Acercarse sin levantar sospechas al edificio de La Quimera es todo un reto. Varios grupos de personas vigilan las inmediaciones desde la Plaza de Nelson Mandela. Este es uno de los puntos calientes de venta de droga en el centro de Madrid. Los vecinos y comerciantes están desesperados por la situación de este centro okupado, donde la Policía Nacional no puede ni entrar.
La historia del Centro Cultural La Quimera, ubicado en el número 24 de la calle Amparo de Lavapiés, se remonta hace más de 20 años. Fueron dos hermanos los que iniciaron y terminaron su construcción, según explican los vecinos a Vozpópuli. Sin embargo, un problema con la edificación hizo que las viviendas no se pudieran vender por no cumplir la ley. Ahora los residentes sospechan que uno de los dueños murió y el otro se encuentra en la cárcel pero es un dato que investigan y aún no han podido confirmar.
Los dueños pusieron un vigilante en el edificio para que no fuera okupado. Pero el paso del tiempo y la dejación hizo que se instalaran dentro distintos colectivos, de forma pacífica. Organizaron actividades y talleres orientados a fomentar la vida cultural en el barrio. Algo que no fue mal visto por los vecinos.
Manteros se pasan al trapicheo de drogas
Todo esta estructura cambió hace unos años y explotó tras el confinamiento. El periodo del coronavirus hizo que los moradores abandonaran el lugar y éste fuera okupado por drogadictos e indigentes. Una auténtica pesadilla para vecinos y comerciantes que ven poco a poco como se degrada el barrio y aumenta el consumo de drogas en la calle. "Hay temor por esta situación", afirman algunos de los residentes a Vozpópuli.
Ahora viven dentro más de una veintena de okupas senegaleses y marroquíes. "Cuando se acabó con los manteros, muchos de ellos han acabado aquí dedicándose al trapicheo de drogas", dicen los vecinos. Prueba de ello es que en las inmediaciones cuentan con vigilancia que avisan a los moradores sobre la presencia policial. Todo a cambio de sustancias estupefacientes.
"Ha dado un cambio totalmente radical. En el día a día el trapicheo es muy grande. La gente entra y sale y cada vez hay más reyertas en su interior", asegura a Vozpópuli, Manolo Osuna, el presidente de la Asociación de Vecinos La Corrala en Lavapiés. Osuna cree que una de las soluciones es que el Ayuntamiento de Madrid expropie el centro y haga viviendas sociales.
Juez no permitió acceso a la Policía
Osuna explica que ya trasladaron su problema en varias ocasiones a la Junta Municipal y ellos están intentando dar con los propietarios. Sin una denuncia de los dueños es imposible que un juez permita que se echen a los okupas. Y es que la justicia tampoco ha ayudado a los vecinos en este caso.
Se da la circunstancia de que hace unos meses uno de sus inquilinos protagonizó un robo con violencia. La Policía Nacional tuvo conocimiento de que este sospechoso figuraba como empadronado en ese edificio y pidió una orden judicial de entrada. El juzgado la rechazó y con ello impidió que los agentes pudieran acceder al lugar, según han informado a Vozpópuli fuentes policiales.
La Policía Nacional y Municipal "cumplen" con su trabajo, según Osuna. Hay "mucha" presencia de vigilancia en la zona. "Todos sabemos que el tema de la delincuencia cero es imposible. No la habrá nunca", remarca el representante vecinal. Lo que sí critica Osuna es que los vecinos sufren la "pescadilla que se muerde la cola" por el papel de las administraciones en torno a este lugar.
Viven sin luz
Otros de los grandes damnificados por la situación de La Quimera son las tiendas del barrio que sufren a diario robos por parte de personas que buscan después drogas en este punto. "Es un cáncer enquistado desde hace tiempo", explica Mercedes Saracho, Gerente en Asociación de Comerciantes de Lavapiés.
Saracho considera que con este edificio se ha producido un "profundo agujero legal" que es de difícil decisión. Dentro de La Quimera estas personas viven en unas "condiciones indecentes" con un patio donde se desprende un "olor putrefacto". Es tal la suciedad que los vecinos colindantes han tenido que utilizar desratizaciones.
La representante de los comerciante vive en el edificio anexo y sufre día a día todas las complicaciones de estos 'inquilinos'. "Ahora no tienen luz y están un poco calmados pero la convivencia es muy complicada. Por las noches hay broncas y peleas por la venta de droga ya que no están estructurados", añade.
Es el "centro neurálgico" del tráfico de drogas
Para Saracho "se puede vivir" en Lavapiés "pasear por sus calles" ya que el problema está focalizado en este punto. Considera que hay "mucha presencia policial" y "no tiene ninguna queja" con la Comisaría de Policía Nacional de Centro que dirige Alberto Carba.
Y es que los agentes "están superados por la situación" y no dan a basto con todas las identificaciones que realizan al día. Para ella este lugar es el "centro neurálgico" desde donde manejan todo el trapicheo de drogas del barrio. "No me da miedo la situación me cabrea", reconoce.
Esta mujer sobre todo se "enciende" porque "nadie hace nada". Es una "casa okupada" legalmente y eso "no se puede permitir". Una reivindicación que espera que no caiga en saco roto. Ya están hartos de esperar años y años mientras sufren que esta zona de su barrio se degrada.
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