"No sé la razón que me impulsa a escribir estos fragmentos de mi vida. Son sin duda unas pruebas acusatorias en mi contra. Quizás sea una especie de confesión pública para pedir perdón a quien corresponda". Con estas líneas, Fernando San Agustín arranca La trastienda de los servicios de inteligencia [Roca Editorial], un libro en el que habla en primera persona sobre una serie de acciones que se atribuye en torno a ETA, Marruecos y otros asuntos sensibles para la seguridad nacional.
Afirma que actúa inducido por el desmerecido olvido de otros agentes que dieron la vida por España. Natural de San Mateo de Gállego (Zaragoza), fue reclutado en los años sesenta tras su paso por la Academia General Militar. "A partir de este libro, mi familia ha entendido todo lo que le ha tocado vivir durante mi existencia", afirma en conversación con Vozpópuli.
Durante su trayectoria ha usado varios nombres en clave. El real es Fernando San Agustín, pero...
Pregunta. ¿Cómo debo llamarle? ¿Fernando, Yoyó, Aneto…?
Respuesta. [Ríe] Fernando, Fernando. Los otros dos nombres han quedado muy, muy lejanos.
P. ¿Por qué los escribe entonces ahora? La mayoría de referencias de su libro apuntan a los sesenta o setenta.
R. Todos los apuntes están fechados por ahí. ¿Sabe qué pasa? Cuando vi lo de Irak, la muerte de los agentes españoles [en referencia a la emboscada en Latifiya en la que fueron asesinados siete miembros del CNI en 2003]… Se me subía la sangre a la cabeza. Aquellos agentes murieron, les dieron alguna medalla y nadie ha investigado nada. Cuando hay un accidente de tren como el del Alvia, que es tremendamente doloroso, hay un juicio, una investigación… es un error clarísimo y alguien debe asumir la responsabilidad.
Esos agentes nunca debieron morir así. Yo pensé que lo lógico sería que el director del CNI, el presidente del Gobierno o el ministro de Defensa diesen explicaciones ante el Congreso o ante un tribunal. Han muerto unos chicos, su futuro, unos padres… Empecé a sacar cosas, a escribir y a recordar. Decidí que en lugar de hacer un memorándum de agravios, podría hacer un libro como este. Los hechos están basados en hechos reales, con el objetivo de hacer valer el trabajo oscuro, desconocido, de los agentes de inteligencia, de los agentes de información, que jamás contaran nada.
P. Sin embargo, sí que hubo alguna investigación, en la que se puso el foco a un colaborador habitual de los agentes españoles…
R. No, no, no. No me refiero a eso. Hablo de más arriba. Quería que un presidente, ministro, o director CNI diese la cara. Preguntar por qué estaban ahí esas personas cuando sabían que no había armas de destrucción masiva en Irak, pero la cabezonería de [George] Bush y [José María] Aznar les llevaron a decir que sí. Pero esto siempre pasa, ¿eh? Los informes de Inteligencia sólo se tienen en cuenta cuando dan la razón a los intereses del político.
Los orígenes
P. Sigamos con el libro. ¿Qué porcentaje tiene de real y cuánto de ficción?
R. ¡Eso no se puede decir! Si no, no sería divertido. Había una revista que se llamaba La Codorniz, que decía: “La revista más audaz para el lector más inteligente”. Creo que todo el mundo cuando lea el libro sabrá lo que es fantasía y lo que es verdad, dónde está la línea roja de la fantasía, es divertido. Pero los hechos históricos a los que se refiere son todos verdad. Por ejemplo, en lo de los nazis [el libro hace referencia a un supuesto archivo del régimen de Franco con nombres de nazis acogidos en España]; mucho antes de que yo lo explicara creí que habría periodistas que lo seguirían y lo descubrirían mejor que yo. Porque pueden preguntar y contar los nombres y apellidos de los nazis más sobresalientes que llegaron a España. Es bueno que el lector diga.
