No ha pasado ni un año desde aquella tarde de octubre en la que Pablo Iglesias y Albert Rivera se sentaron frente a frente en el bar Tío Cuco de Barcelona para debatir sus propuestas ante los comicios del 20D, en un programa de 'Salvados' que batió todos los récords y que supuso el pistoletazo de salida a una campaña llena de debates y desencuentros. El resultado después de estos ocho meses es esta nueva campaña y este nuevo cara a cara que los líderes de Podemos y Ciudadanos volverán a protagonizar en el espacio televisivo de Jordi Évole. No parece que en esta ocasión Iglesias vaya a comentar, como ya hiciera en octubre, que "como sigamos así, nos presentamos juntos a las elecciones", y es que según detalló el director del programa: en esta ocasión habrá mucha más guerra.
El 18 de octubre Rivera e Iglesias eran dos outsiders que habían escalado posiciones hasta convertirse en los dos focos llamados a tumbar al bipartidismo, dos titanes de la nueva política, Iglesias en horas bajas según unas encuestas que disparaban a Rivera, que acudían a la llamada de Jordi Évole con mucho más cuidado del que pareciera en un momento. Durante el debate, tanto Iglesias como Rivera intentaron moderar su imagen, y es que así se lo habían aconsejado al líder de Podemos en un dosier de más de 50 páginas que recogía desde cómo debía vestir el líder de Podemos hasta cuantas veces debía pestañear por minuto.
Durante el debate Rivera defendió un contrato único que entonces estaba en boca de todos, tanto que incluso Podemos hizo un amago de incorporarlo más adelante entre sus medidas. Iglesias por su parte abogó por acabar con la reforma laboral y reactivar la economía. Rivera apoyó también acabar con la reforma laboral del PP, y en su documento con el PSOE optaba por modificarla. Sin embargo, el 27 de abril el Congreso rechazó instar al Gobierno a derogar las reformas laborales de 2010 y 2012 con la abstención de PSOE, Ciudadanos y PNV. Iglesias también cambió algunos de los puntos que defendió en el debate, y es que tras proponer una jubilación a los 63 años, el programa de su formación defendió que ésta se realizara a los 65, tal y como defendió Rivera en el cara a cara.
Quitando algunas interrupciones, el debate de 2015 resultó bastante amable. Incluso cuando Iglesias sacó a Esperanza Aguirre o al periodista Alfonso Rojo para intentar vincular a Rivera con ellos, el líder de Ciudadanos alegó: "Yo no voy a jugar a los bandos". Hoy, tras meses y meses de enfrentamientos, bandos y negativas a pactar con los "amigos de Maduro" o con "el Partido Popular naranja", el debate no se presupone amable y se espera un tono mucho más agresivo que el de entonces.
Los asesores de Pablo Iglesias le aconsejaron usar "lágrimas artificiales" para resolver el problema de sequedad en los ojos que le hacía pestañear tanto
En esta ocasión, al contrario que en el dosier que publicara El Condifencial, Podemos no se considera en una posición de debilidad. Tras el pacto con Izquierda Unida, la mayor parte de las encuestas reflejan un sorpasso al PSOE el 26J. Entonces, los asesores de Iglesias le aconsejaron "lágrimas artificiales" para el "probable problema de sequedad" que producía su pestañeo frenético, que podía llegar a transmitir, según sus asesores "nerviosismo/inseguridad". También le aconsejaron un tono moderado, que fuera amable y que cuidara su aspecto, dado que no querían dar una imagen "desaliñada" frente a el líder de Ciudadanos, que "siempre va excelentemente peinado". También aconsejaron a Iglesias no inclinarse sobre su silla, para evitar una posición encorvada, y dando una imagen de "dominar la situación". ¿Veremos este domingo a un Pablo Iglesias encorvado, agresivo y con un discurso dispuesto a captar a los sectores más izquierdistas de la sociedad española?
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