“Estamos desbordados”. Este es el grito desesperado de la dirección de la residencia de mayores Vitalia, situada en la localidad madrileña de Leganés. Suma un total de 39 fallecidos a lo largo del mes de marzo. Se trata de uno de los centros de ancianos que está sufriendo con especial virulencia los efectos de la expansión del coronavirus en España. Este sábado, la UME se topó con once cadáveres en su cámara mortuoria abarrotada. Al menos uno de los cuerpos sin vida llevaba ahí desde el miércoles sin que ningún servicio funerario hubiese ido a recogerlo.
“Sentimos un dolor tremendo que compartimos con los familiares. Después de los familiares, los más afectados somos nosotros. Estamos acostumbrados a que haya un proceso de duelo, pero ahora con esta situación los familiares no pueden despedirse. Nos sentimos absolutamente impotentes”, declara a Vozpópuli el director de operaciones del grupo Home Vitalia, Antonio Morales.
Este sábado por la mañana acudieron a la residencia varios efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y se toparon con cinco cadáveres. Los fallecimientos se habían producido el miércoles, el jueves y el mismo sábado, según precisan a este periódico fuentes conocedoras del suceso. Los ancianos muertos habían nacido entre 1930 y 1935, es decir, todos tenían más de 85 años de edad. Según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico, los cinco presentaban síntomas de haberse contagiado por el coronavirus. Eran dos mujeres y tres hombres.
11 muertos en cuatro días
La UME decidió establecer a un plan de desinfección y evacuación de los cuerpos y cuando regresó por la tarde se encontraron con otros seis fallecidos más, lo que elevaba la cifra a once muertos solo en cuatro días. Estos otros seis ancianos -dos hombres y cuatro mujeres- habían nacido entre 1920 y 1958. También presentaban síntomas propios de la epidemia, según la misma documentación. Este domingo por la tarde aún faltaba por evacuar a tres fallecidos, según lamenta Morales.
La dirección de Home Vitalia está habilitando otro centro con el que cuenta el grupo en el distrito madrileño de Moratalaz para llevar allí a los ancianos residentes considerados a salvo del contagio. El problema es que recientemente cedieron las camas de ese segundo centro a un hospital que las necesitaba y están en conversaciones con una filial de la empresa Pikolín para que les proporcione nuevas unidades. Confían en que puedan llegar lo antes posible. Tiene un capacidad para 125 camas.
“Estamos tomando medidas para poder atajar la situación, hemos reforzado el equipo médico y contamos con un especialista psiquiátrico de la clínica Quirón”, dice Morales. Se ha hecho con sus propios test para poder detectar contagios. Recuerda que ellos solo son una residencia donde se cuida de los ancianos, pero defiende que “los enfermos deben estar en un hospital”. En este punto se une un obstáculo extra y es que, por demarcación, les corresponde el hospital Severo Ochoa, uno de los más colapsados de toda la Comunidad de Madrid por el elevado índice de contagios en la región.
"Nos sentimos impotentes"
“Venimos informando diariamente de todas las personas que tienen síntomas, pero desde el 18 de marzo no hemos tenido ningún traslado a un hospital. Nos sentimos impotentes, solo ayer (por el sábado) murieron nueve personas. Los servicios funerarios están desbordados”, insiste este responsable de la residencia. Asegura que cada vez que fallece uno de sus residentes se da parte a las autoridades médicas para que certifique la muerte.
“La cámara mortuoria estaba desbordada. Yo llevo trabajando 20 años y nunca había visto algo así. Ni siquiera el Ejército pudo llevarse a todos. No sé qué situación tiene la Comunidad de Madrid, pero necesitamos material y medios”, dice Morales. Quiere dejar claro que no culpa de la situación a nadie, tampoco a las autoridades autonómicas: “Han hecho esfuerzos por ayudarnos y por llevarse a ancianos a hospitales”.
Añade que, desde que empezó la crisis, se han dado de baja 42 trabajadores que han tenido que ser sustituidos por personal nuevo. El 1 de marzo, la residencia de Leganés en la que han muerto 39 personas contaba con 260 personas. “Si los hospitales están llenos, que vengan las medicinas a las residencias”, reclama.
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