¿Qué pinta la exministra Ana Mato en unas listas del PP?, se preguntaba esta semana un miembro del nuevo equipo que aterrizó hace cuatro meses en Génova para impulsar la renovación del partido. La pugna por encontrar un hueco en el horizonte político tras las generales ha estallado. Habrá menos escaños disponibles, lo que limita las posibilidades de contentar a todo el mundo. Pero la batalla que ha emprendido la joven cúpula de Génova, con Jorge Moragas al frente, es de otra índole. Se trata de transmitir una idea de cambio, de ruptura con lastres del pasado, de ofrecer una imagen diferente, con gente distinta, sin mácula en su expediente y sin relaciones con penosos episodios. Desplazar a estos 'walking dead', especie de muertos vivientes de la política, no es tarea fácil. En ello están y no hay demasiado tiempo para dirimir la contienda.
No caben todos. El PP perderá posiblemente entre 40 o 50 diputados de los 185 que conforman ahora su grupo parlamentario en el Congreso. En el Senado, algo parecido. Ahora cuenta con 132 electos y es muy posible que descienda hasta cien. María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido, ahora con una presencia menos activa en el día a día de su formación, es la encargada de pasar el primer cedazo de las listas electorales para diciembre, de apartar el grano de la paja, de considerar quiénes son los imprescindibles, quiénes no pueden seguir y qué caso merece estudio aparte. Es decir, los 'nombres calientes' y polémicos que finalmente determinará Rajoy si continúan o se quedan en la estacada.
Nombres 'calientes' e imposibles
Hay casos paradigmáticos que el nuevo equipo de Génova considera impotables. Ana Mato se lleva todos los números. Imputada a título lucrativo en el caso Gúrtel, vía marital, Mato tuvo que abandonar el Gobierno en un movimiento que produjo enorme desgaste a su formación. Su nombre, se quiera o no, ha quedado vinculada a este asunto que todavía circula por los tribunales. Los lugartenientes de Moragas consideran que no puede ni pensarse en que la exministra de Sanidad aparezca en las listas. Sería tirar por la borda gran parte del empeño en comunicar una renovación en el PP, con sus dosis de regeneración y de limpieza. Entra aquí en juego, sin embargo, el factor de su estrecha relación con Mariano Rajoy, quien le dispensa un enorme cariño personal y le agradaría que repitiera como diputada.
No es el único caso. Sánchez-Camacho, hasta ahora presidenta del PP catalán, ya sin escaño en la Cámara catalana, también pretende seguir en el Parlamento. Ahora ocupa cargo de senadora, pero según los dirigentes de Génova, Camacho representa a un PP que debería pasar a segunda fila. El futuro del PP catalán pasa por García Albiol, de eso nadie tiene dudas. Incluso ponen en cuestión a Javier Arenas, que maneja todavía algunos hilos internos del partido desde su vicesecretaría general. También debería ir fuera, según el criterio de algunos de sus compañeros en la vicesecretaría.
La guerra de las listas ha estallado. Cospedal escucha motivos, razones y atiende sugerencias y recomendaciones. Por ejemplo, José Azpíroz y Lourdes Méndez Monasterio, bravos luchadores contra la chapuza de ley del aborto que ha aprobado el Gobierno en vergonzosa maniobra al final de la legislatura, también tienen sus puestos en grave riesgo de continuidad. O las veteranas Carmen Quintanilla y Beatriz Rodríguez Salmones, que según el nuevo equipo deberían pasar ya a la reserva.
Otro asunto es buscarle huecos a algunos recién llegados, como al ministro de Justicia, Rafael Catalá, apadrinado por Ana Pastor, que se supone que aterrizará en las listas por Madrid, o el propio Pablo Casado, portavoz de la formación, que trasladaría su plaza de las listas de Ávila a las madrileñas. Maroto y Maíllo, sus compañeros en Génova, tendrán que incorporarse también al Congreso. Maíllo quizás por Zamora y Maroto tiene difícil su puesto en Vitoria, donde la lista estaría encabezada por el ministro Alonso y parece complicado que salgan dos escaños del PP en Álava. Gallardón, Cañete, Cifuentes han dejado sus escaños, por lo que se crean nuevas posibilidades. También hay parlamentarios que no repiten, como Martínez Pujalte, Eva Durán o Eugenio Nasarre, según han confesado ellos mismos. El meollo del debate, que ahora arranca y del que Rajoy no quiere ni oír hablar, es que si los cambios no se palpan en las listas, será muy difícil 'vender' la idea de que el PP apuesta por la renovación. Y en diciembre, piensan las fuentes consultadas, tendrán un severo problema.
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