El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió de la asamblea general de Naciones Unidas, en Nueva York, con 573,5 millones de euros menos de dinero público. Y es que el jefe del Ejecutivo, en 48 horas, anunció que España destinará más de 237 millones de euros a salud global, 236,5 millones de euros para la seguridad alimentaria y 100 millones de euros para la igualdad de género.
En concreto, Sánchez se ha propuesto destinar más de 237 millones de euros al área de la salud, de los que 130 millones irán destinados al Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, una fundación que promociona el matrimonio de filántropos de Bill y Melinda Gates. Además, el Gobierno destinará otros 15 millones al Fondo de Intermediación Financiera para la prevención, Preparación y respuesta ante pandemias, creado por el Banco Mundial.
Pero hay más. Durante la cumbre sobre seguridad alimentaria de la que Sánchez fue coanfitrión, el líder socialista advirtió que España aportaría a la causa 151 millones de euros en donaciones y otros 85 millones en créditos para esta causa. Lo cierto es que el contador sigue: “Si queremos seguir avanzando en nuestra agenda de derechos es imprescindible que continuemos apostando por el derecho a la educación para todos, pero muy especialmente para las niñas”, dijo el presidente antes de anunciar otros 100 millones de euros en los próximos tres años para "organizaciones que trabajan en igualdad de género, derechos reproductivos y sexuales, incluyendo ONU Mujeres", según destaca Moncloa.
A por la Internacional Socialista
Moncloa cerró una intensa agenda internacional esta semana. La obsesión del núcleo duro de Sánchez era preparar un menú que sirviera para reivindicar el liderazgo global del dirigente socialista ante un posible salto internacional en caso de que las elecciones generales de finales de 2023 supongan la salida de Sánchez del Gobierno de España, como ya informó este diario.
El Gobierno ya advirtió de la importancia de la cita de la ONU, en el centro financiero del planeta, que congregó a presidentes de casi todo el mundo. Y todo por ser la primera presencial tras dos años de pandemia y por producirse en un contexto económico político y económico complicado marcado por la invasión rusa de Ucrania y el alza incontrolada de los precios que tiene ahogadas a las clases medias de medio planeta. En todos esos problemas ha aparecido el presidente del Gobierno para proponer la aportación española.
Pero más allá de la asamblea de la ONU, lo cierto es que un nuevo foco exterior ilumina a Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE anunciado este jueves su intención de presentar su candidatura a la presidencia de la Internacional Socialista, que aglutina a los partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas de medio mundo. El presidente español se postuló en un encuentro que la organización ha celebrado en Nueva York.
El "actor global"
Moncloa vende a Sánchez como un "actor global". El presidente del Gobierno se mueve bien en las capitales, donde está aumentando su perfil y ganando peso. Sánchez lee bien la política internacional y se aprovecha de ello. La cumbre de la OTAN en Madrid le encumbró hasta el punto de que logró que China, la segunda potencia del planeta, le invite a Pekín en noviembre junto al presidente francés, Enmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz. Esa es la liga a la que no pudo jugar el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y en el PSOE lo saben.
Es más, en el PP avisan a su líder, Alberto Núñez Feijóo, de que su rival no se rendirá a Bruselas. En plata: no será la Unión Europea la que le sirva la cabeza del presidente del Gobierno en bandeja, como le ocurrió a Marinao Rajoy con Zapatero. Y es que un Sánchez plantando batalla en Bruselas, haciendo política de tú a tú, y negando la posibilidad de que el rodillo nórdico pise Madrid es potente. En Moncloa lo saben y lo potencian. Por eso, desplegaron la cena en el Museo del Prado a los líderes de los países de la OTAN.
Lo cierto es que el presidente, según reconocen las fuentes consultadas en Moncloa, está mucho mejor valorado fuera de España que dentro. El Ejecutivo enfrenta, en realidad, un problema llamado inflación que comparten la mayoría de líderes internacionales. Pero, como contó este diario, Sánchez tiene casi imposible rentabilizar electoralmente su imagen internacional, porque las cumbres no resuelven las cosas del comer.
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