El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, empieza a acusar el desgaste de la primera línea. Bolaños ha acaparado todo el foco durante las dos últimas semanas. Y el intento de dar un giro a la crisis del espionaje revelando la intervención de los teléfonos del presidente Pedro Sánchez y la ministra de Defensa, Margarita Robles, no ha salido como La Moncloa esperaba. Bolaños, eso sí, ha conseguido proteger a Sánchez, que se ha presentado en Barcelona con la mano tendida al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, para ofrecerle una reunión y zanjar la polémica.
"A Bolaños le ha venido demasiado grande esta crisis", explica un veterano del PSOE. "Sobre todo porque no están acostumbrados a gestionar crisis".
La inesperada rueda de prensa convocada por Bolaños el lunes 2 de mayo a primera hora (puente festivo en media España) no resultó seguramente como esperaba La Moncloa. Y Bolaños quedó muy expuesto por denunciar un supuesto espionaje en el móvil de presidente y la ministra cometido hace un año.
Bolaños ha "metido la pata"
Ni Bolaños, ni nadie fueron capaces de resolver las dudas de una revelación tan sorprendente como inédita. El ministro, y el Gabinete de Presidencia, que dirige Óscar López, han tenido que dedicar esfuerzos ingentes a desvincular a Marruecos, otros países y al propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de la utilización del software Pegasus en el terminal del presidente.
"Ha sido una metedura de pata gorda", explican estas fuentes. "Las explicaciones que se han dado no tenían ni pies ni cabeza. Los móviles tienen sistemas de protección desde la época de (José Luis) Rodríguez Zapatero y tampoco eso garantiza nada".
Lo primero, dicen, es que el presidente no es el que debe estar pendiente de los controles de seguridad. Y la impresión que se ha trasladado es que nadie vigila eso. "Se genera una sensación de muchos fallos en la cadena de seguridad", explican otras fuentes.
Bolaños ha chocado con Robles, que ha defendido con uñas y dientes a la directora del CNI, Paz Esteban. La lectura que se hacía de la extraña revelación del titular de Presidencia es que el Gobierno buscaba "sacrificar políticamente" a Esteban para contener a sus aliados independentistas.
Sin embargo, la ministra de Defensa, responsable del CNI, no ha pasado por este aro. Y se ha puesto del lado de la responsable del centro. Robles dijo que había aguantado "estoicamente" unos ataques infundados. Podemos, socio de coalición del PSOE, ERC y otros han apuntado directamente a Robles, que ha salido vencedora de momento del duelo con Bolaños.
Unidad Ferraz-Moncloa
El titular de Presidencia ha asumido la carga de todas las polémicas que salpican al Ejecutivo. Y ha acusado el desgaste. Bolaños es interlocutor con Podemos dentro de la coalición, lidera el intento de renovar el CGPJ con el PP, se encarga del diálogo con la Generalitat por el presunto espionaje y, junto a su número dos Rafael Simancas, mantiene el contacto con el resto de grupos en un hemiciclo muy fragmentado y en el que cada voto cuenta. EH Bildu, por ejemplo, ha salvado el decreto económico para amortiguar el impacto económico de la guerra en Ucrania.
Bolaños es un hombre de partido, como también lo son Óscar López y Antonio Hernando, ambos en el Gabinete de Sánchez. Este hecho, según fuentes socialistas, ha mantenido más cohesionado al PSOE en este trance. A diferencia de la anterior etapa de Iván Redondo, la comunicación Moncloa-Ferraz es más fluida.
El PSOE es consciente de la importancia de mantenerse unido ante el ciclo electoral que se abre el 19-J en Andalucía. Las perspectivas de recuperar la Junta son más bien escasas. Ferraz sabe que Podemos seguirá presionando a Sánchez todo lo que pueda mientras Yolanda Díaz construye su espacio. Y del PP de Alberto Núñez Feijóo, el PSOE solo espera que incremente la presión para ir a elecciones generales tras su previsible victoria en Andalucía.
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