo Motos, con Carlos Alsina... y que tanto gustaron al PSOE por el resultado.
El único faro
El expresidente ha sido el único faro político que ha defendido la acción de Sánchez. En Moncloa se sabe que la remodelación de Gobierno de julio de 2021 no ha dado los frutos esperados. Sánchez se ha quedado solo 'políticamente' tras la salida de Carmen Calvo y José Luis Ábalos. Ambos daban al Gobierno un tremendo peso político. Y sin ellos, el presidente en funciones quedó desprotegido. Ahora, las fuentes consultadas en el PSOE recuerdan que "no es igual defender los indultos que la amnistía". Y piden a Zapatero que tenga más cuidado la próxima vez.
No obstante, el expresidente sigue siendo es uno de los grandes apoyos de Sánchez en su política de pacto con la izquierda a la izquierda del PSOE y con el independentismo catalán frente a la 'vieja guardia'. Si Felipe González y Alfonso Guerra se despacharon a gusto contra el líder de su partido por buscar la manera de amnistiar a los independentistas, Zapatero es la red de seguridad. Moncloa tardó en darse cuenta de que 'ZP' es un activo 11 años después de abandonar la presidencia.
Tanto se ha utilizado a Zapatero en las campañas socialista y tanto se ha implicado él que, hasta el fiasco del cara a cara de Sánchez con Feijóo, en Ferraz le habían agendado más mítines que al propio Sánchez. La actitud pro activa de Zapatero hacia Sánchez contrasta con la del otro gran activo socialista, el ex presidente Felipe González, muy crítico con el hoy inquilino de La Moncloa desde hace años, quien en la pasada campaña municipal y autonómica optó por no participar en acto alguno. Lo mismo ocurrió en las generales. La 'vieja guardia' recela de Sánchez y también de Zapatero. De manera que la mezcla de ambos no debe ser del gusto de los históricos socialistas.
El silencio
Sánchez, mientras, sigue con el apagón informativo para cerrar el apoyo de Carles Puigdemont antes de un mes. Moncloa dio orden directa al equipo negociador del presidente en funciones de guardar estricto silencio. También lanza un aviso al resto de socios: "Trabajo y discreción. Ni una fuga". El 27 de noviembre se cumple el plazo legal de dos meses para que un candidato a la presidencia sea investido por el Congreso. Ese día, si el líder socialista no logra los votos de Junts, las Cortes se disolverán y los españoles votarán de nuevo el domingo 14 de enero.
El núcleo duro del presidente en funciones hará lo imposible para evitar ese escenario. Las negociaciones con la derecha independentista catalana entran, pues, en su momento más delicado tras el encuentro del pasado viernes entre Sánchez y la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras. Durante las próximas semanas el PSOE deberá moverse entre bambalinas. "Nada de ruido", sintetiza a este diario una fuente de la planta noble de Ferraz. Junts quiere un trato único y pretende cobrar al PSOE muy caro su apoyo a Sánchez. Puigdemont está cautivado por "el momento histórico". Cree tener a tiro de piedra aparecer de nuevo en Cataluña, amnistiado, y autorizado para vender una consulta 'legal'. Y va a por todas.
La tensión es importante. El PSOE no salió este lunes en rueda de prensa tras el patinazo de Zapatero. Y este martes Sánchez preside la reunión de la Comisión negociadora del PSOE junto a María Jesús Montero, vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda en funciones; Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE; Pilar Alegría, portavoz de la CEF del PSOE y ministra de Educación y FP en funciones; Hana Jalloul, secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE; Félix Bolaños, secretario para la Reforma Constitucional y Nuevos Derechos del PSOE, y ministro de la Presidencia en funciones; Óscar Puente, diputado del Grupo Socialista en el Congreso; José Ramón Gómez Besteiro, diputado del Grupo Socialista en el Congreso. A la reunión se sumarán Patxi López y Eva Granados, portavoces respectivamente del Congreso y Senado.
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