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"Rolando 2.15-2.45", la anotación manuscrita que sirvió para incriminar a ETA en su primera masacre

Un papel intervenido al etarra José María Arruabarrena (Tanque) sirvió para atribuir a la banda terrorista el atentado contra la cafetería Rolando

"Rolando 2.15-2.45", la anotación manuscrita que sirvió para incriminar a ETA en su primera masacre

El estruendo sacudió el corazón de Madrid. Una densa polvareda de humo se elevaba de entre los cascotes, con la cafetería Rolando, en la céntrica calle Correo, como epicentro principal de la explosión. Decenas de cuerpos yacían por el suelo; otros -muchos- no se veían, cubiertos como estaban entre los escombros. Fue la primera masacre perpetrada por ETA, aunque sus autores, a tenor de la crisis interna que desató el atentado y de su trascendencia política, trataron de culpar a la extrema derecha. Hasta que una anotación manuscrita sirvió para vincular directamente a la banda terrorista al episodio.

El 13 de septiembre de 1974 -este año se cumplen cincuenta-, un comando terrorista detonó una bomba oculta en un maletín en el que también habían introducido mil tuercas, para que actuasen a modo de metralla.

ETA buscaba un doble golpe moral con este atentado: perpetrar un nuevo golpe en Madrid tras el asesinato de Carrero Blanco, lo que suponía una exhibición de fuerza y despliegue en un momento de incertidumbre política; y matar al mayor número posible de policías, debido a que la cafetería Rolando, de acuerdo a sus informaciones, era frecuentada por agentes. Poco les importó que además hubiera numerosos civiles que nada tenían que ver con la institución.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo alberga, desde este jueves y en Vitoria, una exposición sobre el atentado terrorista -comisariada por Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero-, que dejó un balance de 13 muertos y alrededor de setenta heridos. “Fue el primer atentado indiscriminado de la larga historia de ETA. Sin embargo, como hizo tantas otras veces, la banda mató y mintió. En vez de reivindicar el crimen, culpó a la ultraderecha y al régimen franquista. No reconoció su responsabilidad hasta 2018”, apuntan desde el Centro Memorial.

La atribución de ETA

Eso no significa que hasta esa fecha no se conociera la autoría del atentado de la cafetería Rolando. Las declaraciones de algunos terroristas y las investigaciones policiales permitieron averiguar que ETA propició la masacre. En las pesquisas hubo un documento clave, una anotación manuscrita que sirvió para identificar el papel de la banda en el golpe.

En los convulsos años 70, ETA ya alzaba la voz y se erigía como una de las principales amenazas para la seguridad. La banda terrorista gozó de ciertos respaldos y connivencias en esferas políticas, tanto nacionales como internacionales, al erigirse como baluarte de la lucha antifranquista -aunque a la postre mantendría su actividad criminal tras la muerte del dictador-.

El magnicidio de Carrero Blanco, en diciembre de 1973, fue un golpe de primera magnitud. Los etarras lograron su objetivo, en buena medida, gracias a una red de acogida entre grupúsculos anarco-comunistas asentados en Madrid, con el apoyo explícito de la novelista Genoveva Forest, casada con el dramaturgo Alfonso Sastre.

Ante las preguntas de los agentes, el etarra aseveró que era el seudónimo de uno de sus jefes y las horas en las que le podía llamar por teléfono

“Sin la ayuda de este grupúsculo y especialmente de Eva Forest, ETA no hubiera podido llevar a cabo ni el magnicidio de Carrero Blanco en 1973 ni la masacre de la cafetería Rolando al año siguiente”, apunta el Centro Memorial, en el dossier informativo sobre la exposición que recuerda aquella masacre.

El atentado estaba meticulosamente planificado. En la madrugada del 5 al 6 de julio de 1974 llegaron a Madrid tres miembros de ETA: José María Arruabarrena (Tanque), Faustino Estanislao Villanueva (Chapu) y José Manuel Galarraga (Potxolo). Tenían la misión de construir zulos para esconder armas y propagandas, asesinar al periodista de ABC Alfredo Semprún -aunque no lograron dar con él- y reunir información para atentar contra la cafetería Rolando.

El 28 de agosto en San Sebastián se produjo un enfrentamiento a tiros entre la Guardia Civil y dos miembros de ETA, que resultaron heridos y detenidos: el citado Tanque y José Antonio Garmendia (Tupa). En la agenda del primero había una anotación manuscrita que rezaba “Rolando 2:15-2:45”. Ante las preguntas de los agentes, el etarra aseveró que era el seudónimo de uno de sus jefes y las horas en las que le podía llamar por teléfono. “Nadie le dio importancia”, apuntan desde el Centro Memorial.

Atentado en la cafetería Rolando.

Tras varios reveses policiales sufridos en verano de 1974, ETA redobló su intención de atentar contra la cafetería Rolando. “Va a haber una acción muy importante, mejor que lo de Carrero”, llegaría a afirmar Eva Forest ante sus allegados.

Bernard Oyarzabal Bidegorri y María Lourdes Cristóbal, de origen vascofrancés, fueron instruidos por ETA para perpetrar atentados. El frente militar de la banda terrorista les entregó 5.000 francos, un temporizador y 15 kilogramos de dinamita goma 2E-C. Además compraron mil tuercas. El 4 de septiembre de 1974 se desplazaron en Madrid y recibieron el apoyo de Eva Forest.

Tras varios días de planeamiento -llegaron a comer en Rolando para recabar más información, dejando una generosa propina a un camarero que les pareció “muy simpático”-, el 13 de septiembre entraron en la cafetería, pidieron la comida y, fingiendo un mareo, salieron al exterior. Junto a la mesa dejaban el maletín cargado de explosivo y metralla.

La explosión se produjo exactamente a las 14.30.

Las repercusiones del atentado

Además de la masacre que se registró en las inmediaciones de la Puerta del Sol, el atentado de ETA tuvo considerables implicaciones políticas. El Gobierno de Arias Navarro, con un Franco convaleciente, echó al traste los limitados movimientos aperturistas que había planteado meses atrás. La banda terrorista emplearía este argumento para sugerir que la extrema derecha era la principal interesada en este atentado, y que los autores no podían ser si no grupúsculos de este entorno.

Además, la magnitud de la tragedia desencadenó un profundo rechazo social contra ETA, desbaratando las simpatías que la banda terrorista se había granjeado en ciertos colectivos tras el asesinato de Carrero Blanco. Razón añadida para que la banda terrorista negase su implicación en la masacre.

Fue entonces cuando la anotación manuscrita intervenida al etarra Tanque cobró todo el sentido: “Rolando 2:15-2:45”; precisamente el lugar y la hora en la que se perpetró la masacre.

Ha pasado medio siglo desde entonces. Y el Centro Memorial recupera en su exposición elementos inéditos de aquella masacre: planos, anotaciones del sumario, una maqueta de la cafetería Rolando, armas empleadas en Madrid por los terroristas e incluso una recreación de la maleta que estalló aquel 13 de septiembre de 1974.

“La matanza no fue la causa del cisma de ETA, que arrastraba una larga crisis interna, pero sí la gota que colmó el vaso -apunta el Centro Memorial en el catálogo de la exposición-. A finales de 1974 la organización se rompió en dos. El grueso de la militancia constituyó ETA político-militar, que se autodisolvió en 1982. Por otro lado, el frente militar se convirtió en ETA militar, cuya sangrienta trayectoria se ha prolongado hasta 2018. Fue entonces cuando finalmente la banda terrorista asumió la autoría del atentado de la cafetería Rolando”.

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