Mariano Rajoy está "preocupado pero no abatido", confirma uno de sus interlocutores. La situación catalana se deteriora por momentos. De la desobediencia se ha pasado la fase de la insurrección, con algaradas permanentes en las calles, provocaciones a las fuerzas del orden, desobediencia a los representantes de la Justicia, amenaza a los disidentes y ‘colaboracionistas’. Y para rematar, “ahora se suma Podemos, que carecía de papel en esta farsa y que se ha puesto al frente de su particular revolución”, añade.
En Moncloa valoran positivamente la situación en varios frentes. El panorama internacional, la firme celeridad de la acción de la Justicia, la ejemplar actuación de los cuerpos de Seguridad, la unidad formal de los partidos democráticos, son algunas de las líneas de actuación que se han desarrollado con eficacia. El referéndum está técnicamente desactivado. “Rajoy prometió que no habría consulta y no la habrá”, añaden.
La Guardia Civil ha golpeado en los centros vitales de la infraestructura organizada desde hace meses por los secesionistas. Cartelería, propaganda, misivas a los miembros de las mesas, papeletas… todo bajo control. El núcleo duro de Puigdemont, responsable de la organización de la consulta, ha sido detenido. Y un factor clave: la intervención de las cuentas de la Generalitat, que queda al albur del Ministerio de Hacienda.
El Gobierno ha venido sugiriendo que no sería preciso recurrir al artículo 155. Bastaría con desbaratar la logística de la consulta, y se ha hecho. Y las finanzas de los secesionistas, ley de Estabilidad Financiera por medio, han pasado al control del Estado, pese a la rectificación de última hora de la interventora de la Generalitat. Montoro no se fía y no levanta el pie del acelerador.
Presos políticos
Rajoy cumplirá su palabra, no se celebrará el referéndum, pero el 1-O sigue en marcha, comenta la mencionada fuente. El principal motivo de inquietud para el equipo que conduce la crisis en el Gobierno es la calle. “Puede pasar cualquier caso, los dirigentes secesionistas están incendiando los ánimos de una forma irresponsable y las algaradas son incontrolables”, señala un miembro de la cúpula del PP. La CUP y otras organizaciones secesionistas, como ANC y Omnium, están movilizadas, como se pudo comprobar este miércoles en las calles barcelonesas durante los registros de la Guardia Civil.
La reciente incorporación de Pablo Iglesias a las filas secesionistas en una acometida feroz contra Rajoy, el Gobierno y el PP, ha disparado las alarmas. El pacto Junqueras-Iglesias entra en juego, señalan en Moncloa. Ada Colau cumplió su parte y ahora le toca a Podemos en el resto de España. La expresión de ‘presos políticos’, utilizada por el líder morado, ha sorprendido incluso a muchos de sus seguidores, según fuentes de este sector.
A Rajoy le preocupa la calle, ‘pero es lo que hay’, insisten en su entorno. Las órdenes son actuar con prudencia, como se ha hecho hasta ahora. “Subirá el tono de la agitación, habrá lío”, señalan fuentes de Interior. “Se están preparando, se ve venir”. Un hecho asumido.
En el frente institucional, el presidente del Gobierno se ha mostrado satisfecho de sus encuentros del miércoles con los líderes del PSOE y Ciudadanos. El frente democrático está unido, con algunas fisuras. El martes se vivieron escaramuzas y tensiones entre los socialistas y el partido naranja. Rajoy intenta mantener esa unidad a toda costa. Desconfía de Pedro Sánchez, que no quiere fotos a tres, ni siquiera comparecer en público tras su entrevista con el jefe del Gobierno. “Está huidizo e incómodo”, señala uno de sus diputados. El avispero catalán incomoda al PSOE.
Sánchez no da el paso para aparecer junto al Gobierno sin fisuras ni tibiezas. Rajoy no se fía, pero le mantiene informado. “El líder socialista apenas hace sugerencias, tan sólo aconseja moderación”, dice un asesor del presidente. “Espera el 1-O para romper drásticamente amarras con el PP y cargarle a Rajoy toda la culpa del embrollo de Cataluña”. Diez días para el día D. La inquietud sube de tono en las calles. La preocupación se masca por los pasillos de Moncloa.
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