P. Vayamos al principio. ¿Cómo se capta a un agente en la España de los años sesenta?
R. Soy oficial de Infantería, he estudiado en Zaragoza, hago cursos de montaña en Jaca… Mi sueño es mandar unidad de montaña y aparezco en Estella [Navarra] mandando a los esquiadores del Ejército. Tenía a mis órdenes a mucho vasco, mucho navarro, muchos catalanes… A menudo yo preparaba barbacoa en el cuartel. Consideraba que era importante que los soldados tuvieran expresión y dijeran sus cuitas. Hacíamos charlas sobre la Historia de España y de cómo la unión nos hizo fuerte al país.
Era una zona muy sensible, donde empezaban a surgir con fuerza algunos sentimientos nacionalistas o regionalistas. ETA comenzaba a dar sus primeros pasos, aunque aún no mataba. Imagino que, por estar ahí, un general de división de montaña me citó en Madrid para una reunión. Tenía que ir de noche y de paisano. “Qué raro, ¿no?”, pensé. Estuvimos allí dos o tres días. Nos explicaron una serie de cosas sobre los servicios de inteligencia y una reestructuración que planeaban hacer. El objetivo estaba muy bien.
P. ¿Y bien?
R. Al final nos dijeron qué nos parecía todo eso. Dije que muy bien, pero que yo me volvía a Navarra, que era mi sueño. Cuando dije que no, llegó un señor, admirable y respetable, profesor mío en la academia, un ídolo en todos los sentidos… Me dijo: “Farlete [mi segundo apellido], tú no vas a ningún sitio, tú te has formado conmigo y te quedarás siempre conmigo. ¡Admito que me molestó entrar en el servicio porque eso suponía dejar Estella!
El terrorismo de ETA
P. Ha hablado de ETA. Y en su libro se refiere a varias actuaciones relacionadas con el terrorismo.
R. Estaba la olla empezando a hervir. El sentimiento práctico inclinaba a resistencia pasiva. Todos estábamos esperando que llegara la democracia porque sabíamos que con Franco no se podían arreglar muchas cosas. En ocasiones, en la compañía de Estella, tuve la suerte de conocer chicos vascos que confrontamos muchos pareceres con ideas muy contrarias, pero la educación y el respeto siempre imperaban. Matando gente no se va a conseguir nada. España es muy resistente. Es como el toro cuando le dan las banderillas, aguanta y es muy resistente.
P. En el libro dice usted una frase: “La sangre no forma caminos, forma charcos”.
R. ¡Así es! Un charco es un fango, una asquerosidad. Cuando hablé con algunos de ellos, yo les decía: “Estáis dando patadas al viento, no conseguimos nada porque el viento sopla donde sopla”. La gente quiere convivir, pero… Los psicópatas son así. No todos lo eran en el País Vasco, pero sí mandaban mucho.
P. Hábleme del programa ‘Exilio Protegido’ [en el libro habla de un proyecto de aproximación a etarras para facilitarles una salida de España a cambio de abandonar su actividad terrorista].
R. Era una solución que se debió poder ampliar, pero no era fácil. Hubo muchas familias abertzales que no querían que sus hijos se marchasen. Algunos se acogían y decían en sus casas que no querían hacer la mili y que se marchaban de España. Pero los padres buscaban otra solución. Esto suscitaba algunas dudas morales. Ayudarles a salir era ir contra la ley, era gente que tenía que ser juzgada…
P. Y ahora, en el año 2023, ETA ha sido derrotada policialmente. Sin embargo, aún es objeto de enfrentamiento político.
R. ETA ha sido derrotada por la Policía, por la Guardia Civil, por las víctimas, por la sociedad… pero parece ser que no ha sido así. Cuando veo etarras que salen de la cárcel y son recibidos en su pueblo, esta psicopatía, esta atracción por el asesino… no la entiendo. Y el asesino lo es tanto el que aprieta el gatillo, como el que señala, como el que pone el coche. Creo que el país venció a ETA y ahora el Gobierno ha permitido que en algunos espacios se trate a los terroristas como ángeles de la guarda. No hace falta hurgar mucho entre quienes han sufrido, han perdido a alguien, a su futuro. ¿Para qué han servido 900 muertes gratuitas? Que no nos digan que para el Estatuto vasco. Sabían que con la democracia llegaría. Y el PNV lo sabía, los líderes catalanes lo sabían… Todo el mundo lo sabía.
