Pedro Sánchez dedica buena parte de su segundo libro como presidente -'Tierra firme' (Península, 2023)- a presentarse como víctima de un monstruo mediático de derechas que ha tratado de desacreditarlo, deshumanizarlo y hundirlo. Pero el presidente, dice él mismo, ha conseguido sortear esa "rueda endiablada" de la inmediatez y las mentiras para enderezar el rumbo de un barco llamado España. Y no ha acabado. La travesía sigue con él como capitán. Y advierte que todavía tiene muchas cosas por hacer hasta llegar a "tierra firme".
Sánchez, sin embargo, hace en este libro exactamente lo mismo que censura a los medios de comunicación que, afirma, le atacan sin piedad. Un relato acelerado de autobombo y memoria selectiva en el que todo lo hace bien y el adversario, todo mal. 'Tierra firme' es, sobre todo, un ajuste de cuentas con Alberto Núñez Feijóo y el centro derecha mediático, al que sitúa en su punto de mira.
Sánchez publica 'Tierra firme' un mes después de ser investido. Es su segundo libro como presidente en activo tras 'Manual de resistencia' (Península, 2019), un uso inhabitual que impide que la obra contenga revelaciones que solo se pueden hacer a modo de testamento político una vez abandonado el cargo. Al igual que en su primer libro, el presidente ha contado con Irene Lozano como amanuense.
Sánchez borra la pandemia
'Tierra firme' contiene en sus páginas buena parte de la psicología de Sánchez. El reparto del espacio, por ejemplo, es de por sí revelador. Más de 50 páginas de las casi 400 del libro están dedicadas a las elecciones del 28 de mayo y sobre todo las del 23 de julio. La pandemia en su vertiente sanitaria, con centenares de miles de muertos, se despacha en poco más de diez.
"Todo empeoró radicalmente en cuestión de 24 horas", dice el presidente. "El 9 de marzo, las cifras de muertos habían aumentado de forma relevante". Este párrafo va precedido de otro en el que dice que el presidente estaba en contacto con empresarios españoles sobre lo que estaba ocurriendo en China. Sánchez borra la manifestación del día de la mujer del 8 de marzo, considerada una bomba vírica por los expertos.
Y todo lo que ocurrió en las semanas anteriores, cuando los hospitales alertaban de una situación insostenible como la que ya se vivía en Italia; y el Gobierno y sus altavoces respondían que aquello era una gripe y que los que alertaban de un grave riesgo sanitario eran poco menos que pregoneros del apocalipsis.
Nada se hizo mal. Las decisiones se tomaron a tiempo. Es lo que Sánchez afirma. La "sanidad pública", que solo ellos defienden, y los profesionales lo dieron todo. El presidente admite que lloro en aquellos días y relata los positivos de su esposa y algunos de sus familiares más cercanos. La tensión de aquellos días.
Sánchez no hace mención a cómo se desacreditaba a cualquier voz que alertaba de una epidemia de covid-19. Y sobre sus continuos cambio de criterio, lo despacha en un párrafo: "No creo que haya ningún presidente el Gobierno, ni en nuestro país ni en ningún otro, que no haya modificado sus posiciones políticas al llegar al poder".
Sánchez y la 'derecha mediática'
Sin embargo, dedica espacio a lo largo de todo el libro a los medios que, en su opinión, le persiguen. Siempre de forma injusta. Siempre con mentiras y ataques personales. Cita algunos, pero hace un trazo grueso generalizando en la crítica en lo que parece un aviso a navegantes. El presidente tiene una espina clavada con lo que él llama su "deshumanización".
En su opinión, España tiene un problema de "pluralismo periodístico". "La España progresista no está representada en los medios de comunicación de acuerdo con su dimensión y su peso social", afirma. El periodismo "falla", según el presidente. Abróchense los cinturones.
El libro recoge numerosos pasajes internacionales, desde la negociación de los fondos europeos, a la guerra en Ucrania, la reunión con Joe Biden en la Casa Blanca. No hay demasiados detalles. Algunas anécdotas menores, como un encuentro con Sabonis, ídolo personal del basket.
Los capítulos electorales recogen algunos de los momentos clave, como la reunión que tuvo lugar en La Moncloa tras la debacle electoral del PSOE el 28 de mayo y la decisión del adelanto electoral. Se barajó septiembre, pero se eligió el 23 de julio.
Ataques al PP
Desde el principio del libro -las elecciones- hasta el final, Sánchez salpica todos los capítulos de ataques furibundos al PP y a Feijóo. Les acusa de todo menos de matar a Manolete. Pero casi. Acusa al PP de franquear la puerta a la ultraderecha, de haber creado una crisis de convivencia que solo él ha intentado solucionar, de hacerle la vida imposible, de desacreditar a España ante la Unión Europea.
En las páginas dedicadas a la negociación de los fondos europeos solo expresa un recuerdo amargo: una foto que le hicieron en una mesa sin papeles. Un ejemplo, en su opinión, de la persecución a la que se ve sometido por el monstruo multicabeza de la derecha mediática. Una persecución durísima.
Sánchez también cuestiona la legitimidad de Feijóo como líder. Asegura que su foto con Marcial Dorado hubiera supuesto su salida de la política en cualquier país de Europa. "En aquella Galicia hubo gente que estuvo con las madres y hubo otra que tomaba el sol en el yate de un narcotraficante", escribe. "Cada cual elige de qué lado está".
Sánchez hace referencia en esta parte a la serie 'Fariña'. No es la única que cita. Se confiesa seguidor de la plataforma Filmin y utiliza series como 'Intimidad', 'Apagón' y 'Black Mirror' como ejemplo para abordar temas como la transición ecológica o la digital, los dos pilares de sus políticas.
La amnistía que no existió
Sánchez se considera vencedor de las elecciones, pese a perderlas. No hace una sola mención a Puigdemont o el separatismo y, muy de pasada, a Yolanda Díaz y la coalición. Habla de los indultos, pero no de la amnistía. Al PNV ni le menciona y sobre Bildu solo le cita para decir que le atribuían a él las listas en las que había casi una decena de ex etarras con delitos de sangre. Eso sí, no aprovecha para censurar estas candidaturas.
La memoria selectiva de Sánchez prodigiosa, como cuando asegura en el libro que el PSOE ofreció darle al PP el gobierno de Castilla y León para evitar la entrada de Vox. Fue justo al contrario. El entonces portavoz nacional de Ferraz, Felipe Sicilia, desautorizó al hoy ministro Óscar Puente, que pidió precisamente una abstención del PSOE para que Mañueco gobernase en solitario. Sánchez no lo permitió, diga lo que diga 'Tierra firme'.
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