Carles Puigdemont ha decidido llevar la relación con el PSOE de Pedro Sánchez al borde del abismo, hasta el punto de amenazar al presidente del Gobierno con dejar caer la legislatura retirándole su apoyo. Una tensión que Ferraz quería cortar a través de la reunión en Suiza entre José Luis Rodríguez Zapatero, Santos Cerdán y las tres personas con más poder en Junts -el propio Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras-, pero que ha acabado distanciando todavía más a ambas fuerzas políticas. "Esto se ha acabado, hasta aquí", advirtieron desde Junts a sus interlocutores socialistas, tal y como desveló Vozpópuli este viernes.
Todos estos encontronazos han terminado por provocar que el líder independentista lance un órdago a Moncloa si no se aplica la ley de amnistía y se entrega al Govern la gestión de la inmigración de manera integral. Una nueva amenaza que, junto a la suspensión de un impuesto eléctrico tras aliarse en la votación con el PP, obliga a Sánchez a "mover el culo", tal y como le espetó Míriam Nogueras en el Congreso, para conservar los apoyos que le mantienen en Moncloa.
El expresident, que ha calificado a Sánchez de "incumplidor persistente", no ve en el presidente del Gobierno a alguien que cumpla las promesas que le permitieron seguir en Moncloa una legislatura más. "Hace falta decir que así no podemos continuar", ha señalado, para pedir a su militancia que se prepare "para asumir los costes políticos y personales" de cualquier decisión que tome el partido. Aunque no lo ha dicho de forma explícita, las palabras de Puigdemont podrían significar un aperturismo a una moción de censura de la mano del PP de la que ya se habla en los pasillos del Congreso, pese al rechazo público de Junts de hace varias semanas.
El primer paso para desacreditar a Sánchez ya lo ha dado tras amagar con reclamar un debate sobre si el presidente debe someterse a una cuestión de confianza. De darse, obligaría a elegir: dar la espalda a sus socios independentistas o atacar de forma pública y frontal a la justicia -así lo pidió Josep Rius, vicepresidente de Junts- para seguir contando con respaldo desde Waterloo. En cualquiera de las dos situaciones, el inquilino de la Moncloa se enfrentaría a un problema de credibilidad. De ahí la insistencia de Junts en mantener la presión: "Si el Congreso no admite el debate sobre la cuestión de confianza, habrá consecuencias".
La de este sábado es la enésima advertencia de un Puigdemont que está perdiendo la paciencia con un Sánchez que no termina de cumplir lo pactado para conseguir la legislatura. "Las zanahorias que nos pongan delante o nos hayan podido poner delante no nos engañan ni interesan. Queremos hechos y cumplimientos y ver que las cosas pasan y se hacen de forma distinta", ha señalado este sábado un Puigdemont que avisa a navegantes: "Que nadie piense que no mantendremos nuestra posición".
Gobierno, Junts y versiones que chocan
Mientras el Gobierno asegura que existen "avances" en el traspaso de la inmigración, para Junts faltan "muchos flecos importantes". Versiones que chocan entre sí y sobre las que Puigdemont ha insistido tras el pacto alcanzado con el PSOE a finales de 2023. "El balance es malo", ha asegurado Puigdemont, refiriéndose al cumplimiento de sus peticiones un año después de acordarlas.
Junts sabe de la importancia de aprobar los Presupuestos Generales del Estado y que el Gobierno se queda sin tiempo para ello -apenas tiene ya una quincena para lograrlo-, de ahí que aumente la presión estas últimas semanas para lograr que Moncloa suscriba su agenda política y la deje sellada en el BOE antes de que arranque el 2025. Las "carpetas" pendientes con Junts, de este modo, seguirán marcando la presión del independentismo sobre Pedro Sánchez.
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