Dirán las crónicas del próximo viernes que El Hormiguero batió récord de audiencia gracias a la entrevista a Mariano Rajoy que se emitirá este jueves. Contarán los periódicos que el expresidente del Gobierno volvió a deslumbrar a los espectadores con sus sarcasmos y sus simpatías habituales. Destacarán la naturalidad y el sentido del humor del entrevistado así como su innegable origen gallego. Alabarán tal o cual broma sobre su adicción al Marca o sobre su extraña relación con Pedro Sánchez. Aplaudirán a Pablo Motos por realizar la entrevista con motivo del nuevo libro del personaje, Política para adultos.
Menos se hablará de los papeles de Bárcenas, de la turbia financiación del PP, de los errores de gestión del entrevistado, de sus promesas incumplidas en lo tocante a reformas económicas, del elefantiásico aumento de la deuda pública en su mandato, de su estrepitoso fracaso en Cataluña, de la policía patriótica que se gestó con él en Moncloa o del bochornoso episodio de su ingesta de Whisky el día de la moción de censura.
No me entiendan mal. El problema no es El Hormiguero y tampoco ese tópico -tan real- sobre que España es un país desmemoriado o cuanto menos con memoria selectiva. Ya tenemos dicho aquí que Pablo Motos hace su trabajo mejor que bien, hasta el punto de que su programa se ha convertido en un clásico televisivo. El periodismo tiene diversos géneros y El Hormiguero es, sobre todo, un espacio de entretenimiento que logra entretener cada noche. El periodista hará una entrevista divertida, que es lo que toca en ese espacio más bien amable. La visita de Rajoy arrasará. Enhorabuena de antemano.
En otras latitudes ese tipo de espacios, con varios periodistas reputados lanzando cuestiones incisivas, señalando contradicciones, debatiendo en serio, aún se estilan. Aquí también tuvieron su momento, pero ya hace tiempo que no triunfan
Lo que cabe preguntarse, yendo ya al grano, es por qué el exlíder del PP no concederá una entrevista televisiva a un programa más serio. O, mejor aún, lo verdaderamente llamativo es por qué en el prime time de las principales cadenas televisión de este país no abundan los espacios más serios o más informativos de entrevistas a personajes públicos.
En otras latitudes ese tipo de espacios, con varios periodistas reputados lanzando cuestiones incisivas, señalando contradicciones, debatiendo en serio, aún se estilan. Aquí también tuvieron su momento, pero ya hace tiempo que no triunfan. Lo más parecido es El Objetivo de Ana Pastor, que por cierto desde que se emite los jueves está cosechando pobres datos de audiencia.
Los que mandan en las teles creen que hoy programas así no los vería casi nadie. Puede ser que los gurús de la cosa tengan razón. La duda es si esos espacios no interesan al público o es que esos mismos expertos no encuentran la manera de hacerlos interesantes. Viejos debates sin respuesta.
Ustedes habrán reparado en que desde hace tiempo cuando los líderes políticos quieren conceder una entrevista en directo, acuden a un telediario. Quizás porque ese formato cerrado les parece más cómodo. O quizás porque tampoco tienen mejores opciones para llegar al gran público. ¿Por qué, por ejemplo, La noche en 24 no se emite en La 1 y en prime time aunque sea un día a la semana? ¿Tan descabellado sería que Telecinco tuviera un espacio informativo, con entrevistas incluidas, una noche?
¿Y si resulta que el hecho de que los representantes políticos tengan que acudir a programas como el de Motos para darse a conocer es un signo más de estos tiempos frenéticos en que vivimos? ¿No será que en esta época del tuit, el like y el selfie solo el entretenimiento puede imponerse en televisión?
Dudas y más dudas. Volvamos a lo importante. Aquí solo tenemos la certeza -cruda, pero certeza al cabo- de que Rajoy arrasará en El Hormiguero. Yo confieso que estoy deseando verle bailar.
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