Podemos, el partido que nació al calor del 15M, asistirá este 2022 a la voladura de su marca para volver a intentar 'sorpassar' al PSOE con Yolanda Díaz. El principal reto de los morados será encajar la transición entre ser el principal actor político del espacio del cambio y someterse a los planes de la vicepresidenta segunda del Gobierno.
¿Qué va a ser de Ione Belarra, Irene Montero y Lilith Verstrynge si la ministra de Trabajo llevará el timón? Una fuente muy próxima a Díaz explica que tanto Belarra como Montero tienen ya en el punto de mira a la vicepresidenta, sobre la que “más pronto que tarde empezarán a llover ataques''. No solo del PSOE, también de sus compañeras de Podemos, algo que los morados tachan de absurdo.
Este año nuevo será cuando Díaz arranque su proceso de escucha con la sociedad para construir ese proyecto de país con el que quiere trascender las siglas de los partidos. Ese es el principal punto de fricción entre la vicepresidenta segunda y la cúpula morada. Podemos, que está inmerso en un proceso de refuerzo de su peso territorial, quiere tener mucho que decir en la hipotética plataforma de Díaz.
Más pronto que tarde empezarán a llover ataques a Yolanda DíazUna fuente muy próxima a la vicepresidenta segunda
En plata, los morados no quieren que Díaz entierre la herramienta política que creó Pablo Iglesias en el laboratorio de la Universidad Complutense de Madrid. Y eso que los altos cargos de Podemos saben que no les queda más remedio que apoyar a la titular de Trabajo en la construcción de su proceso de escucha porque es la única manera de garantizar su supervivencia política. La marca está muy desgastada y resta mucho más que suma, algo que reconocen en privado altos cargos del partido.
La tensión con Yolanda Díaz
El problema es que mientras Díaz reitera que en sus planes electorales no está ni construir ni hacer vida de partido, Podemos le recuerda que sin una organización política fuerte detrás no hay nada que hacer. Los de Ione Belarra, además, enfrentan el nuevo ciclo político que abren las elecciones del 13 de febrero en Castilla y León a pie cambiado.
Díaz ha obviado las presiones de Podemos para arrancar ya su plataforma. Lo cierto es que la titular de Trabajo no va a bajar al barro de ninguna contienda autonómica. Ella solo piensa en clave nacional. Y por eso les toca a los morados dar los "primeros pasos" para aglutinar a la izquierda en candidaturas unitarias tanto en Castilla y León como en Andalucía, la otra región que sacará este año las urnas antes de tiempo.
Es más, Díaz no ve con buenos ojos que Podemos la empuje a conformar ya su plataforma, una vez aprobada la reforma laboral -su ley estrella-. Entre quienes rodean a la vicepresidenta hay quien lamenta que los morados quieran aprovecharse de su tirón electoral en las autonomías donde son menos fuertes y que a la vez quieran controlar el proceso de integración a nivel nacional.
El nuevo ciclo electoral
El riesgo de ambas elecciones es doble para Podemos. El otro gran reto del partido será sobrevivir a la salida de su principal ideólogo y fundador: Pablo Iglesias. Las bases del partido tienen pánico a la estrategia comunicativa de Díaz y echan en falta las formas del eterno referente morado, quien sigue guiando y acompasando la estrategia del partido desde sus múltiples púlpitos mediáticos.
Más allá del varapalo que sufrió Iglesias en las elecciones de la Comunidad de Madrid del pasado 4 de mayo, lo cierto es que el exvicepresidente segundo aún arrastra a las bases. En verdad, Podemos es un partido que ha demostrado un suelo electoral relativamente sólido pese a la pérdida continuada de votos desde 2015. La mayoría de las encuestas mantienen a los morados en un umbral de apoyo similar al cosechado en noviembre de 2019.
Hay una cosa clara: Podemos ya no será lo que Podemos fue. España ha entrado en un ciclo político muy distinto al de 2015. Entonces, la mayoría del electorado progresista estaba enfadado con el PSOE. Los españoles veían a los socialistas como responsables de los recortes y de la corrupción que asoló al país en esos años. Pero ese clima de malestar con los socialistas ya no existe.
Es más, el propio Pedro Sánchez puede contrarrestar el envite de su adversaria Díaz y de los morados recordando que él nombró ministra la vicepresidenta y que, en parte, sus éxitos son una creación suya. El presidente del Gobierno no va a dejar pasar la oportunidad de subirse a la ola que está dado una segunda vida a la socialdemocracia en Europa.
La llegada a la cancillería alemana de Olaf Scholz es el espejo de Sánchez cuyo exhombre fuerte en Moncloa, Iván Redondo, considera artífice del "nuevo laborismo" en España. Podemos mutará. El partido cambia, el tiempo político también.
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