España

Sepultados por la ruta canaria: cuando el olvido se suma a la muerte

Los migrantes fallecidos en los naufragios de pateras o cayucos son enterrados bajo lápidas o en nichos con el nombre de "inmigrante"

magen del entierro en el cementerio municipal de La Frontera, en El Hierro, de seis de los nueve migrantes EFE

Treinta y seis años -harán este uno de noviembre- desde que el Mediterráneo se cobrara, por primera vez- la vida de un inmigrante que trataba de alcanzar España desde el norte de África, a través del Estrecho de Gibraltar. La tragedia ocurrió en el año 1988 cuando la mar dejó varado el primer cuerpo de un migrante que trataba de alcanzar la costa española en la gaditana playa de Los Lances.

El cadáver quedaba tirado, bocarriba, sobre la arena, algo hinchado y los brazos sobre el cuerpo. Todavía llevaba la ropa con la que había comenzado su viaje en busca de oportunidades. La patera quedaba encallada, vacía, en la orilla de una de las playas de Tarifa. Cuatro supervivientes llegaron a la playa ese día, ellos contaron la trágica historia, en francés, a las autoridades que acudieron al ser advertidos de lo ocurrido.

Al día siguiente otros dos cadáveres quedaron varados en la costa, dos más el tres de noviembre, además de un tercer cadáver en las playas de Ceuta. El goteo de fallecidos fue constante hasta sumar once fallecidos y siete desaparecidos. Esta fue la primera patera que naufragó en la costa sur de España, y el principio de una serie desgracias que sumarían más muertes a causa de naufragios de pateras, hasta llegar a hoy.

Ninguno de los fallecidos tenía nombre, ni datos personales, no había forma de identificar a los fallecidos, tampoco fue posible conocer su origen para devolverlos a sus familias. Sin nada de lo que partir y tras su paso por la morgue, fueron enterrados en el cementerio de Tarifa bajo una inscripción en la que puede leerse "inmigrante de Marruecos", el resto, en una fosa común con una austera lápida que dice: "En memoria de los inmigrantes fallecidos en aguas del Estrecho”.

La mayor tragedia del archipiélago

La del 88 fue la primera de las tragedias relacionadas con la inmigración en España, y la del pasado fin de semana puede convertirse en la peor. El pasado 28 de septiembre un cayuco con 84 personas a bordo naufragó en El Hierro. Se recuperaron nueve cadáveres y pudieron salvarse 27 ocupantes pero hasta la fecha 54 de los migrantes que viajaban a la deriva siguen en paradero desconocido. Y es que casi cada día el archipiélago canario recibe de una embarcación con inmigrantes a bordo y gracias a las fuerzas y seguridad del estado junto a Salvamento Marítimo pueden evitarse desgracias como la el pasado fin de semana, aunque el riesgo nunca es cero.

Muchos de los inmigrantes irregulares -la gran mayoría- accede sin documentación que certifique una identidad y un origen, y los que lleven algún documento de esta índole los tira al mar para de esta manera reducir las posibilidades de una devolución a su país de origen. Cuando ocurre un naufragio como el del pasado fin de semana y el mar deja varados en la playa los cadáveres de estos migrantes o Salvamento Marítimo los rescata de la deriva acaban siendo tratados como aquellas personas sin recurso de las que no puede obtenerse su identidad.

Son los consistorios de las islas quienes, en estos casos, se hacen cargo de la inhumación de estas personas, costando alrededor de unos 900 euros cada uno de los entierros realizados. Generalmente, son los ayuntamientos quienes se hacen cargo de las costas derivadas de estas tragedias, a través de acuerdos con los tanatorios municipales quienes son los encargados de llevarlo a cabo, como ocurre en la isla de El Hierro y el Ayuntamiento de Valverde. Además de la dificultad que supone la identificación de un familiar, los costes de repatriación para dichas familias suelen ser demasiado caros para asumirlos, obligándoles a dejar a sus seres queridos en un país ajeno al suyo. El proceso puede llegar a tardar varias semanas, alargándose el proceso de búsqueda de un familiar tome la decisión de repatriar o enterrar el cuerpo, dejando el cuerpo durante ese tiempo en cámaras frigoríficas de las morgues.

Lugar de sepultura

En la ya mencionada localidad canaria de Valverde ya han vivido este momento. Y es que hace ya un año que otros dos migrantes fallecieron en el hospital de la isla. Ambos llegaron en muy mal estado de salud, y pese a los esfuerzos del personal del centro sanitario fallecieron los dos. El consistorio se hizo cargo de los gastos derivados de sus respectivas inhumaciones y los sepultó en el cementerio local bajo los nombres “Inmigrante F08” e “Inmigrante J11”.

Imagen de nicho en el que se ha sido enterrado uno de los seis migrantesEFE

Al igual que el propio archipiélago está desbordado por la constante llegada de migrantes a sus costas, el trágico naufragio puede llegar a colapsar el sistema forense de la isla de El Hierro. Esta ha sido la opinión de la consejera de Bienestar Social, Igualdad, Juventud, Infancia y Familias del Gobierno de Canarias, Candelaria Delgado, tras lo ocurrido a primera hora del pasado sábado, llegando a plantear el derivado a otras islas de algunos de los cadáveres de los migrantes. Varios de los inmigrantes fallecidos ya han sido enterrados en el municipio de La Frontera, y como ha ocurrido en todas las ocasiones en tumbas sin nombre.

Esta es la práctica habitual en estos casos. Cuando la identidad -por ende el nombre- del fallecido no es conocida, el cuerpo se suele depositar en una tumba sin nombre. Generalmente, el cuerpo descansa bajo una lápida o en nicho individual, con una placa enumerando la zona donde está, la fecha de defunción, incluso aunque esta sea aproximada, y con la palabra "inmigrante" o similar.

Más información

Exit mobile version