En torno al millón de personas -dos, según las cifras del Partido Popular- se han manifestado en las calles y plazas de las grandes capitales de España para protestar contra la amnistía y Pedro Sánchez. Una jornada que ha servido para palpar el descontento social con los acuerdos firmados entre el presidente en funciones con el independentismo catalán. Las protestas han destacado por producirse sin incidentes ni disturbios, al carecer de una minoría radical dispuesta a reventar el acto, algo que se está convirtiendo en rutina en los aledaños de Ferraz.
Tras nueve días de manifestaciones en la sede socialista central y una masiva movilización este domingo, la posición de Pedro Sánchez se mantiene intacta. Tras conseguir los apoyos necesarios el pasado jueves tras la firma del acuerdo con Junts, ya se prepara para ser investido como presidente del Gobierno durante los próximos cuatro años. La militancia del partido independentista ya ha dado el 'ok' al acuerdo, de modo que solo falta una fecha para el nombramiento.
La presión sobre Sánchez es máxima, pero aguanta el chaparrón con firmeza pese a que las manifestaciones le persiguen allá donde va. "Solo van a lograr que nuestras convicciones sean todavía más fuertes, y que el país conozca la alternativa al gobierno progresista que proponemos desde el PSOE", ha apuntado la formación en un editorial publicado en su web.
Málaga, donde en la mañana de este domingo han salido a la calle 30.000 personas según Delegación del Gobierno -50.000, dicen los populares-, mostró su disconformidad con las decisiones del presidente tanto el viernes como el sábado. Sánchez tuvo que cambiar de hotel por la presencia de manifestantes, necesitó escolta policial para salir tres horas más tarde de lo previsto de la Subdelegación del Gobierno en la ciudad y además, se vio obligado a cancelar su presencia en un acto de partido en la ciudad. El sábado por la mañana sufrió más protestas, en este caso frente al congreso el Partido Socialista Europeo.
A ello hay que sumar los diez días consecutivos de protestas en Ferraz. Pese a la presencia de radicales que aseguran un final trágico para la manifestación, cientos de personas siguen acudiendo cada tarde-noche para mostrar su enfado. En la noche del sábado, las protestas también llegaron al Congreso de los Diputados, donde un centenar de personas trató de acampar frente a él. La Policía se vio obligada a desalojar la zona.
Situaciones incómodas que no moverán ni un milímetro la hoja de ruta de Sánchez. Lejos de mostrar dudas, desde el PSOE cargan con dureza contra sus rivales políticos, hasta el punto de amenazarles con responder a las protestas "con toda la fuerza de nuestro Estado de Derecho". En un duro editorial, desde Ferraz llaman "ultraderecha" a los populares, a los que consideran una formación "nostálgica del franquismo" que ha decidido "recorrer el camino de la violencia callejera para lograr sus objetivos políticos", pese a que ninguna de las manifestaciones en la que se ha desembocado la violencia ha sido convocada por ellos. Al revés: los ultras se han reído de sus votantes ("donde están, no se ven, los niñatos del PP").
Desde el PSOE llaman a seguir por el mismo camino frente a un "viejo enemigo", la ultraderecha, "que lle llevaba décadas disfrazado y que ahora se muestra sin ninguna vergüenza con toda su crudeza". Se trata del primer pronunciamiento oficial del partido tras las protestas de este domingo.
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