El presidente de la Junta de Andalucía ha trasladado a Pedro Sánchez su profundo malestar por haber sido relegado de forma expresa por el Gobierno en la cumbre europea de Granada que tiene a España como anfitriona en el marco de la presidencia española de la UE.
Para el Gobierno andaluz, en particular para su máximo representante, Juanma Moreno, de nada sirve que el jefe del Ejecutivo en funciones haya expresado en la inauguración de la cumbre su agradecimiento público a la Junta andaluza por haber contribuido de forma esencial a su organización y desarrollo cuando, por otra parte, fuentes del Ejecutivo autonómico significan que Moncloa no ha proporcionado ningún tipo de información a las autoridades regionales y locales, ambas gobernadas por el PP, acerca de los detalles de una reunión que ha requerido un enorme esfuerzo logístico y de seguridad sobre el terreno, redoblado por la presencia en ella del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
El Ejecutivo andaluz advierte una buena dosis de "cinismo" en esta actitud de Sánchez, más cuando Moreno Bonilla, como anfitrión local de la cumbre junto a la alcaldesa de la ciudad, no ha sido formalmente invitado a ningún evento en la agenda de estas dos jornadas, ni tan siquiera a la cena oficial prevista esta noche, como tampoco lo ha sido la regidora granadina, Marifrán Carazo, quien no se ha podido contener en las críticas al Gobierno al no haber sido tampoco invitada a un acto que se desarrollará en el Parador de la capital granadina.
Del mismo modo que la Junta no tendrá ningún papel en la agenda oficial de la cumbre, tampoco lo tendrá, por tanto, el Ayuntamiento granadino ni su alcaldesa.
El desaire de Aragonès al himno de España
El ninguneo sufrido por el presidente de la Junta de Andalucía es el contrapunto exacto del trato que recibió de Sánchez el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante el desarrollo de la cumbre hispano-francesa que acogió Barcelona el pasado mes de enero. Allí, al jefe del Govern se le reservó un evidente protagonismo que 'agradeció' desairando el protocolo, saludando durante cuarenta segundos a Pedro Sánchez y a Emmanuel Macron, y abandonando precipitadamente uno de los actos oficiales del evento justo cuando comenzaba a sonar en él el himno de España interpretado por una banda militar que se contaba entre las tropas a la que pasaron posteriormente revista el jefe del Gobierno español y el presidente de la República francesa.
Esos cuarenta segundos que Aragonés dedicó a hablar con Sánchez los empleó en recordarle que el 'procés' no había acabado. Diez meses después, a la vista de las urgencias del candidato socialista a la investidura, no parece que el presidente catalán incurriera en ninguna mentira.
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