El grupo de cinco jóvenes sevillanos autodenominado La Manada conocerá este jueves la sentencia del juicio que se siguió contra ellos hace cinco meses por su presunta participación en una violación en grupo a una chica de 18 años en las fiestas de San Fermín de 2016. La Fiscalía pide para cada uno 22 años y 10 meses de prisión; la acusación particular reclama 24 años y nueve meses, y las acusaciones populares elevan esta petición a los 25 años. Fueron procesados por los delitos de agresión sexual, contra la intimidad y robo con intimidación.
La decisión de los tres jueces que componen el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra está llamada a sentar un precedente en este tipo de denuncias si se tiene en cuenta que la principal prueba sobre la que giró la investigación fueron los 96 segundos de vídeo que grabaron los propios acusados en el momento de la acción. Se trata de siete fragmentos de imágenes (el más largo dura 39 segundos) grabados con móvil en el que en ningún momento se escucha a la denunciante emitir una sola palabra.
Según el informe policial elaborado sobre estos documentos, ella permanece todo el tiempo con los ojos cerrados adoptando un “un rol pasivo neutro”. “Solamente en una escena se ha detectado cierta iniciativa, no pudiendo precisar si obedece más bien a una reacción instintiva u automática que a un acto consciente y deliberado”, dice el análisis de la Policía Foral, que tampoco supo determinar si los gemidos que se escuchan de mujer son de queja o complacencia. A ellos, en cambio, se les ve mirar a cámara, sonreír y se les escuchan comentarios como “no chille, no chille”, “todos, todos”, “turno ahora, déjame” “espérate, no la levantes tanto” o “un poquito más flojito, tu”, entre otros.
Los informes médicos avalan a la joven
Los médicos del Instituto Forense de Medicina Legal que examinaron a la joven apenas dos horas después de lo ocurrido determinaron que “no existen lesiones en la exploración general y sí en la genital de data compatible con lo relatado” en la denuncia presentada. Había acudido a las fiestas desde Madrid en compañía de un amigo que cuando sucedieron los hechos se había ido a dormir al coche. Además, la chica fue sometida a un análisis psicológico que descartó que se hubiese inventado lo acaecido y que reconocía que los síntomas que presentaba eran “consistentes”, además de sufrir “estrés postraumático”.
Los abogados de La Manada trataron de desbaratar esta prueba al inicio del juicio presentando un informe elaborado por una agencia de detectives sobre los movimientos de la denunciante después de la presunta violación y sus publicaciones en redes sociales. Con ello pretendían demostrar que la joven seguía haciendo vida normal y acudiendo a lugares de ocio. Aunque el tribunal aceptó la prueba, los propios abogados acabaron renunciando a ella y la retiraron del procedimiento.
Para determinar lo que sucedió el resto de los aproximadamente 15 minutos que permaneció el grupo en el interior de un portal de la calle Paulino Caballero de Pamplona, los jueces cuentan con las versiones que escucharon en el juicio -a puerta cerrada- de los protagonistas. La joven ratificó que fue violada, mientras que el grupo sostuvo que en ningún momento les manifestó que estuviese incómoda. Este es el debate en torno al que ha girado todo el proceso. Los acusados alegan a su favor que en ningún momento recurrieron a la violencia física, mientras que los abogados de la acusación sostienen que no es necesario cuando media una intimidación, que en este caso se daba al menos por la superioridad numérica.
Le robaron el móvil
Se habían conocido apenas una media hora antes en la Plaza del Castillo de Pamplona. Ante de salir del portal, ellos le robaron sus pertenencias a la joven, incluido el teléfono móvil por lo que no pudo avisar a nadie. Salió a la calle y se puso a llorar en un banco hasta que una pareja se la encontró en ese estado y llamaron a la Policía. El grupo de acusados no huyó a la carrera, sino que se quedó a pocos metros del lugar hablando con otras personas que a esas horas de la madrugada seguían de fiesta. Uno de ellos compartió lo sucedido horas después en un chat de WhatsApp. “Follándonos a una entre cinco. Puta pasada de viaje”, escribió.
Precisamente los teléfonos móviles -que ellos entregaron tras su detención- fueron una de las principales herramientas de los investigadores. También permitió conocer el perfil de los acusados así como otros aspectos de su pasado. Del análisis de estos terminales se pudo abrir otra investigación por un caso de abuso sexual a otra joven cometido por cuatro de ellos en Pozoblanco (Córdoba) apenas unos meses antes.
Aprovecharon que uno de los integrantes de La Manada y guardia civil de profesión se encontraba destinado en la localidad cordobesa para acudir allí y salir de fiesta. De vuelta a casa, una joven accedió a subirse al coche con ellos y en el trayecto se quedó dormida, circunstancia que ellos aprovecharon para manosearle sus partes íntimas y grabarlo también con un teléfono móvil. No obstante, ninguno de estos antecedentes fueron tenidos en cuenta por el tribunal que juzgó la presunta violación de San Fermín.
"Imbéciles", según su propio abogado
Por sus conversaciones de WhatsApp se pudo saber que esa noche habían usado la placa del guardia civil para incautar droga a otros jóvenes en el baño de una discoteca para después consumirla. También hicieron chistes comparando a la joven de la que abusaron en el coche con Marta del Castillo. Hacían comentarios sobre adquirir burundanga antes de su desplazamiento a Pamplona, si bien esta sustancia nunca llegó a detectarse. Los abogados defendieron en todo momento como línea de defensa que sus clientes son “imbéciles”, “patanes”, pero no violadores.
Según fuentes del entorno de los acusados, el grupo de La Manada lo integran siete personas, pero a Pamplona -tras pasar por San Sebastián y Cataluña- sólo viajaron cuatro de ellos ese verano: el guardia civil, Antonio Manuel Guerrero Escudero, Anto; el militar, Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, Arfon; José Ángel Prenda Martínez y el peluquero, Jesús Escudero, Escu. Además, se les unió un quinto amigo, conocido de su barrio llamado Ángel Boza. Varios de ellos están vinculados a los ultras del Sevilla, los Biris Norte, como acreditan algunos de sus tatuajes, que fueron determinantes para su identificación y detención la mañana del 7 de julio de 2016.
Los cinco se enterarán desde prisión de la decisión del tribunal presidido por el magistrado José Francisco Cobo (que ejerce de ponente de la sentencia) y que completan Ricardo González y Raquel Fernandino. El fallo se dará a conocer en lectura pública ante los medios a las 13 horas en la sala de vistas 102 del Palacio de Justicia de Pamplona.
Sea cual sea el resultado, esta resolución pondrá un punto y seguido, pues previsiblemente alguna de las partes que no se muestre conforme presentará recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Navarra y en su caso ante el Tribunal Supremo, que tendrá la última palabra. Fuentes jurídicas informaron hace días a este periódico que, en caso de que se comunicase el fallo mediante una lectura pública y ante los medios de comunicación, sería un motivo de peso para descartar una medida tan impopular como la absolución de los acusados.
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