La víspera de su arrolladora reaparición, Rita Barberá había seguido con atención hipnótica la entrevista de Mariano Rajoy en Antena 3. Susanna Griso estaba despampanante y el presidente en funciones se había venido arriba. Ingenioso, ocurrente, sarcástico. La exalcaldesa apenas salía de casa desde el 26 de enero, cuando estalló el caso Taula, la enésima erupción purulenta en el PP valenciano. Cuarenta días y cuarenta noches sin apenas pisar la calle. Algo impensable en una persona extrovertida, expansiva, simpática, vitalista.
Deprimida, abatida, huidiza, Rita Barberá, la 'jefa' de Valencia, un referente del PP no sólo levantino sino nacional, la primera alcaldesa de España, apenas se asomaba a la ventana de su casa. Ponía un pie en la calle para estirar las piernas, ya anochecida. Una mañana la pillaron emergiendo con su cabellera aleonada de su peluquería de siempre. Estaba preparando su 'look' para romper el silencio, abandonar el encierro y reaparecer con estruendo de timbales. Rita 'on fire'. El retorno de Rita. El animal político valenciano más potente del último cuarto de siglo, herido ahora de muerte, iba a darse el gustazo de sacudir unos cuantos zarpazos a diestro y siniestro, a los de dentro y a los de enfrente, a los cómplices, a los traidores, a los falsarios, a los hipócritas, y a algunos cuantos 'amigos'. Su partido, como suele ocurrir, no se había portado bien.
Las vergüenzas de la izquierda
La carcoma de la corrupción ataca desde la raíz a los pilares del PP. El 'caso Rita' ha emergido en el peor momento, en plenas negociaciones para la designación de nuevo gobierno. En vísperas de la sesión de investidura. "Un desastre, un disparate", es la unánime opinión. Sólo algunos veteranos se muestran disconformes con ese empeño de las nuevas hornadas en lapidarse pública, metódica y diariamente. "La izquierda tapa sus vergüenzas, que son muchas, más que las nuestras. Se defienden, se amparan. Nosotros siempre hacemos lo mismo: apedreamos a los nuestros", declaraba un diputado del PP, experimentado y sumamente enojado con la actual situación.
Rita Barberá terminará cayendo, comentan fuentes políticas de su entorno
Rita decidió quitarse la bata, atusarse el melenón, ponerse su blazer favorita y convocar a la prensa luego de escuchar a Mariano, posiblemente el penúltimo amigo, junto con Paco Camps, que le queda en el partido. "He hablado con Rita y me ha dicho que es inocente". El presidente en funciones no se refugió en ambiguos meandros o en circunloquios esquivos. Se retrató en defensa de su vieja amiga. No hay nada contra la exalcaldesa, ni investigación, ni imputación, ni acusación. Y recordó los muchos casos de políticos que se vieron forzados a dejar su cargo por sospechas judiciales que luego resultaron erróneas.
La exalcaldesa no había quedado muy satisfecha con la triste intervención de su presidente en la tertulia nocturna de 13TV, cuando tan sólo acertó a aseverar: "¿Tengo que expulsar a Rita? No es tan fácil. Ni siquiera sabemos qué hay contra ella", había respondido a las preguntas de Antonio Giménez.
Mensaje de cariño
La aludida torció el gesto. No era eso lo esperado. Rajoy le telefoneó. No había hablado con ella desde que resonó el estruendo, arrancó el terremoto y los pilares del PP valenciano comenzaron a zozobrar con amenaza de ruina. Le envió un mensaje de afecto, cariño y tranquilidad. Nada se hará contra ella en el partido, a menos que, como mandan los estatutos del PP, fuera investigada (expediente) o se le abriera juicio oral (suspensión de militancia). Ha habido 174 dirigentes del PP imputados y luego quedó en nada.
Rajoy le debe a Rita, entre otros, su presidencia en el PP. También, por supuesto, a Camps, y a Arenas y pocos más. El congreso de Valencia de 2008 se anunciaba agitado y furioso para el heredero de Aznar. Esperanza Aguirre, sin embargo, no se atrevió. Desatendió los consejos de algunos correligionarios y de varios líderes de opinión. No dio el paso al frente. Rajoy no olvida. A Aguirre, retirada ahora de la jefatura regional madrileña, le dedicó esta misma semana una de sus frases de fina ironía galaica: "Estoy seguro de que Aguirre piensa de mí lo mismo que yo de ella".
Desde hace semanas, cuando estalló el nuevo bombazo de la putrefacción valenciana, se han venido oyendo voces muy contundentes en el PP contra los corruptos. "Estamos hasta los cojones", había exclamado Damborenea, veterano dirigente del PP vasco, delicado orador, ante las mismas narices de su presidente, que respondió, algo estupefacto, con un "pues no sabéis bien hasta dónde estoy yo".
La joven guardia de Génova, los Maroto, Levy y el beligerante Casado, evitaron también las palabras dulces y los mensajes sutiles. Hablaron de necesidad de 'purgar' todo cuanto esté contaminado y le aconsejaron a la 'jefa' fallera que deje el escaño, el aforamiento, el partido y se fuera a casa. Por el bien de todos. Alfonso Alonso, una de las manos derechas de Sáenz de Santamaría, también le propinó un severo bofetón a la interfecta. "Creo que no tiene nada que hacer en el futuro del partido". Recibieron como respuesta un consejo de "sosiego y templanza" por parte de la aludida, que además hizo una referencia displicente a la juventud de sus críticos. Veinticinco años y alcaldesa de la tercera ciudad de España, cinco mayorías absolutas, no es asunto menor. Merecen un respeto. Tras su vehemente intervención, algunas voces de Génova plegaron velas, agradecieron el detalle de la excaldesa y hasta Margallo la comparó con Dreyffus. "Puro ornato, disimulo. El partido está tocado". Y el 'caso Rita' lo pone aún peor, declaraba la mencionada fuente.
El inaudito caso del sumario secreto
Del cráter valenciano emergía cotidianamente una purulencia incontenible. Mediática y judicial. Una portada errada anunciaba inmediatas actuaciones de Anticorrupción contra Barberá. Falso. No hubo nada. Al menos por ahora. En el biotopo valenciano, los medios se manejan a la velocidad de la Fórmula 1. Derrapan con frecuencia. "Si alguno de ustedes tiene el sumario, le ruego que me lo presten", dijo Barberá a los periodistas presentes en en su comparecencia.
La joven guardia de Génova habló de la necesidad de 'purgar' todo cuanto esté contaminado
Paco Camps había reaparecido también unos días antes, en esta ocasión en la triste sala de un incómodo hotel. Y recordó que "el diario El País me dedicó en su momento 160 portadas, más que al Papa. Y al final me absolvieron". En esta ocasión era la Cadena Ser quien anunciaba una noticia aún por confirmar.
Barberá terminará cayendo, comentan fuentes políticas de su entorno. Pero no se irá. "No dimito. Ni me lo planteo". Confesó que no va al Senado porque allí aún no hay nada que hacer. Y utilizó el adjetivo de 'totalitario' para describir comportamientos de las Cortes Valencianas, donde le preparan una encerrona para este lunes. Lanzó varias andanadas al partido. Nunca formó parte de un comité electoral. Jamás tuvo responsabilidades financieras. Desconoce lo que se hacía con el dinero. Nunca tuvo un cargo orgánico. Pero tranquilizó a sus oyentes: "Ni tiro de la manta, ni hay manta de la que tirar". Rajoy se ha portado muy bien. Pero la fiera herida aún puede hacer daño antes de desaparecer.