Cada vez que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dice que no se caracteriza por quedarse quieto y que él no deja que los problemas le superen manda un 'recado' al expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, según reconocen a este diario varias fuentes que conocen bien al líder del PSOE. Sánchez tiene claro que él no es Zapatero pese a que el contexto económico actual empieza a parecerse peligrosamente al que se llevó por delante al último presidente socialista.
Las fuentes consultadas coinciden en señalar que "Zapatero sucumbió ante Europa", mientras que "Sánchez planta batalla" en las instituciones comunitarias para defender los intereses económicos de España. Es más, el expresidente socialista, según el relato de estas fuentes, evitó ser candidato en 2011 porque se sintió "quemado". Ahora, una década después, el presidente del Gobierno niega categóricamente que su rostro no vaya a ser el protagonista del cartel electoral del PSOE en los siguientes comicios generales. Si la crisis se lo lleva por delante, no será por inacción.
En el aparato monclovita, empezando por la cabeza del propio Sánchez, impera el convencimiento de que en esta nueva crisis económica, que ya está desacelerando la creación de empleo, será el romance del presidente con la política europea la que le permitirá sortear toda adversidad. Por eso, el Gobierno puso tanto empeño en negociar la excepción ibérica en el mercado de la electricidad y en lograr que el porcentaje de reducción de consumo de gas para ahorrar energía al que tiene que obedecer España sea del 7% y no del 15% como planteó la Comisión Europea en un primer momento.
El "actor global"
Moncloa vende a Sánchez como un "actor global". El presidente del Gobierno se mueve bien en las capitales comunitarias, donde está aumentando su perfil y ganando peso. Sánchez lee muy bien la política europea y se aprovecha de ello. La cumbre de la OTAN en Madrid le encumbró hasta el punto de que ha conseguido que China, la segunda potencia del planeta, le invite a Pekín en noviembre junto al presidente francés, Enmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz. Esa es la liga a la que no pudo jugar Zapatero y en el PSOE lo saben.
Es más, en el PP avisan a su líder, Alberto Núñez Feijóo, de que su rival no se rendirá a Bruselas. En plata: no será la Unión Europea la que le sirva la cabeza del presidente del Gobierno en bandeja, como le ocurrió a Rajoy con Zapatero. Y es que un Sánchez plantando batalla en Bruselas, haciendo política de tú a tú, y negando la posibilidad de que el rodillo nórdico pise Madrid es potente. En Moncloa lo saben y lo potencian. Por eso, desplegaron la cena en el Museo del Prado a los líderes de los países de la OTAN.
Lo cierto es que el presidente, según reconocen las fuentes consultadas en Moncloa, está mucho mejor valorado fuera de España que dentro. El Ejecutivo enfrenta, en realidad, un problema llamado inflación que comparten la mayoría de líderes internacionales. Pero, como contó este diario, Sánchez tiene casi imposible rentabilizar electoralmente su imagen internacional, porque las cumbres no resuelven las cosas del comer.
Control férreo sobre el PSOE
Sánchez controla con puño de hierro el PSOE. El presidente laminó todo ápice de oposición interna tras la dimisión forzada de la exvicesecretaria general Adriana Lastra. Aunque cabe recordar que los socialistas eluden criticar al secretario general o al resto de la cúpula porque el partido prepara ya las elecciones municipales y autonómicas de 2023 y nadie quiere quedarse fuera de la cocina. "Hay que hacer las listas", sintetiza a este diario una fuente presente en el último comité federal extraordinario del PSOE.
El líder del PSOE quiere que los suyos cuenten qué estaría pasando en España si, en esta coyuntura de crisis sucesivas, estuviera gobernando el PP. Por eso, Ferraz activó la maquinaria electoral. El presidente instó a los socialistas a "ir a por todas": "Debemos acelerar el paso. No tenemos excusa. Gobernar es remangarse. No esperar a que los problemas desaparezcan. La inacción es el error seguro. No vamos a esperar sentados". El presidente suscita la unidad por un motivo clave: estar en el poder. Nadie quiere perderlo. Por eso, quienes un día le mataron y pelearon por impedir que resucitara, ahora se ponen a trabajar con él codo con codo.
Sánchez es consciente de que el equipo que armó durante su pelea por volver a la cúspide del PSOE no ha funcionado. Del 'sanchismo' solo queda un gran rostro destacado: el del secretario de organización, Santos Cerdán. El resto ha sido devorado. Ni José Luis Ábalos, ni Carmen Calvo, ni Adriana Lastra ni Iván Redondo han sobrevivido al desgaste de un presidente asediado por la inflación que intenta dar con la tecla que le permita remontar en las encuestas. Y para lograrlo recuperó la semana pasada a Paco Salazar como secretario General de Planificación Política, un cargo creado para él, donde trabaja junto a Antonio Hernando y Óscar López, el triunvirato fuerte de Presidencia.
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