La Moncloa quiere que la opinión pública se olvide cuanto antes del polémico paseíllo de menos de un minuto entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Fuentes gubernamentales admiten el "tropezón", que achacan a un "problema de comunicación". Si bien la reflexión es que en la prensa internacional no ha tenido relevancia, en España ha generado un notable revuelo. Por ello, el equipo de Sánchez pidió a la administración de Estados Unidos un gesto para salir del apuro, según revelan las fuentes consultadas a Vozpópuli. Y de cara a la cumbre con Italia de este fin de semana, Sánchez quiere escenificar la entente con Mario Draghi para relanzar su imagen.
“Lo ocurrido nos ha generado muchos problemas internos”, fue el mensaje que el equipo de Sánchez trasladó a los delegados estadounidense después de lo ocurrido el lunes. La Casa Blanca respondió a la petición de la Moncloa con un comunicado en el que se habló de que Biden había mantenido “conversaciones muy breves” con el presidente del Gobierno español y su homólogo holandés.
Se trató de un pequeño favor diplomático, que la Moncloa vendió a la prensa como si se tratara de una admisión de Biden de que se celebró una “conversación por separado” con Sánchez (el literal del comunicado reza: “He had the chance to talk to a number of other leaders as well, just very briefly — from the Prime Minister of Spain to the Prime Minister of the Netherlands”), aunque no hubo un cara a cara, ni nada parecido.
Error de comunicación
En el ámbito diplomático a nadie se le escapa la mala gestión del asunto por parte del equipo de Sánchez. De hecho, también en el Ejecutivo sostienen que el error fue crear demasiada expectativa sobre el encuentro con Biden. El problema, admiten estas fuentes, es que Biden lleva seis meses en el cargo y en todo ese tiempo no ha descolgado el teléfono para llamar al líder español. Ni siquiera cuando la crisis de Marruecos estaba al rojo vivo.
Es por ello que, los asesores de Sánchez, con Iván Redondo a la cabeza, quieren que la opinión pública se olvide del episodio cuanto antes. Y piensan tomarse su revancha mediática este fin de semana, durante la minicumbre con Italia en Barcelona. El premier italiano Mario Draghi acudirá a la ciudad condal acompañado por tres ministros (Innovación Tecnológica, Exteriores y Transición Ecológica), que se reunirán con otros ministros de Sánchez.
Pero, más allá de las reuniones técnicas, la Moncloa quiere escenificar la buena relación diplomática con Draghi. De ahí que el presidente del gobierno español está intentando organizar cuantas más ruedas de prensa posibles -a pesar de ciertas reticencias del equipo de Draghi- y que los dos presidentes estén bajo los focos todo el tiempo necesario para dejar en el olvido el ninguneo de Biden durante la cumbre de la OTAN.
Búsqueda de visibilidad con Draghi
La intención de Sánchez y de sus asesores es que el encuentro delante de las cámaras sea lo más largo posible, a pesar de que es conocido que Draghi no suele ser entusiasta de estos formatos. Pero la Moncloa no quiere perder la oportunidad de lanzar a la opinión pública la sensación de que lo ocurrido con Biden fue un episodio que no mancha el prestigio internacional del presidente del Gobierno.
Draghi es uno de los presidentes europeos más influyentes en el tablero internacional. Fue el hombre que salvó el euro de la crisis financiera de 2008, y se está erigiendo en defensor de la periferia europea frente a la política alamana, que aspira a aumentar su control sobre Bruselas tras la salida del Reino Unido. Además, mantiene muy buenas relaciones con Estados Unidos. Draghi, además, sustituyó a Giuseppe Conte, con quien Sánchez logró tener mucha sintonía, para encarar con más eficiencia el proceso de recogida y ejecución de los fondos europeos.
Sánchez quiere dar la sensación de que él es el reflejo de Draghi en España, alejando todo tipo de tentaciones de soluciones técnicas si la economía no repunta. El gobierno italiano liderado por el expresidente del BCE ha preocupado siempre a los asesores de Sánchez. Desde su nombramiento, dio la orden a sus afines en el ámbito académico y de la comunicación para descalificar de manera extraoficial al ejecutivo transalpino. Se llegó a comentar que carecía de legitimidad democrática para evitar que desde el sector económico se pidiese un cambio parecido también en España.
Remodelación técnica
Lo cierto es que la Moncloa sigue temiendo que la crisis pueda impulsar recetas parecidas a la italiana. A nivel demoscópico, de hecho, el gobierno de Mario Draghi cosecha el apoyo de la mayoría de los italianos (aunque va bajando), mientras que Sánchez afronta una coyuntura problemática después de la victoria de la derecha en Madrid y el desgaste interno. De ahí la decisión (estudiada desde al menos antes del verano pasado, como desveló en exclusiva Vozpópuli) de remodelar el Ejecutivo reduciendo carteras e incluyendo a cargos técnicos.
Sánchez sigue pensando que su as en la manga es la recuperación económica gracias a los fondos europeos. El plan enviado a Bruselas por el Gobierno cumple con las expectativas de la Comisión, y es cierto que los técnicos italianos destacan su solvencia e incluso hablan de importantes parecidos con el documento del gobierno Draghi.
Sánchez, en definitiva, pretende salir del paso aprovechando la presencia de Draghi en Barcelona. El presidente italiano no tiene el mismo afán de protagonismo, ya que es conocido su carácter reservado, pero segundará a su homólogo. Con esa operación Sánchez quiere acallar a los críticos, y sobre todo demostrar su buena relación con un gobierno técnico que la oposición elogia y confronta con la coalición rojo-morada. Contienda política e imagen pública siguen, en definitiva, en el centro de la estrategia de la Moncloa, que aspira a rehacerse este fin de semana tras recibir críticas internas por la mala gestión del encuentro con Biden.
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