P. Hay quienes se arrogan la victoria sobre ETA.
R. Si ETA ha sido vencida es principalmente por Policía y Guardia Civil, pero más aún por las víctimas, que renunciaron a la p*** venganza. No hablo de contratar a un mercenario para que mate, no. Hablo de poner un bombazo en sitios donde la sangre se pone a hervir. Pero no se hizo. Hay 300 asesinatos cuya autoría no se ha averiguado. Eso sí hay que investigarlo.
Marruecos y España
P. Otro tema recurrente en su libro es Marruecos.
R. Marruecos, desde que llegó Mohamed V, tuvo la idea de reivindicar un imperio. Nunca lo había sido, era un sultanato. España, después de la guerra de África, sentía que tenía una deuda con Marruecos. Y con Franco, a quien le ayudaron las tropas africanas, lo asumió especialmente. Si Mohamed V quería una cosa, el Gobierno se lo daba. Desde entonces se ha cogido la costumbre de que lo que pide Marruecos es ley.
P. Esto me recuerda al reciente reconocimiento de Pedro Sánchez a los planes de soberanía de Marruecos sobre el Sáhara.
R. ¿Verdad? Da una cierta impresión de bullying. Lo que ha pasado con el Sáhara no tiene nombre, esa cesión tan brutal… Como otras muchas cosas, algún día habrá que investigar lo que hay ahí detrás. Con Marruecos estamos siempre así. Hace años dijeron que había plataformas petrolíferas importantes en Canarias y Marruecos se sacó de la manga que Canarias era una prolongación de Marruecos por unas cordilleras submarinas.
P. Canarias, Ceuta, Melilla…
R. En Marruecos existe el proyecto de apoderarse de Ceuta, Melilla, parte de Mauritania, el Sáhara, Islas Canarias… aquello no se paró. Y ellos son de una diplomacia muy persistente, son negociantes muy hábiles, no tienen prisas y sí mucha capacidad de esperar. De vez en cuando lanzan mensajes, como la apertura de fronteras, la inmigración, la pesca… Es un sinvivir. Marruecos tiene a España en un sinvivir. ¿Usted cree que Reino Unido está preocupado porque España vaya a invadir Gibraltar? Claro que no. Pero nosotros sí de que miles de personas entren por la valla o por la puerta. España se encuentra indefensa ante Marruecos. Estamos muy vendidos.
P. ¿Marruecos se conformará con el reconocimiento del Sáhara?
R. No se conformará, no. Creo que hay una especie de rendición por parte del Gobierno español. Nosotros no tenemos una vocación universal, de intervenir u opinar sobre los vecinos, como sí la tiene Francia. No tenemos vocación hegemónica en absoluto. Y hay países, como Marruecos, a los que les interesa que el Gobierno español sea débil. Políticamente, España ha jugado a las trincheras en las últimas décadas, defendiéndose. Cuando hablaba con rusos y alemanes veían así a España.
P. Una pregunta sobre Alemania. ¿Es real ese archivo que usted cita con nombres nazis acogidos por el régimen de Franco?
R. El archivo es real. Siempre pensé que los periodistas lo averiguarían.
P. También dice que se destruyó. ¿Ya no queda nada? ¿Ningún registro?
R. [Guarda silencio por unos segundos]. En principio, no. [Ríe].
P. ¿Cuánto tiempo estuvo en los servicios secretos españoles?
R. Con una dedicación total, durante 12 o 13 años.
P. ¿Hasta cuándo?
R. Prefiero no decirlo.
P. Si los hechos que cuenta son ciertos, ¿no teme por su integridad tras estas revelaciones?
R. No. Me llamó algún antiguo compañero y, medio en risa, medio en serio, me dijo que a lo mejor alguien querría matarme. Bueno. Cualquier día la covid puede acabar conmigo. Sobre quien escribo, ¡ya no queda nadie vivo!
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