En el cuartel general del PP nadie conocía los propósitos del titular de Justicia. Soltar en plena precampaña, y en Barcelona, la sugerencia de castigar a los medios que publiquen filtraciones no parecía demasiado oportuno. "El Gobierno nos pega otro tiro en el pie", comentaba una fuente de Génova. "El PIB ha crecido casi un punto este trimestre. Bien, ¿y a quién le importa?", añadía. El terreno de juego está demasiado alterado. Primero el escándalo de Rato, luego Trillo, ahora estas declaraciones del ministro de Justicia. "Otro tiro en el pie", dicen en el PP, exasperados con las noticias que circundan al Gobierno. La singular detención de Rato, la filtración de las asesorías de Trillo, la incontinencia verbal de Catalá... una sacudida tras otra que frustran la campaña de los populares.
Las palabras del ministro de Justicia han alterado los planes electorales previstos para este largo puente. La polémica está servida, al igual que con el asunto Rato. La oposición ha pasado de clamar contra la amnistía fiscal a denunciar una ley de censura en ciernes. Tanta torpeza no se ha corregido con las tres rectificaciones llevadas a cabo por el titular del Departamento, un auténtico patinazo de los que hacen ruido durante más tiempo del que algunos desearían.
La oposición ha pasado de clamar contra la amnistía fiscal a denunciar una ley de censura en ciernes
Candidatos despistados y enfrentados
Catalá ha despistado incluso a los propios candidatos de su partido. Mientras Esperanza Aguirre le respaldaba en unas imprecisas declaraciones en el parque del Retiro, Cristina Cifuentes se mostraba drásticamente crítica. Carlos Floriano, portavoz del partido, se mostraba tajante: "La libertad de información y la libertad de prensa son sagradas", decía. Algún dirigente hablaba de la enorme torpeza de Catalá, quien ocupó el ministerio de Gallardón procedente de Fomento, donde ejercía de mano derecha de Ana Pastor. En tiempos de Aznar fue secretario de Estado de Justicia.
También en Moncloa ha irritado en forma muy especial este desaguisado. Catalá fue forzado a matizar con urgencia sus palabras barcelonesas. Lo hizo el propio miércoles a la salida del Círculo Ecuestre. Este viernes insistió en ello antes de su comparecencia parlamentaria. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría no ha disimulado su enojo. No guarda un enorme aprecio por el titular de Justicia, a quien considera algo así como un bocazas repelente, tal y como apunta gente del entorno de la vicepresidencia. Ayer tras el Consejo de Ministros, Sáenz de Santamaría respondió con dos breves frases al ser preguntado sobre este particular: Ni el gobierno estudia tal cosa ni tiene previsto hacerlo.
Catalá forma parte del grupo de ministros llamados 'los amigos del presidente', donde se alinean, entre otros, Soria, Fernández Díaz, Margallo o Ana Pastor, la protectora del responsable de Justicia. La titular de Fomento lo tuvo de secretario de Estado donde efectuó un buen trabajo. De ahí que se lo recomendara muy vivamente al jefe del Ejecutivo para sustituir a Gallardón. Pero en este destino no está resultado demasiado acertado. Se le encargó demoler la obra de su predecesor, es decir, ley de aborto, incremento de tasas, cambios en el registro...
Pero se empeña en hablar, dicen en Moncloa, y no es un ministro con perfil político. No hay que olvidar que fue el primer miembro del Gobierno que desveló públicamente la circunstancia de que Rato se había acogido a la amnistía fiscal. También se comenta que no ha acertado con los pocos nombramientos que ha llevado a cabo en su departamento, y que la nueva fiscal general del Estado tampoco es precisamente la adecuada para tan sensible responsabilidad.
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